Capitulo 40

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  ¿De verdad podría estar con un hombre como Federico? Una duda que tenía en la cabeza y que no saldría de ahí hasta que ella misma pudiera resolverla. Pero ya tenía la respuesta. Federico le encantaba. Tanto... muchísimo, que había dejado todos los problemas y defectos a un lado para fijarse en lo que sentía por él. Eso era más fuerte, juraba. ¿Pero y si en algún momento se arrepentía de estar con él? ¿Eso podría pasar? ¿Qué haría? ¿Podría alejarse de él como pensaba? ¿Y si después de saber su secreto... lo que tenían dejaba de funcionar? ¿Y si él se alejaba de ella? ¿Y si mentía de nuevo? ¿Y si volvía a desconfiar de él? ¿Cómo estaría segura de cada cosa que Federico le dijera?

- ¿Terminaste? – una voz al frente de ella la hizo volver a tocar tierra.  Gabriela se sobresaltó y abrió un poco más los ojos.

- Sí, sí... en un momento termino. – le dijo a Blanca, la secretaria de su nuevo jefe.

- Me llevas los papeles a la oficina ¿dale?

- Si. – respondió Gabriela. Blanca salió de su pequeña oficina y tiró la puerta al salir. Todavía no lograba llevarse bien con Gabriela. Cuando esta miró el monitor, notó que ni siquiera había avanzado la mitad de lo que le habían ordenado aquella tarde. Se estiró sobre la silla giratoria y dejó salir aire. Al subir la mirada, se encontró con los grandes ojos de Max, que había abierto de la puerta silenciosamente. – Ho...hola... - dijo ella con dificultad y ligeramente sorprendida.

- Hola bonita.

Aquella frase hizo que la piel de Gabriela erizara.

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- Tentation no va a ser lo mismo sin vos. – dijo Sebastian Se sirvió un poco más de cerveza y se tomó todo al primer sorbo.

Federico sonrió y bajó la vista, de la misma manera, sirvió un poco de cerveza a su vaso y tomó de ella.
- Se va y sin decirle nada a nadie... - susurró Gonzalo, que fumaba desde el otro extremo de la mesa.
- Y nadie tiene porque saberlo, ni siquiera notarán mi ausencia.

- No sabes lo que decis. – intervino Martin.

- Oh...¿te entristece que Fede se vaya? – Sebastian le apretó una mejilla, Martin terminó por golpearle el brazo. Gonzalo rio y soltó humo de su garganta hacia el techo.

- Me entristece que la cajera se vaya a quedar con él sin siquiera habernos conocido.
Federico frunció el ceño.

- ¿Pensas que si te hubiera conocido te hubiera elegido a vos?

- Tal vez. – los cuatros rieron. Pequeñas risas que quedarían grabadas en la memoria de Federico después de aquel día.

- ¿Le vas a pedir que se vaya contigo? – preguntó Gonzalo.

- Es lo que quiero. – le respondió Federico. Sus palabras eran ciertas. Lo que más quería en ese momento era escuchar un "sí" de los pequeños labios de Gabriela. Un "sí" que haría que se la llevara lejos. Solos. Los dos. Sin importar el mundo.

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- ¿Cómo te dejaron pasar? - Gabriela se puso de pie.

- Les dije que venía a dejarte algo, ¿Por qué?

- Ya sabes... soy nueva. – subió los hombros y sonrió ligero. Aquello fue lo más bonita que Max hubiera visto jamás. Es que ese día, solo tenía un propósito. – no permiten visitas a los nuevos.
- Todos te extrañamos en el otro banco...¿sabes? Tu lugar es ahí...

Ella mordió sus labios enternecida por sus palabras. No iba a mentirle, extrañaba su anterior trabajo y el ambiente que conllevaba ese.

- Todo te extrañan... en especial yo.

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- ¿Y qué pasará? – preguntó Martin. JFederico pensó de inmediato en una respuesta. Sus ojos se pasaron entre la gente del bar. Gente que conocía. En la barra, Sebastian y Gonzalo pedían dos tragos. Extrañaría a ese par de idiotas. Se le hizo difícil respirar en ese momento. Y a su costado, Martin, el tipo con el que las anécdotas, se habían hecho las mejores aventuras de su vida. Su mejor amigo. – quiero decir... - soltó aire y dejó salir la tensión. - ¿ni siquiera llamarás una vez por semana?
Federico rio fuertemente y empujó su brazos con el suyo.

- No voy a olvidarme de ustedes. – dijo y tomó de su cerveza. – pero no voy a llamarte una vez por semana.

- Era un decir, tampoco es que quiera.

- Sí, claro...

- En enserio.
- Ya.

- Y si quieres... Gabriela y tú me pueden visitar. – lo miró y sonrió al terminar de pronunciar el nombre de ella. – pero si quieres, ella sola y se queda a dormir...

- Consíguete a tu chica.

- Es que la tuya está buena.

- Pero es mía.

- Okey Romeo... - le respondió. Federico lo miró mal. - ¿quién iba a decir que te vería así por una mujer?

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- Yo también los extraño. – dijo tratando de desviar el tema. Los ojos de Max no mentían. Y ella había empezado a percatarse de lo que estaba buscando.

- ¿Y a mí? – se le acercó poco a poco, rodeando el escritorio y llegando hasta ella.

Gabriela trató de retroceder, pero la pared trasera se lo impedía, por lo que al volver la vista... se encontró con Max. Muy junto. Pegado a ella. No había centímetros que lograran separarlos. Y tampoco para el beso que él había empezado a darle.

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- Hacela feliz. – las palabras de Martin hicieron que la atención de Federico se centrara en él. – si hubiera sido cualquier otra mujer, tal vez no te hubiera aceptado al contarle la verdad. – Federico asintió. Parte de eso era verdad. Gabriela era especial. Especial desde el primer momento. Desde que la había mirado y había tocado sus manos. - Y si tiene hermanas, que me presente alguna.

- Después de haberte visto no creo que quiera.

- Cállate.

Federico volvió a reír. A su alrededor, el ambiente seguía igual. El mismo bar de siempre con las mismas personas. Y él también. Sentado junto a Martin. Pero algo había cambiado, tal vez no superficialmente, pero sí en su interior. Sus pensamientos. Su propio carácter. Su corazón. Su forma de ver las cosas. Tal vez ahora ya no sentía que la vida lo llenaba de problemas, sino que lo había llenado de uno solo... uno con nombre y apellidos. Un problema que le llenaba el corazón. Que lo ponía mucho. Que lo excitaba de ciertas maneras. Que lo hacía sonreír de un momento a otro. Que lo había hecho dejar de fumar en su presencia. Que lo había hecho cantar por ella. Un problema llamado Gabriela Toscano. El mejor problema de su vida.

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- No... - Gabriela se separó. Los labios de Max quedaron estirados y aún listos para ella. Sin embargo, esta se volteó y le dio la espalda totalmente avergonzada.

- Yo... sé que acabas de terminar con él... y que probablemente no queres nada con nadie... pero te juro que yo no voy a fallarte de la misma manera. – con sus dedos recorrió los brazos de Gabriela. Su tersa piel. – soy muy diferente a ese tipo.

- Perdon. - Gabriela se giró. – Federico... él y yo... nos hemos visto de nuevo... - trató de decirle. Poco a poco, la expresión de Max cambiaba de color. – creo que... - cerró los ojos y respiró hondo. – no lo sé... vamos a intentarlo de nuevo...  


TENTATION | TOSCALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora