El partido
Dafne no sabía mucho de football americano. En realidad, no sabía mucho de ningún deporte que no incluyera la música envuelta en un cuerpo. Pero tampoco sabía mucho de Harry y quería saber, así que allí estaba, en medio de las gradas rodeada de gente atenta a lo que pasaba en aquel campo verde. Ella no parecía estar muy interesada en el partido. Todo su entusiasmo estaba puesto en la lectura de su libro. Su cuerpo saltó con sorpresa cuando todos a su alrededor gritaron emocionados, algunos se levantaron de sus asientos e incluso hubo quienes se abrazaron. Dafne los miró y supuso que algo bueno había sucedido en aquel césped lleno de jugadores, bueno, algo bueno para el equipo de su instituto porque para los del otro instituto no parecía ser bueno aquello que sucedió y ella no vio.
Mientras los alumnos de su instituto estaban eufóricos y aún celebrando ella dejó el libro abierto y dado la vuelta sobre sus pantalones vaqueros rotos, esos que le encantaba y su qué madre odiaba, y con movimientos agiles recogió su largo cabello en una coleta alta, despeinada y más desecha que hecha. Nunca prestó mucha atención a lo peinado que estuviese su cabello. Le gustaba cuidarlo usando el champú adecuado, el acondicionador idóneo, la mascarilla ideal, y algún aceite capilar. Tal vez por ello su pelo era brillante, suave y vivo, aunque estuviera despeinado.
No era muy dada a vestir elegante, los vaqueros rotos y los jerséis, camisetas y sudaderas una o dos tallas más grande que la suya eran su atuendo preferido. Sin poder faltar, por supuesto, esas viejas zapatillas negras de puntera blanca. Los tacones no eran los suyos, le gustaba poder caminar y correr sin que le dolieran los pies. Tampoco era lo suyo el maquillaje. Tal vez un poco de sombra negra bien difuminada y un poco, muy poco, de colorete. Pero solo en algunas ocasiones que podían ser contadas con facilidad. No necesitaba de maquillaje para ser preciosa. Su piel era lisa, sin imperfecciones, su tono uniforme, la grasa estaba en su justo nivel, igual que la sequedad, tenía sus labios carnosos y rojizos y sus ojos grandes y brillantes. Se podría decir que su belleza era envidiable a pesar de su descuido hacia ella.
Dafne volvió a su libro. Parecía ponerse más interesante en cada palabra que leía. Por cada página leída el tiempo pasaba, el cielo se oscurecía y la temperatura bajaba. EL aire comenzaba a jugar con su pelo sujeto y a acariciar su rostro. Cerró su libro y lo metió en el bolso a sus pies. Mientras se frotaba los brazos en un intento de atraer calor a ellos miró hacia el frente, pudo ver como los jugadores aún seguían en el campo, no lo harían por mucho tiempo. El final que Dafne tanto deseaba llegaría pronto.
Las gradas se fueron vaciando, algunos se iban contentos, alegres por la victoria que celebrarían. Otros se iban queriendo pasar desapercibidos, tristes por su derrota. Dafne se quedó en su asiento a la espera de la rubia. Esta llegó cuando las gradas estaban casi vacías, después de asegurarse de que todos sus amigos se habían marchado. Se sentó junto a la chica despeinada y con una sonrisa en sus labios pintados comenzó hablar.
— ¿Qué te pareció?
—No lo hacéis mal.
— ¿Y qué? ¿Te unes al equipo?
Dafne comenzó a agitar su cabeza dudosa, no quería formar parte de ningún equipo de animadoras, ni tampoco enfadar a la rubia y que se fuera sin que le diera lo que ella fue a buscar allí.
—Piénsatelo mejor ¿sí?— Emma trató de levantarse pero Dafne sujeto con delicadeza su muñeca.
— ¿Qué sabes de Harry?
—Que es peligroso y que te debes alejar de él.
Dafne suspiró ante la escasez de información que ya antes había recibido de aquella rubia. No tenía intención de conformarse, otra vez, con lo de siempre. Emma sabía algo más pero no estaba segura era de si era buena idea contarlo. Que Harry se enterara y pasar ella a ser otras de sus víctima no era algo que la muchacha rubia deseara.
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Ella {EDITANDO}
FanfictionSu cuerpo se mueve ágil rodeado de la melodía desprendida de un piano, su corazón late en su pecho, sus recuerdos la queman y su dolor no la deja ser ella. Sus pies pisan la arena de la playa, en su pecho un corazón fío y seco, sus recuerdos abando...