Capitulo 48

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- No puedo creer me hayas convencido... - Federico negó con la cabeza. Parte de él, seguía sintiéndose frustrado, pero esta vez por otros motivos.

- Estás muy cansado, no te hace bien manejar en ese estado.

- Estuve peor. – soltó las dos maletas que contenían las cosas de Gabriela. Sus músculos se relajaron y logró estirar sus brazos hacia adelante. Por detrás, Gabriela decidió cerrar la puerta del departamento. Tuvieron que pasar varios segundos para que Federico notara que su preciosa novia lo miraba desde atrás pegada a la puerta. Que observaba su espalda imaginándose muchas cosas. Que en pocos segundos se le habían venido varias cosas a la cabeza. Varios recuerdos. Y vaya... se le hacía tan nostálgico. Estaba a punto de escaparse con el amor de su vida. Ese que lograba convencer a todas las personas del mundo de ser un tipo frío y sin corazón, pero que solo las verdaderas llegaban a conocerlo realmente. Y ella había sido una de ellas. Mordió su labio inferior. Le tenía tantas ganas. Muchísimas. Cada faceta suya era tan jodidamente provocadora. No había vez en la que no haya deseado besarlo. Nunca imaginó que hubiera deseado tanto besar a una persona. Como a él. Como ahora...

- ¿Te gusto mucho, verdad? – Federico enarcó una ceja. La miró mojándose los labios con sensualidad y con segundos propósitos.

- Tonto... - dijo ella, reaccionando y volviendo al mundo real.

- ¿En qué pensas?

- En vos.

- ¿Y qué cosas pensas? – poco a poco se fue acercando a ella a pasos lentos. Los centímetros se hicieron cortos. Y cada cosa que sentían se iba haciendo más fuerte.

- Cosas de mujeres...

- Dale, decime... quiero saber si mi novia tiene pensamientos impuros conmigo. – le dedicó una sonrisa y esta se hizo más grande al escuchar la carcajada de Gabriela.

- ¡Idiota!

- ¿Idiota por qué? Sé que te gusto Gabriela. Tal vez no tanto como vos a mí, pero lo suficiente como para excitarte mucho.
Gabriela accedió a morderse un labio. Había sido incontrolable no hacerlo mientras Federico hablaba y le decía ciertas cosas que solo hacían que se excitara más. Tenía tanta razón.

- No te creas mucho...

- ¿Cómo no hacerlo? Después de todo lo que sabes de mí, aún seguis aca conmigo. Sos muy valiente. – la tomo de las caderas y se inclinó a besarle el cuello con delicadeza. La punta de su lengua rozó la piel de Gabriela como un imán que no podría despegarse. Los ojos de ella se cerraron instintivamente. – os la primera persona a la que no le doy temor después de conocerme realmente.

Se miraron.  Federico había subido la mirada, fijándose en sus labios, en sus mejillas, en sus ojos, en ella... en toda ella.

- Y a pesar de que hoy fui un cerdo con contigo, seguis aca...

- Olvídalo, ya pasó...

- No es así... vos no mereces pasar por estas cosas. No merecías escuchar cada palabra de las que te dijo Sebastian ¿entendes? Yo... quería pedirte perdón por...

- Basta, por favor, olvídalo... - le rogó Gabriela. Hizo que lo mirara. Federico soltó un suspiro. Subió sus manos hacia el rostro de ella y le acarició una mejilla suavemente.

- A veces me gustaría dejar de ser esto... - le confesó mientras acariciaba su rostro. Sostuvieron la mirada por un tiempo, hasta que este decidió bajar la mirada hacia el suelo. Tal vez cuando hablaba de estos temas, se sentía avergonzado. Avergonzado de lo que era, y de lo que no podía dejar de ser. – a nadie en este mundo le gustaría ser esta mierda. – le dijo resignado. Tragó saliva. No quería ni siquiera mirarla mientras le seguía hablando.

Necesitaba de muchas agallas para eso. No era tan fuerte cuando la chica que quería, tan diferente a él, lo miraba a los ojos y él le confesaba lo que sentía.
Pero lo siguiente lo sorprendería muchísimo. Gabriela abrió un poco más la cazadora de Federico, hasta ubicar un par de cigarros y encendedor en los bolsillos interiores de esta. Tomo uno. Lo sostuvo entre sus dedos e hizo lo mismo con el encendedor, dándole vuelta a la piedra y provocando la chispa de fuego en este. Juntó el extremo del cigarro con el fuego, encendiéndolo y colocándoselo en la boca.

Los ojos de Federico se abrieron un poco más y sus labios terminaron de entreabrirse por sí solos.

- A mí me gustaría ser como vos. – le dijo ella, apartándose el cigarro encendido de la boca para después ponérselo en esta de nuevo y aspirar el humo. Cerró los ojos y aspiró más, para dejar salir todo el humo al soltar el aire, aunque un poco de este se quedó atrapado entre su garganta.

- ¿Qué haces?... – le preguntó él al ver que ella se ahogaba, una pequeña sonrisa le adornó el rostro.

- No te burles... - le advirtió ella, al notar que Federico estaba a punto de reírse fuertemente. Tosió un poco más fuerte, liberando el humo que podía.

- ¿Nunca lo hiciste?

- No...

Federico sonrió de nuevo. Todo esto le llenaba de ternura el corazón. Lo llenaba tanto que lo obligaba a reírse de la situación.

- Lo estas haciendo tremendamente mal. – se rio.

- Ya lo sé, tonto.

- Mira... - se acercó un poco más a ella. – tómalo con los dedos y aspira lentamente, como si estuvieras suspirando... - le indicó. Gabriela siguió los pasos, hizo exactamente lo que este le ordenó. – eso es... - susurró Federico. – sostenelo, pero no lo pases... - se rio una vez más al fijarse que Gabriela había vuelto a ahogarse. – no lo pases gatita. – le acomodó el cabello. Todo esto hacía que su cuerpo se llenara de ganas por comérsela a besos. Era preciosa. Era la indicada. Precisa. Perfecta. – eso es... ahora déjalo salir lentamente... - le apretó la espalda con las manos y le abrazó el cuerpo. Esta soltó el humo a un costado de Federico, sintiendo una ligera liberación de su cuerpo entero en el acto. – lo hiciste pésimo. – bromeó y sintió las manos de Gabriela golpearle el pecho.

- Al menos lo intente. – se defendió ella.

- Dame eso. – Federico agarro el cigarro con las manos y lo tiró al suelo pisándolo antes de que quemara más. Lo siguiente que probaría no sería ese u otro cigarro, sino los labios de Gabriela. Que le bastarían en lo que necesitaba. Se los mordió suavemente, ella no pudo evitar soltar una risita tonta al sentir los dientes de Federico entre su labio inferior. Pero no volvió a reír, no al notar que este acariciaba lentamente sus nalgas envueltas en ese jean pegado al cuerpo. Al contrario, rozó sus piernas contra las de él, chocando así su caliente feminidad con la erección de  Federico. – so perfecta princesa.

Le abrazó las caderas, subiéndole así poco a poco la blusa y tocarle la piel. Erizándosela. Una mordida en el cuello de parte de ella. Federico soltó un gemido.

- Voy a hacerte el amor aca y ahora si sigues haciendo eso... - le advirtió. Y no jugaba, justamente era Gabriela quién mejor podía asegurarlo.

- Haceme el amor en donde quieras... gatito. – le besó la boca una vez más. Un beso con lengua. La necesidad de cada uno se hizo más grande. Vaya, esto era tan fuerte... tanto, más que el simple hecho de coger, era el hecho de amarse bajo unas sábanas y entregarlo absolutamente todo. Eso... justamente eso, era lo que ambos necesitaban esa noche. Eso... y solo eso, podría hacer olvidar a ambos lo que en ese día había sucedido. Y porque tal vez... después de ese día no volverían a verse por un largo tiempo.  


TENTATION | TOSCALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora