Capitulo 11

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  Apartó su tanga e hizo que Federico se metiera en ella sin previo aviso

- Eso es... - elevó las caderas, metiéndosela aun más. Gabriela hizo lo contrario, aplastándose aún más. – eso es... - indescriptible. A continuación, sentía que un espasmo le recorría el cuerpo de pies a cabeza. No podía controlarse. Era muchísimo. Cada sentimiento y sensación eran un remolino interior. Una lucha consigo mismo por no salirse por completo de control. Gabriela se inclinó un poco, moviendo sus caderas en círculos. Las manos de ambos se rozaron intencionalmente, y él hizo que el acto se completara al entrelazarlas con las de ella.
Gabriela soltó un gemido.

- Más... - murmuró. Federico alzó un poco más las caderas, sintió como las pequeñas manos de Gabriela apretaban las suyas. - ¡oh! – gimió ella una vez más. No había nada que le excitara más que verla así. Cada faceta suya era fantástica. Nunca había disfrutado tanto como con ella. Asimilaba cada gemido, cada movimiento, cada gota de sudor, cada grito, cada apretón... todo...

Bajó las caderas, Gabriela soltó un respiro que estuvo acompañado con otro gran gemido que salió de sus labios. Federico la había penetrado de nuevo y sin ningún aviso. Aquello le encantaba. Él... él le encantaba. Todo. Y entonces... pensaba...¿quién es él? mordía sus labios mientras Federico continuaba acelerando el paso de sus embestidas. Y ella gemía...pero pensaba...¿de dónde ha salido? Y él continuaba. Le había atraído con la fuerza de sus manos hacia él, haciendo que se acueste sobre él. Sus senos chocaron con sus músculos. A la misma vez, sus rostros quedaron juntos...mirándose. Y un pensamiento más, una pregunta más: ¿Por qué ha aparecido justo ahora?

- ¿En qué pensas? - le preguntó él. Su voz estaba agitada, y su rostro dejaba caer la primera gota de sudor. Gabriela tragó saliva. No se había percatado, pero las manos de Federico le abrazaban los muslos.

- En vos...

- ¿Por qué?

- ¿Quién sos?

Federico soltó una sonrisa. A Gabriela se le hizo difícil aguantarse las ganas de besarlo. Era hermoso.

- ¿Por qué me preguntas eso de pronto? - suavemente, acarició la piel de Gabriela sobre sus piernas. Ella se mojó los labios, y al hacerlo, recibió un pequeño beso de parte de él.

- Quiero saber de vos...

- No, no queres...

- Quiero. – repitió.

- ¿Por qué? Así estamos muy bien. – volvió a besarle la boca, sin separarse de ella ni un solo centímetro.

- Porque necesito saber de vos. – le contestó ella.

- ¿Y es necesario?

- Mucho.

- Ya... - respiró hondo y pensó un poco en que decirle.- tengo cuatro hijos, uno de ellos me abandonó, pero los demás viven conmigo.

- ¿Qué? - Gabriela abrió los ojos, instintivamente quiso separarse de él. Pero Federico la apretó aún más.

- Que tengo ganas de vos.

- No dijiste eso...

- Pero es verdad, justo ahora...tengo muchas ganas de hacerlo de nuevo... - se inclinó un poco para alcanzar su boca. Juntándola con la suya y humedeciendo su dulce aliento con el de ella. Movió los labios de Gabriela, comiéndoselos suavemente. – no tengo cuatro hijos... - sonrió mientras la besaba.

- Sos un estúpido, me asustaste.

- ¿Por decirte que me calentas mucho?

Ella enrojeció de nuevo.

- No... por eso... no... por decirme que tenías cuatro hijos...

- ¿Entonces te parece normal que te diga que me provocas, verdad? Es tu culpa. Mírame, me has desnudado. – ambos bajaron la mirada, el cuerpo de Federico estaba desnudo de las caderas para abajo. Ella cerró los ojos y rio junto a él. Escondió su rostro en el cuello de Fede. Este acomodó sutilmente su cabello tras la oreja, al hacerlo Gabriela se levantó para mirarlo. - ¿tenes novio?

Su corazón palpitó con fuerza. La adrenalina golpeó todas sus emociones.

- ¿Crees que si lo tuviera estaría haciendo esto con vos?

- Tal vez...

- No soy como vos pensas.

- Es que esto ha sucedido tan rápido, no sé...

Y de pronto... su ánimo se vino por los suelos. ¿Qué estaba insinuando Federico?

- ¿Pensas que soy una zorra, verdad?

- Yo no di...

- Tenes razón, lo soy. Soy una completa zorra por haberme acostado con vos, sin antes a verte conocido.

Se colocó de pie, soltándose de los brazos de Federico. Tuvo que voltearse, mientras este se subía los pantalones de nuevo.

- Oye... yo no...

- No tenes que decir nada. – le interrumpió ella. Jamás en toda su vida se había sentido tan avergonzada como en ese momento. ¿Pero que había hecho? Se había acostado por segunda vez con un tipo que no conocía. Tenía todo el derecho en insinuarle que era una zorra. Aunque él... ni siquiera lo pensara.

- Déjame hablar. – le pidió Federico. Pero ella seguía dándole la espalda. - ¿Gabriela? – ella cerró los ojos. No quería escucharlo.

- Andate ¿sí? por favor...


TENTATION | TOSCALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora