Capitulo 37

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Federico abrió la puerta de su departamento.

- ¿Puedo pasar? – le preguntó ella. Enarcó una ceja y lo miró fijamente a los ojos. De alguna manera logró intimidarlo muchísimo.

- Sí, pasa... - abrió un poco más y la hizo pasar, cerrando la puerta detrás de ambos. Respiró hondo en silencio y la observó de espaldas unos buenos minutos. Minutos que no dudó en disfrutar. Sonrió al imaginarse muchísimas cosas de un momento a otro con solo divisar su bonito trasero.
Gabriela lo escuchó reírse por lo bajo y volteó al unísono.

- ¿Te molesta que haya venido? – le preguntó de nuevo. - ¿acaso hay algo más que yo no sepa?

- No.- negó Federico rápidamente. – y tampoco me molesta que vengas. – sonrió ligeramente, visualizando sus labios. Logrando que estos también sonrieran poco a poco, acoplándose a su sonrisa. – no me molesta verte aca... - se acercó a ella a pasos pequeños. Gabriela subió la mirada. – me encanta ¿sabes? – mojó sus finos labios e hizo que Gbriela se calentara un poco al verlo hacer eso. – lo pensé y dije... que los demás vean lo sensual que es mi novia... - quiso abrazarle la cintura, pero ella se apartó de repente.

- No soy tu novi...

- ¿Por qué? – se atrevió a preguntarle él. Muy dentro de sí, aquella frase incompleta lo había frustrado de una manera tremenda.

- Te dije que lo iba a pensar.

Federico soltó aire y le dio la espalda por unos minutos. Cerró los ojos con fuerza y dejó que toda esa frustración y desesperación se le pasara. No había nada en ese momento que quisiera más que estar con ella. Que saber que era suya. Que saber que no la iba perder por culpa de otro tipo, por alguien mucho mejor que él.

- Y lo pensé... - Gabriela se acercó a él y acarició su espalda con sus pequeñas manos. Federico se estremeció por completo. Tensó los músculos y fue aún peor, cuando el aliento de Gabriela chocó contra su cuello. – lo pense muy bien. – susurró pegada a su piel. La piel de Federico se erizó por completo.

- ¿Sí? – logró preguntarle él, con la voz ligeramente ronca y a punto de cambiar de tono totalmente. Se volteó. Sus narices se rozaron. Sus labios también.

- Sí... - contestó Gabriela, concentrada en la pequeña boca de Federico.

- ¿Y qué pensaste? – esta vez sí logró abrazar su cintura. La pegó a él. Necesitaba mucho vivir esa sensación de nuevo.

Los ojos de ella miraron el suelo. Dio un respiro y subió la mirada. Federico la esperaba ansioso.

- No sé por qué... - susurró. – pero estoy enamorada de vos. – sonrió ligeramente y antes de mirarlo a los ojos, siguió hablando, aumentando la velocidad de sus palabras cada vez más. – perdóname por todo lo que dije. Estaba molesta. Vos... no sabes lo mucho que me afectó el hecho de que me hayas engañado y...

- Lo sé...

- Y te juro que me prometí a mí misma que no te volvería a ver pero...

- Gaby...

- ¿Qué?

- Me lo merecía. – sus manos bajaron lentamente hasta el borde de su camiseta, subiéndosela y escabullendo sus manos bajo ella. Tocando la piel de Gabriela suavemente. Sus dedos conectaron sus sentidos muy rápido. Una erección. Tragó saliva. No iba a arruinar ese momento. – tengo... tengo muchos problemas, muchísimos... - ambos se miraron y sostuvieron la mirada por largo tiempo. – soy un tipo impulsivo, horrible, que apenas sabe controlarse cuando algo le sale mal. – apretó las caderas de Gabriela e hizo que esta se eleve, cargándola y colocando sus pies sobre los suyos. – que ama meterse en problemas y que no le gusta Maroon 5... - ella entreabrió los labios, sorprendida. – pero que fingiría una y mil veces que ama esa banda, si la chica que le gusta se fija en él. – un beso. Pequeño. Sutil. Más bien un roce de labios profundo. Federico se despegó. – un tipo lleno de problemas... pero que cuando quiere algo, no lo deja... se aferra... y lucha hasta poder conseguirlo... y aún más cuando se enamora. - Gabriela bajó la mirada, sus mejillas habían enrojecido. Cuando pudo subirla, Federico había besado sus labios sin previo aviso. Un beso mucho más grande que el anterior. Y ella le correspondió. Sus manos enredaron su cuello y se aferró a él mientras las manos de Federico cargaban su cuerpo y lo llevaban de camino a su habitación. Gabriela abrió los ojos en medio del camino. Aquel olor le hizo recordar muchas cosas. La primera vez que habían hecho el amor en esa habitación. La primera vez que también se habían conocido. Federico soltó su cuerpo al estar sobre su cama. Y de nuevo aquel olor... suave pero a la vez tan seductor. Estiró los brazos y frotó sus brazos sobre las sábanas de su cama. Mientras este se quitaba la sudadera aún puesto de pie. Relamía sus labios y tensaba la mandíbula tratando de controlar sus propios impulsos. Gabriela lo hacía volverse tan salvaje. Se tumbó sobre ella. Un gemido de parte de su dulce boca. Federico le besó y abrió un poco más sus labios para que ella pudiera introducir su lengua dentro de él. Y así lo hizo. Sabía cómo besarlo y de qué manera excitarlo descomunalmente. Más abajo su erección hablaba por sí sola, chocando los shorts de Gabriela. – quiero... quiero comerte...

Mientras susurraba aquella frase, sus dedos viajaron por todo el vientre de ella hasta llegar al borde de sus shorts. Los desabrochó lentamente, sin agitarse más, bajó su cremallera y poco a poco ayudó a que los shorts bajaran hasta la altura de sus pies. Ahora fue él quien bajó la mirada, la tanga de Gabriela lo ponía muchísimo. Tragó saliva.

- Déjame hacer algo por vos... - antes de irse, le besó los labios una vez más con desesperación. Su lengua pronto probaría algo más que solo la boca de Gabriela. – creo que te lo mereces, por todo. – ella soltó un gemido. Al sentir la respiración de Federico inspeccionar entre su tanga, imaginó lo que este estaba a punto de hacerle.

- ¿Qué...qué cosa? - preguntó ansiosa. Pero sabía claramente lo que vendría.

- Mi lengua va hacerte algunos favores.
Aquella frase hizo que se estremeciera de pies a cabeza. Y entonces, los dedos de Federico bajaron la tanga de ella tomandola desde los extremos. Pudo sentir lo húmedo que todo estaba ahí abajo. Lo caliente que estaba. Deseosa. Salvaje.

- Mnh... así está perfecto... - le dijo al notar lo mojada que estaba. – como me gusta todo esto... - sus labios se juntaron y le besaron el monte de Venus. Gabriela hizo la cabeza para atrás, retorciéndose en su sitio. – ni siquiera empece, gatita. – le avisó al notar lo tensa que se encontraba. Sonrió victorioso y apretó los muslos de Gabriela con sus manos. – abre más las piernas. – susurró. Ella hizo caso a sus palabras. – eso es... - sus labios volvieron a interceder en su vientre, pero esta vez bajando un poco más hasta su clítoris. Un beso suave. Sabía que utilizar. Y en qué punto. Cómo. Cuando. Justo ahora y ahí... su lengua se introdujo lentamente entre los labios genitales de ella, subiendo... subiendo más y más. Gabriela enredó sus dedos entre los cabellos de Federico.

- ¡Sí! oh... sí... Fede... - levantó más las caderas. Todo su cuerpo y mente estaban a su disposición. - ¡más! – rogó entre gritos desesperados. Federico subió un poco más. Llegó a tocar su clítoris fuertemente con el tacto húmedo de su lengua. Un remesón. Gabriela volvió a gritar su nombre, esta vez más fuerte. Había encontrado su punto débil, y no pararía hasta escucharla gritar por lo mucho que se corría. 


TENTATION | TOSCALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora