Capitulo 3

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- ¡Baja las luces! – gritó Gabriela. Golpeando el guardabarros delantero del auto de Federeico. Hoy, definitivamente no había sido su día.

- Perdon...- se disculpó él, dentro de su auto. Bajo la luces. Gabriela cruzo la calle rápidamente, salpicando el agua de la lluvia con sus tacones. – ¡oye! – gritó él, para que ella pudiera escucharle. - ¿te llevo?

Gabriela trago saliva. Respiró hondo. Tenía el cuerpo completamente mojado, las pantorrillas cansadas, la cabeza hecha una mier.da. Ella hecha una mier.da.

Corrió hasta la puerta copiloto del auto de ese hombre que ni siquiera conocía. Pero a esas alturas, eso era lo último que le importaba. Entro. Una pierna. Luego la otra. Cerró la puerta. Se secó el cabello, echando la cabeza para atrás. Federico miró de reojo. Así podía ver mejor las cosas... ella mojada, aquella blusa resplandecía su encantador sostén con esferas de colores. Le asentaba perfecto. Un ligero calentón invadió a Federico de pronto.

- ¿A dónde te llevo? – le preguntó él. Apretó el acelerador de nuevo, el semáforo había vuelto a verde.

- No lo sé... - susurró ella. Tenía la voz debilitada. – no tengo donde ir. – confesó. Lo miró, a pesar de la oscuridad de la noche, tenía que admitir que era hermoso
.

- Eso es malo... - se burló él.

- Muy malo. – le siguió ella. Colocó sus dos manos sobre su rostro. Si le contara al menos una pequeña cosa de las que había vivido hoy... - ¿sabes? Hoy todo se ha vuelto una mier.da
.

- ¿Cómo te llamas?

-
Gabriela Toscano. – le dijo ella, estiró su mano hasta él.

- Federico D'Elia. – le respondió él, estrechando su mano. Tocándola. Tocándola como hace unas horas lo había hecho. – y...Gabriela, ¿Por qué todo es una mier.da hoy? – se miraron. Ella sonrió.

- No creerías si te dijera que hoy han robado el lugar en donde trabajo, y que yo he sido cómplice de todo eso.

Federico quedó observándola. ¿Qué decirle? Solo actuar normal... él no sabía nada. Él no había hecho nada.

- Vaya ¿enserio?

- Sí. Todo un quilombo. Mi jefe piensa que yo estoy involucrada con uno de esos tipos y... me ha despedido, ¿genial, no?

Federico tragó saliva.

- Es un imbécil. No creo que vos
tengas que ver.

- No tengo que ver. Es solo que... yo he abierto la caja fuerte... yo era la única que conocía las claves.

- ¿Mala suerte?


- La peor.

- No es tan malo... seguro te aceptaran en otro lugar...

- Es malo, me han quitado hasta el departamento en donde vivía.

A
Federico le dio cierto regocijo en el estómago. Mierda, ¿era cierto? No se lo merecía en absoluto.

- Lo siento mucho...

- No tienes de qué, tú no tienes la culpa.


Un remordimiento más. Lo dejó pasar.

- Y... ¿Qué vas a hacer? – inquirió él.

- No sé. – volvió a decir ella. De una manera, su vida se había vuelto totalmente incierta en ese momento. No tenía trabajo. No tenía a donde ir y solo contaba con un poco de dinero, por la reciente mudanza.

- ¿Tenes donde dormir?

Gabriela abrió los ojos, pero no lo dio a notar. Apretó los labios y lo miró de reojo... que lindo
era... mucho...sus brazos contra el timón le estremecían. Le hacían querer tocarlos. Acariciarlos. A él. A él completamente. Mientras mordía sus labios, negó con la cabeza.
- Te...¿te molesta si duermes en mi casa hoy? No tengo problema. – dijo sin demostrarle alguna emoción. Quería parecer frío.

- ¿Tú y yo...

- Dormiré en el
living, no te preocupes.

Gabriela rio. Broma de mal gusto, ella no quería eso. Tal vez... tal vez se estaba imaginando otro tipo de escena...

- Claro, si no tienes problema... por hoy puedo quedarme.


TENTATION | TOSCALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora