Capitulo 41

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  Se puso un corpiño antiguo y una bombacha. Revisó entre su ropa interior por si encontraba algo más cómodo que aquello, pero le fue imposible, todo estaba tan desordenado. Puso sus manos sobre la cintura y frunció el ceño. De pronto, alguien tocaba sus manos, tratando de tocar su cintura de igual manera. Gabriela abrió ligeramente los labios y el pulso le corrió rápido.

- Hola mi amor. – un beso en el cuello, que bajó por su espalda y volvió hasta su nuca.

Gabriela  cerró los ojos. Podía reconocer esos labios. Relamió los suyos y lo dejó besarla. – me gusta el diseño... - bromeó él, al observar los gatitos que adornaban la ropa interior de Gabriela. Ella sonrió y abrazó su cabeza. Un beso más. Ahora en el hombro. Un fuerte espasmo recorrió el cuerpo de Gabriela.

- ¿Me estabas espiando?

- ¿Yo? – Federico abrió los ojos y la miró totalmente sorprendido e indignado. – sí, desde hace un buen rato. – sonrió y asintió con la cabeza. – me gusta mirar mientras te cambias.

- ¡Bobo! – se volteó y le golpeó el pecho con las manos. Federico la apretó contra su cuerpo. Un beso en los labios ahora. Pequeño y suave. Un beso de bienvenida.

- No sabes cuánto me ponen esa bombacha de gatito... - le sonrió y alcanzó uno de sus labios para mordérselo. Ella gimió despacio.

- Si me hubieras dicho que venías, te habría esperado con otra cosa.

Aquella frase hizo que Federico se tensara muchísimo.

- ¿Con qué, por ejemplo? – por detrás, apretó sus manos contra las nalgas de Gabriela. Le besó los labios una vez más. Moviéndolos suavemente sobre los suyos. Despacio. Tan lento. El sonido de sus bocas se escuchaba en medio de la noche, solo haciendo que Federico se excitara más y más. Y no podían parar. Había pasado tan solo un día, y parecían extrañarse muchísimo más cada minuto. Fue entonces cuando él la cargó entre sus fuertes brazos y la llevó hasta el borde de la cama. Caminó de rodillas sobre ella con Gabriela en los brazos. Las manos de ella apretaban su rostro sin dejar de besarlo. – como me gustas... - le susurró aún sin tumbarla sobre su cama. Abrió los ojos mientras ella lo besaba. La imagen era tan adictiva. Necesitaba verla besándolo siempre. Era la droga más dulce que sus labios jamás habían probado.

- Y vos a mí... gatito. – le acarició el cabello con los dedos. Federico sonrió en medio de ese beso. La dejó caer sobre la cama y se acostó sobre ella. Se despegaron. Ella mojó sus propios labios para sentir el sabor de los labios de Federico tan solo unos minutos más. Poco a poco ambos se tocaban de nuevo. Ella había pasado de tocar su cabello a subirle el canguro y acariciar su espalda. Tensándolo.
De pronto... la imagen de Max intentando besarla en los labios se le vino a la cabeza. Federico se detuvo y esperó a que él lo notara.

- Fede... - le llamó ella, cerrando los ojos con fuerza. No sabía si lo que haría estaría bien. Conocía a Federico tanto que sabía que le molestaría. Pero no podía seguir con ese peso encima. No podía seguir disimulando que nada había pasado, ella no era así.

- ¿Sí? – le preguntó él. Notó en sus ojos una pequeña angustia. La conocía mucho a pesar del tiempo. - ¿paso algo?

- No... - negó. – bueno sí...- admitió ahora. - pero no es importante.

- ¿Qué es?

- Ya te dije... nada importante... - jugó con el pelo de Federico. Este se tumbó a su costado, acomodándose para poder escucharla. Gabriela tuvo que girarse para quedar frente a frente con él. Se puso cerca de él. Muchísimo. Y se hizo pequeña para acurrucarse en su pecho. Al subir la mirada, le besó suavemente el cuello. Federico cerró los ojos y los volvió a abrir. - ¿me prometes que no te vas a enojar?

TENTATION | TOSCALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora