Capitulo 18

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Gabriela cerró la puerta de su departamento con fuerza. Tiró las llaves de este muy lejos. Se quitó los tacones y caminó descalza para luego tirarse de espaldas a la cama. Cerró los ojos. Y Fedrico estaba ahí. En su cabeza. Rondando como siempre en estos últimos tres días. Respiró hondo, exhalando aire.

- Te odio. – susurró en medio de la noche. Alcanzó una almohada con las manos y la estrujó lo más que pudo. – te odio... - susurró de nuevo. Aunque por dentro, estuviera sintiendo otras cosas... y no exactamente lo que acababa de decir.

El móvil empezó a sonar dentro de su bolso. Al observar y percatarse que no era Federico, contestó.

- Hola Max. – le saludó cerrando los ojos y tirándose en la cama de nuevo.

- ¿Mal día?

- No tenes idea...

- Podemos solucionarlo. – sonrió al otro lado de la línea. Gabriela abrió los ojos. – si tu novio te deja, claro.

- ¿Mi...qué? – puso los ojos en blanco. Otra vez. Una imagen de Fedrico ocupando su mente. – claro que no... no es mi novio. – se puso de pie y empezó a caminar descalza por toda la habitación.

- Eso me dijo él.

- Es un idiota. – respondió después de varios segundos. Observó desde la puerta de su habitación, las ventanas de su balcón...

- Pienso lo mismo.

Ella se rio en el teléfono al mismo tiempo que negaba con la cabeza.

- Entonces... ¿te paso a buscar?

- Sí, veni si que... – de pronto, un ruido proveniente de su balcón. Gabriela agudizó el oído y corrió hasta las ventanas abiertas de este.

- ¿Gabriela? – preguntó Max, aún en línea.

- Hola. – le saludó Federico, desde su balcón. Gabriela entreabrió los labios. ¿Pero qué se pensaba? ¿Qué todo lo iba a arreglar de esa forma? Lo ignoró y siguió hablando con Max desde el móvil, dándole la espalda.

- Veni, te espero. – continuó Gabriela.

- Dale, ahora voy. – una sonrisa se formó en los labios de Max, al mismo tiempo que cortaba la llamada. Gabriela tiró el celular hasta su cama.

- ¿Te vas? – Federico cruzó los brazos, aún sin adentrarse a la habitación.

- Sí. – le respondió ella. Caminó hasta su armario y empezó a buscar lo que se pondría en un momento para salir con Max.

- ¿Y me vas a dejar aca?

- No sé para qué viniste.

- No te iba a dejar sola.

- Por última vez, sé cuidarme sola. – se volteó. Federico le dedicó una bonita sonrisa. Ella blanqueó los ojos y volvió a darle la espalda. Y él no perdió el tiempo. Se fijó en su precioso culo. En sus largas piernas. En su caderas. En su cintura. En su fina espalda. En ese bonito cabello que le llegaba hasta más allá de los hombros. Se mojó los labios y aprovechó en buscar un cigarro en el bolsillo interior de su cazadora.

- ¿No me vas a dar las gracias? – encendió el cigarro y guardó el encendedor y la cajetilla en su bolsillo de nuevo.

- ¿Por qué? No te debo nada.

- Me debes la vida, gatita.

- Y deja de decirme así.

- Okey, okey... como digas gatita.

Gabriela se volteó de nuevo. Lo miró mal, y peor... al darse cuenta que fumaba en su habitación.

- ¿Qué haces?

- ¿Fumo? - le respondió él, alzando los hombros.

- No se fuma en mi habitación.

- Estoy en tu balcón. – le sonrió e inhaló humo para luego dejarlo salir poco a poco.
Gabriela caminó a pasos firmes hasta Federico. Frente a frente. Se dio cuenta que era pequeña a su lado y sin tacones. Que frío hacía en el pequeño balcón. Y cuando estuvo a punto de hablarle... Federico soltó un poco del humo que quedaba en su garganta hacia afuera.

- ¡Imbecil! – le gritó tosiendo. Se tapó la nariz con las manos. – andate ahora mismo.

- Vámonos juntos. – dejó caer el cigarro al suelo y rodeó la cintura de Gabriela con los brazos.

- Soltame... - susurró ella. Tratando de demostrar seriedad, pero cuando menos lo notó... soltó una pequeña risita que hizo que Federico sonriera también.

- Quiero irme contigo. A donde vos quieras, solo para que me perdones.

- Acabo de quedar con alguien... - trató de empujarlo, pero los fuertes brazos de Federico la apretaron fuerte hacia él de nuevo. Se unieron. Juntos. Los centímetros se adherían gracias a sus respiraciones. – además vos te has portado muy mal conmigo. – lo miró a los ojos tiernamente. Federico tragó saliva. Jamás había visto a una mujer haciendo ese tipo de miradas. De esas que le derretían el corazón y le hacían vulnerable en el punto máximo.

- Tenía miedo de que te hicieran algo. Temía por vos, ¿eso es malo? Si estoy en la calle y veo a una chica como vos pasar... no dudaría en acostarme contigo. – trató de alcanzarle los labios con la boca. Pero ella se hizo para atrás.

- No me ayudas.

- Escápate conmigo gatita. – le volvió a pedir. Gabriela sintió que moriría. Que cada palabra, cada letra que salía de sus labios le hacían ser más y más débil. – será solo por una noche.


TENTATION | TOSCALIADonde viven las historias. Descúbrelo ahora