Capitulo 29

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  - ¿Crees que me vayan a aceptar? – le preguntó Gabriela.

- ¿Viste la cara que puso cuando vio tu curriculum? Ya estás dentro.

- No era la mejor que había ido.

- Tene fé.

Ambas entraron al departamento de Gabriela después de que esta haya abierto la puerta. La cerró y se  saco el abrigo que traía puesto.

- Ponete cómoda, voy a dejar esto. – señaló el abrigo y caminó hasta el pasillo de habitaciones. Adriana se sentó en el sofa.

Entró a la primera puerta del pasillo. Su habitación. Encendió las luces y tiró el abrigo sobre la cama.

- ¿Tenes visita? – le preguntó Federico desde el balcón. Tiró el cigarro sobre el suelo y exhaló el humo hacia el exterior.

Gabriela dio un pequeño saltito y entreabrió los labios suavemente.

- ¿Qué haces aca?

- Hola bonita. – le saludó él, con una sonrisa preciosa en los labios. Caminó desde el pequeño balcón hasta donde ella se encontraba. Colocó ambas manos sobre sus caderas y la besó en la boca suavemente. Las manos de Gabriela intentaron palpar la puerta de su habitación por detrás. Cuando lo hizo, la cerró rápidamente sin dejar de besarlo. - ¿me extrañaste?

- ¿Tenes que entrar siempre por mi ventana? – le preguntó en medio del beso.

- Se me da mejor por ahí.

- Estás loco.

- Loco por vos.

Ella se ruborizó completamente.

- Loco... muy...muy loco por vos... - introdujo su lengua suavemente a la boca de Gabriela, que no estaba preparada para recibirlo. Así que chocó con su sonrisa.

- Fede...

- ¿Mnh? – apretó aún más sus caderas con las manos y continuó besándola más y más intensamente. Sin detenerse. Estaba desesperado. Hace dos días que no se veían, Gabriela  había tenido que arreglar el tema de su trabajo y conseguir otro en ese lapso.

- Tengo visita...

- ¿Quién? – le preguntó. Y se detuvo, al menos por un segundo.

- Una amiga... - le susurró ella. Sus manos se entrelazaron atrás de la nuca de Federico.

- ¿Y es importante?

- Bueno...

- Es que te extrañe muchísimo.

Gabriela tragó saliva y mordió su labio inferior sin darse cuenta. No podía con un hombre así. Tan tierno. Tan estúpidamente pervertido. Tan él.

- Yo también, mi amor. – le rodeó las mejillas con las manos y se comió sus labios a besos pequeños. Cortitos. Suaves. Aquellos que hacían que a Federico solo le aumentaran las ganas.

- Entonces... no hay mucho que pensar... - la cargó de las caderas e hizo que sus pies dejaran de tocar el piso. Los labios de Federico besaron lo más cercano que tenía ahora, los senos de ella.

- ¡Bájame! – gritó ella, pero no le molestaba. Al contrario. Su cuerpo había entrado en calor. Federico rio fuertemente. No la bajaría. Podría tenerla toda la vida ahí y no se cansaría. – Fede  por fa...
Adriana abrió de pronto la puerta de la habitación de Gabriela. Cuando lo hizo, sus ojos se abrieron, enrojeció y debió la mirada.

Federico dejó caer a Gabriela sobre el suelo lentamente. Esta también enrojeció. El único que parecía pasarle de puta madre ahí, era el.

- Adriana él es...

- Federico. – se presentó solo. Se acercó y apretó las manos con Adriana. – Federico D'Elia.

- Hola... - por varios segundos, quedó hipnotizada con el color de sus ojos. Celestes. Celestes perfectos. Claros y con un toque de cielo. Con un toque dulce que provocaban mirarlos toda la noche. Precioso. Deseables. – yo... tengo que irme... - le sonrió a Gabriela.

- ¿Segura? – pregunto esta. La verdad no tenía muchas ganas de saberlo.

- Sí. – afirmó Adriana. – no te preocupes, tomo un taxi. – sonrió y aprovechó que Federico había bajado la mirada. Un "me lo cuentas todo" inaudible salió de los labios de Adriana, Gabriela asintió y sonrió a la misma vez. – chau Federico. – sonrió también. Este solo levantó una mano y se despidió. Segundos después, Adriana había desaparecido de aquel departamento.
Gabriela se volteó a mirarlo.

- ¿Por qué me miras así? – le preguntó al percatarse de que observaba sus ojos fijamente.

- ¿Qué tenías con Max?

Gabriela enarcó una ceja. No se esperaba esa pregunta.
- Nada.

- ¿En serio?

- ¿No confías en mí?

- Sí... sí es solo que... es bueno preguntar.

- ¿A sí?

- Sí. – afirmó él. Desvió la mirada de los ojos de Gabriela . No quería que notara sus celos. – ahora sos mi chica. – se acercó a sus labios y se quedó ahí... sin besárselos todavía. – mía. – dijo fuertemente.

- Tuya. – susurró ella. Que había abrazado su espalda sutilmente.

- ¿Sabes? – también abrazó su espalda, pero también dejó caer sus manos hasta el último centímetro de esta... rozando parte de sus nalgas. – quería invitarte a cenar...

- ¿En serio? - Gabriela abrió los ojos.

- Sí. A donde vos quieras. –Ella lo besó en la boca. Haciendo que Federico sufriera de una erección rápida. Que ganas de hacer el amor tenía esa noche. Que ganas le tenía a ella. Apretó un poco más su cuerpo, Gabriela soltó un gemido inocente. Pero Federico lo pensó de otra manera. Quería escucharla gemir de otra manera y... por otra cosa. Ese pensamiento solo hizo que su erección creciera. – y después... cuando volvamos, capaz... - la besó de nuevo. – vos y yo...

- Sí, sí... - susurró ella. Un tanto agitada. Federico tragó saliva. La escuchó jadear al sentir como la apretaba fuertemente contra su cuerpo.

- O tal vez mejor ahora mismo... - cargó su cuerpo de nuevo y caminó rápidamente hasta la cama de Gabriela. Tumbándola sobre ella y colocándose encima. De inmediato, sus labios bajaron a besarle los senos. Ella elevó las caderas inocentemente, chocando con la inmensa erección de Federico. Gimió. Esta vez con ganas. Y por él. Justo como quería.

- Mejor... Fede... - le llamó, este levantó la mirada. – cuando volvamos ¿sí? – le pidió. Aunque no estaba segura de lo que decía. Ella misma deseaba con toda el alma quedarse y hacérselo suavemente.

El tragó saliva. Soltó aire y bajó la mirada para relajarse... tenía una bonita vista haya abajo... los senos de Gabriela lo ponían muchísimo.

- Cuando volvamos, voy a comerte toda, gatita. 


TENTATION | TOSCALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora