Hoy robaremos el banco central. Hemos trabajado toda nuestra vida para aquello. Estamos preparados y completamente capacitados para la misión y las consecuencias que conlleva todo esto. Vos pensás que es fácil, pero no tenes ni idea. Hemos estudiado cada lugar, espacio y centímetro. Cada cifra se encuentra en nuestras cabezas. Todo está mecanizado y totalmente arreglado para el robo del siglo.
Entonces... entro al banco caminando sin ningún remordimiento.
- Buenos días. – saludo a la linda cajera que no ha dejado de mirarme desde que he empezado a caminar en dirección a ella. - ¿ya abrieron o llegue muy temprano?
- No, por supuesto, ya abrimos. – me sonríe. Se pone nerviosa y enseguida se acomoda el cabello tratando de llamar mi atención. Y no pierde el tiempo, lo ha logrado. Tiene un excelente cu.lo y unas caderas deseables.
- Ok.. – le digo con una sonrisa. Probablemente su tanga ya esté mojada. Una buena señal.
Camino hacia los asientos de espera. Abro el diario, que he traído y finjo leer mientras los trabajadores del banco empiezan a llegar y se instalan en sus puestos de trabajo. Lo siguiente, es la pieza clave.
- ¿Te molesto? – vuelvo a acercarme a la misma cajera. Miro su nombre en la tarjeta metálica que sobresale en su uniforme. - ¿Irene?- Mnh...- se lo piensa. Probablemente se va a negar primero. - no, claro que no, ¿te puedo ayudar en algo? – me equivoco. Me ha dicho lo contrario y eso no hace más que ayudarme en lo que estoy planeando.
- Bueno sí, tengo un problema... veras... soy nuevo en la ciudad, acabo de graduarme y mis padres me envían semanalmente dinero a la cuenta bancaria que tengo... el único problema es que no sé cómo retirarlo.
Irene se ríe. Se perfectamente lo que piensa. Que soy un niño recién salido de la secundaria que probablemente ni siquiera ha tenido sexo y que necesita la ayuda de alguien para retirar dinero de su propia cuenta bancaria. Cuanto se equivoca.
- Eso no es problema.
- ¿Me podes ayudar?
- Te puedo decir lo que tenes que hacer. Que es lo básico.
- Ok, comienza. – le sonrío. Ella no deja de mirarme. Tal vez no se ha tragado el cuento. Me mira de nuevo, algo pasa en sus ojos. Ha entrado en pánico. - ¿todo bien? – le pregunto, pero ella no responde. Al contrario, me agarra del brazo y hace que me voltee. Lo que veo a continuación es a tres hombres enmascarados disparando a las cámaras de seguridad. Uno de ellos cierra las puertas del banco, después de a verle disparado al tipo de seguridad – que cae al suelo en el acto-.
El robo, había empezado.
- ¡Abajo todos! – grita uno. Las pocas personas que se encontraban a esa hora de la mañana se tiran al suelo, sin reclamar. Una mujer grita, el tipo enmascarado coloca el arma sobre la cabeza de esta. – o dejas de gritar, o te lo pasas mal. – la amenaza.
- Dame el dinero. – uno de los tres, se encontraba dialogando con otra cajera del lugar. - ¡que me lo des, carajo! – grita. La cajera se asusta y tira todo el dinero hacia la bolsa del tipo. El dinero cae, el tipo enmascarado sigue avanzando hasta llegar a la caja de Irene.
- Ayúdame... - me susurra ella.
- Ayúdame tú. – le digo yo. De un momento a otro, ella no entiende nada. Está confundida y me lo hace notar. Vuelvo a mirarla, ha reconocidos mis ojos y saben perfectamente lo que voy a decirle. Y eso mismo hago, Martín me alcanza un arma. La atrapo, Irene me mira. Está a punto de ponerse a llorar. – lo siento mucho, enserio. – me coloco una máscara también. Solo ella sabe quién soy.
Le apunto la cabeza, mientras Martín se encarga de desvalijar cada espacio de las cajas fuertes. Pero aún falta la mayor. La que está justo detrás de las cajas menores.
- Dime la clave. – le digo aún estando tranquilo.
- Yo... yo no lo sé... te lo juro... - dice con dificultad. No miente. Su voz está temblando y sus ojos están a punto de llorar. Me quejo por dentro, ¡es ella quién debería saber las combinaciones! ¡nada debería estar fallando! La tiro contra el suelo y vuelvo a apuntarla sin temor alguno.
- ¿Quién sabe las combinaciones? – le pregunto gritando. Ella se asusta aún más, niega con la cabeza mientras sus lágrimas empiezan a caer descontroladamente. - ¡dime! – grito una vez más.
- Yo...
Una voz detrás de mí hace que voltee en el acto sin dejar de apuntarle a Irene. Es una mujer, está tendida sobre el suelo con las manos amarradas sobre la espalda. Levanta la mirada. No puede verme, estoy encubierto. Pero yo sí a ella. Es diferente. Miro sus ojos. Su boca. Su piel. Trago saliva. Ella no está en mis planes... no la he estudiado y mucho menos. Algo falla, ¿es nueva? Mojo mis labios. Mierda, es preciosa.
- Levántate. – le ordeno, pero tengo que ayudarla. Agarro su brazo bruscamente y ella se levanta con dificultad. La toco. Hago que se acerque a mí a propósito, empujándola con la fuerza de mis brazos. Ella no puede verme. Pero trata de buscar mis ojos. Los encuentra. Nos estamos mirando. Giro su cuerpo rápidamente y bajo la mirada para fijarme en su bonito cu.lo envuelto en esa falda que todas las cajeras de ahí utilizan. La aprieto. Estoy oliendo su cabello. Frutas. Es delicioso. Me encanta. Sí, sí... me encanta. – ayúdame con esto, y no te pasará nada. – logro decirle. Ella cierra los ojos con fuerza, sus manos están temblando. Me doy cuenta que todos – Martín, Sebastián y Gonzalo- me están mirando, todo depende de mí y de las combinaciones que ella sabe para abrir la caja fuerte.
Caminamos juntos, ella pegada a mi cuerpo y sin despegarse. Llegamos a la gran caja fuerte sin problemas. Martín le grita a un par de personas que no dejan de llorar. Los demás se dedican a amenazar y a calcular el tiempo que tenemos para salir de ahí antes de que la policía llegue.
Entonces... se pone a llorar.
- No puedo... - susurra, baja la mirada y deja que sus lágrimas caigan. Está nerviosa.
Hacelo. Podes,. Hace que esta tarea sea sencilla para mí, no quiero hacerte daño. Agarro su mano derecha, junto a la mía se quedan unidas por un buen rato. Siento su calor. La coloco contra el resalte de la caja fuerte. Está temblando. Pero logra poner la combinación y el pestillo se desbloquea. La puerta se abre. Martín y Sebastián entran de inmediato, agarran lo que pueden y salen.Hay una puerta trasera. Justo como lo estudié. Gonzalo la abre y los demás salen a una velocidad máxima. Y yo... yo la suelto, la dejo ir, a pesar de que está llorando. La tumbo sobre el suelo. La miro una vez más... ella no puede verme... no puede saber quién soy... me está mirando... lo extraño es que ninguno de los dos imaginó que después de ese día, de ese momento, las cosas cambiarían para siempre.
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Bueno espero que les haya gustado, estoy probando a ver que onda si le gusta este tipo de novela o que, lo mejor viene mas adelante.. yo se lo que les digo!
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TENTATION | TOSCALIA
ActionJamas pensó que enamorarse, le costaría tan caro. ADAPTADA Derechos de autor a: @SKYNOTHELIMIT