Capitulo 43

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  - ¿Irnos? – preguntó ella, entreabriendo los labios. Dando a entender su inmensa sorpresa. No podía creer que eso que ambos estaban teniendo, se estuviera convirtiendo en algo cada más grande.

- Sí. – respondió Federico. Tenía los nervios en la garganta. Con ella experimentaba cosas tan extrañas. Cosas que nunca había experimentado antes. Como ahora, que no podía con sus propios sentimientos. – quiero... te juro que quiero irme con vos Gaby, y sé que es apresurado, porque probablemente vos...

- ¿Yo qué?

- Vos no confíes en mí. Y te entiendo.

- Pero...

- Déjame hablar a mí. – le pidió. Gabriela asintió. Los preciosos ojos celestes de Federico brillaron en la oscuridad. Buscó las palabras adecuadas. Quería y deseaba con toda su alma irse con ella a donde le pidiera. – sé que tenes a muchos hombres detrás...

- ¿Qué...?

- Y también lo entiendo. Sos preciosa, inteligente, divertida y... y tan... - tragó saliva e intentó no desconcentrarse mucho con lo que le iba a decir. – tan jodidamente buena en la cama...

- ¡Federico!

- Y todo eso te hace perfecta.

Las mejillas de ella enrojecieron repentinamente. Sabía que tenía la mirada de Federico fijamente en ella y en su rostro.

- Y me gustas. Desde el primer momento en que te vi lo supe. Pero soy muy idiota y... cometí errores. – tragó saliva y apretó un poco los labios. Sentía su corazón abrirse y perpetuar sus pensamientos en aquellas palabras. – te quiero mucho. Y no deberías dudarlo, me pelie con muchísima gente por vos, y lo haría mil veces. Te lo juro, no me arrepiento de nada.

- Fede por favor... - susurró ella. Cada letra que salía de la boca de Federico, solo hacía desearlo más y más.

- Te amo. – apretó un puño debajo de las sábanas, así Gabriela no notaba lo tenso que se encontraba. - Pero no lo supe hasta después de sentir que te perdía para siempre. – ella sonrió tímidamente y se acercó a los labios de Federico para besárselos. –y quiero que seas mía. – ambas miradas de tocaron, al igual que sus labios. Varios segundos de silencio entre los dos, donde solo podía escucharse el sonido de sus labios jugando entre ellos. Federico se separó. – que voy a cambiar... y que no voy a dejar que otro tipo, de esos que mueren por vos, te saque de mi vida.

Gabriela soltó un suspiro. Sus ojos bajaron la mirada y se dedicó a pensar en su respuesta. Pero Federico continuó.

- Voy a dar todo de mí para cambiar, gatita. – insistió una vez más. La piel de Gabriela se erizó por completa al oírlo llamarla así. Cuánto le gustaba, solo viniendo de él.

- ¿Y si... y si algo sale mal? – preguntó ella con un hilo de voz.

- ¿Cómo qué? – le respondió él, acoplándose a sus susurros. Le acomodó un mechón de pelo y se quedó un buen rato mirándole los labios.

- También hay muchas mujeres que mueren por estar con vos, Fede, y yo...

- ¿Vos qué? – sus dedos recorrieron lentamente la piel de Gabriela. Erizándola a cada paso que daba. Así, hasta llegar a su cuello. Se lo tocó. Suave. Tan tercio. Deseaba tocarlo mucho más con sus labios.

- No quiero que...

- ¿Penas que te voy a engañar?

- La verdad sí... - dijo y sonrió al ver el semblante de Federico.

- ¿Es enserio Gabriela?

- Pero no te ofendas.

- Acabas de decirme que besaste a Max, pero yo soy el infiel.

- Fue un accidente, mi amor. – se le acercó un poco más, chocando su nariz con el mentón de Federico.

- Yo también puedo tener accidentes.

- Vez.

- No te engañaría.

- Lo decis ahora...

- Bueno, no me creas, todo bien. – se cruzó de brazos e hizo que  Gabriela se despegara de él en el acto al ponerse boca arriba.

Gabriela se rio bajito, aun así Federico pudo escucharle.

- ¿Te enojaste?

- No.

- Fede...

- Si pensas que soy un mujeriego, te equivocas. – volteó la mirada y encontró con una Gabriela sarcástica mirándolo también. – capaz sí lo fui... pero no más.

- Y yo te creo.

- Si te vas conmigo... - volvió a colocarse de costado para poder pegarse a ella. Esta vez mucho más cerca. Tanto, que pudo rozar sus labios lentamente contra los de  Gabriela. Suave. Un tacto preciso y excitante. – no voy a fallarte.

Ella le besó los labios. Federico abrió un poco más la boca y decidió morder el labio inferior de Gabriela y estirarlo lentamente. Dejándolo libre, volvió a comerle la boca con todas sus ganas. Esta vez apretando su pequeño cuerpo entre sus manos y haciéndolo cada vez más suyo. Un gemido se apoderó de la noche, proveniente de Gabriela.

- Te quiero solo para mí, gatita... solo para mí... para nadie más...

- Y yo... - le correspondió ella, ligeramente agitada.

- Vámonos juntos, lejos, que nadie nos encuentre nunca. – le propuso una vez más.

Una vez más Gabriela trató de pensar la respuesta que le daría. Una que haría que su vida cambiara para siempre. La propuesta más tentadora que no había recibido jamás.

- Sí... - susurró primero. – acepto... - dijo más fuerte. – quiero irme con vos. – le apretó las mejillas y le besó los labios tan suavemente como pudo. – llévame lejos de aca, Fede.  


TENTATION | TOSCALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora