Narra Derek
Agitado y nervioso. Así es como me puse cuando encontré a Karen en ese estado en el bosque.
Ya hacía cuatro días desde que la traje de vuelta a casa. A su casa. En esos momentos, estaba sentado a su lado observando como dormía.
No había manera de que despertara. Llevaba estos cuatro días mordiéndole e inyectándole mi pozoña, para que se recuperara. Los diversos huesos que se le rompieron, ya estaba curados, aunque necesitaba reposo.
No despertaba y me estaba empezando a hartar... No podía verla así, más aún preguntándome cuál fue la razón por la que decidió irse.
La puerta del cuarto se azotó violentamente y Emma entró en ella. Suspiré hondo. La que se iba a avecinar... Estaba rarísima estos últimos días.
-¿Aún sigues aquí? -puso sus manos en la cintura, formando forma de jarra.
-Tengo que vigilarla, Emma -le respondí cansado por sus repentinis cabreos.
-Te pasas casi todo el tiempo con ella... Y menos conmigo -gimió. Yo chasqueé la lengua y le estiré el brazo, indicándole que se sentara encima mío.
-No me digas que estás celosa -le dije cuando se sentó de lado sobre mí, mirándome.
-Celosa no... Me siento olvidada -me contestó triste. Yo le giré la cara para que me mirara.
-Cariño... Debo estar atento a que despierte -le dije lo más dulce posible.
-¿Por qué te importa tanto? -se levanti cabreada- Puedes encontrar a cualquier otra chica para alimentarte -la miró con asco- No es más que otra humana -yo la miré con furia.
-Ya he hablado muchas veces contigo sobre esto -me levanté y fuí a una velocidad increíble hacia ella- Sabes el motivo, así que no me saltes con eso otra vez -le dije furioso.
Ella escupió a mis pies y salió con los ojos rojos de la habitación. Respiré hondo para calmarme y me senté de nuevo al lado de Karen.
Me quedé mirando a la puerta harto por los cabreos de Emma. Parecía un niña chica. Rasgué las sábanas debido a mi fuerza.
-¿Pelea de novios? -me preguntó una débil voz. Yo abrí los ojos de asombro y giré la cabeza hacia Karen. Ahí estaba, mirándome y sonriéndome con dulzura.
-Karen -me eché más para ella y le miré el cuerpo, buscándole alguna imperfección.
-Siento haberlo escuchado... Desperté en el momento inoportuno -se disculpó. Parecía avergonzada y... ¿triste?
-Eso es lo que menos importa ahora. Lo importante es que has despertado -se mordió el labio inferior. Algo le preocupaba... - Karen, ¿qué sucede? -levantó la mirada hacia mí.
-Me dolió mucho -soltó un sollozo- Me dijeron cosas horribles y... creí que iba a morir -rompió en lágrimas. Comenzé a respirar fuerte de la ira que me estaba entrando por esos hijos de puta.
-Fue él. El chico del que te salvé en el bosque, ¿verdad? -rugí. Pero no por ella, sino por esos tíos.
-Si... -siguió llorando. Yo le sequé las lágrimas. No podía verla llorar por esos cretinos.
-Los mataré, Karen. ¿Me has oído? Lls mataré -le prometí. Ella puso cara de asustada y tragó saliva, fuerte. Mierda, me salieron los colmillos de la ira.
-No hace falta... Ya ha perdido demasiado tiempo por mí -me comentó triste.
-¿Qué dices Karen?
-Ya lo sabe... Por mi culpa, su chica se ha enfadado con usted -yo enarqué una ceja por lo que estaba diciendo- No tiene que molestarse en cuidarme -apartó su mirada de mí, y mi corazón se encogió.
-Ni se te ocurra volver a decir eso -le cogí de la mejilla. Estábamos muy cerca.
-Lo siento... -pegó más su mejilla a mi mano, mirándome con los ojos más hermosos del mundo- Gracias por salvarme -me soltó en un susurro. Yo le respondí con una sonrisa, y oí como su corazón se aceleraba. Se estaba poniendo nerviosa.
-No quería perder a la sangre más rica -le bromeé, pero parece que no lo pilló. Ví como se puso más seria- Karen...
-Ya lo sé, ¿por qué me hubiera salvado si no? -simuló normalidad. Me separé de ella, sintiéndome raro.
La puerta se abrió y volvió a entrar Emma. Bufé ante la posible nueva pelea.
-¿Qué quieres Emma? -me levanté, derrotado.
-Vaya, veo que ha despertado la bella durmiente -le sonrió Emma de malas formas a Karen. Se acercó a ella y le revisó el cuello- Ufff, eso no tiene buena pinta -puso su boca en el oído.
Se alejó riéndose y puso sus manos dn mi pecho.
-No sabes la alegría que me daría verte mañana fría en la cama -le dijo de mala gana a Karen.
-¿Qué acabas de decir? -la cogí fuerte de las muñecas, cabreado.
-¿De qué vas Derek? Suéltame -se quiso azafar de mí, pero yo no le dejé.
-No quiero que vuelvas a decir algo así -le susurré en el oído para que Karen no lo oyera.
-¿En serio estás defendiéndola? -ne exclamó por lo bajo- Es sólo una asquerosa humana... Debería de estar ya muerta -cuando dijo esa última palabra, la estampé contra el suelo- Derek... -se puso la mano donde se había dado el golpe.
-Sal de aquí -cerré los ojos, furioso. Volvió a pronunciar mi nombre- ¡Sal de aquí! -rugí. Emma se levantó, y con velocidad vampírica, salió de allí.
-Amo... -me llamó la voz débil de Karen. La pillé sentada en la orilla intentando ponerse de pie- No tenía que hacer eso...
-Karen -me moví rápidamente y me posicioné a su lado para volver a sentarla- Tienes que descansar.
-No... no tenía que hacer eso... Yo...
-Escúchame -le cogí su cara entre mis manos, y ella se calló al instante- Lo he hecho porque no voy a permitir que hable así -Karen me miraba con esos ojos azules brillando.
-Ha hecho eso por mí -soltó en un suspiro muy suave. Aunque más bien sonó como un jadeo.
Mis colmillos amenazaban con salir de la excitación que me entró en ese momento. No lo dudé más y le besé.
Extrañamente, nuestros labios encajaron a la perfección, como si hubieran sido hechos el uno para el otro. Me separé de ella para dejarla respirar, aunque a mí no me hacia falta.
-Ufff -gimió al separarnos y yo sonreí ante su gemido.
-Esa es la razón por la que te salvé -y volví a encajar nuestros labios, hundiéndonos en la lujuria.
ESTÁS LEYENDO
ESCLAVA DE SANGRE
Vampire¿Qué pasaría si un día cualquiera te cogieran y tu vida cambiara para siempre? ¿Qué pasaría si tuvieras que elegir entre tu vida o el que dice ser "tu amo"?