Capítulo:27

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Seguir vivo

La música estaba alta, muy alta. Los cuerpos sudorosos bailaban frotándose unos con otros. En aquella discoteca había quien se estaba dedicando a beber, como lo hacían Louis y Harry mientras hablaban. Esos os se habían sentado en la barra y ahora se gritaban el uno al otro, para poder mantener una conversación.

Natalia para aquella noche había elegido un ajustado vestido rojo para, así, mostrar su perfecta figura. Había rizado su melena pelirroja, se había coloreado sus labios de rojo intenso y se había subido en los zapatos de tacones negros más altos que poseía. Estaba preciosa. La mirara quien la mirara y como la mirara estaba preciosa. La barbie pelirroja caminó sexual entra la gente hasta llegar a la barra. Acarició con suavidad el cuello que Harry y le pidió un ron con coca-cola al camarero. Mientras que le servían lo que había pedido miró sonriente a Louis y a Harry. Aquella noche quería ser mala, quiera jugar en la cama de Harry, quería jugar con Harry.

—No se va a acostar contigo.

Louis habló antes de beber de su vaso de tubo. Harry rápidamente lo miró con el ceño fruncido y preguntándole si eso no lo debería decidir él mismo. Louis se encogió de hombros y se levantó con su cubata en la mano "deja de pensar con la polla" dijo antes de dejarlos solos. Harry dejó que la barbie pelirroja se sentara junto a él, no dejó de miraba el contenido de su vaso.

Bebió de su vaso y miró hacia la que estaba a su lado. Dejó el objeto en la mesita de cristal mientras que reía.

—Ya me acuerdo de ese día. Fue una boda divertidísima.

— ¿Lo dices porque cuando bailábamos conseguí llegar al suelo pero no subir?

Dafne rompió en sonoras carcajadas, era incapaz de responderle a su abuela quien comenzó a reír con ella. Aquel sábado Dafne había ido a cenar con su abuela. Habían pedido comida tailandesa y la estaban disfrutando en el salón de Lourdes. Mientras cenaban Lourdes le había comentado a Dafne que Irene, su sobrina, había tenido un bebé. Dafne no recordaba a Irene y para que lo hiciera su abuela le recordó que estuvo en su boda hacía cuatro años.

—Y bueno ¿una chica de tu edad no debería salir con sus amigos un sábado por la noche en vez de estar con su abuela? — Le preguntó cuándo dejaron de reír.

—No tengo muchos amigos que digamos.

—En Nueva York solías tenerlos.

Dafne se encogió de hombros y siguió comiendo. Ambas sabían que Lourdes tenía razón, Dafne solía ser una chica alegre rodeada de amigos pero la cosa cambió cuando Valeria murió. Dejó de salir con sus amigos de Nueva York, la llamaba pero ella no contestaba y poco a poco dejaron de llamarla. Después se mudó a Los Ángeles y una vez allí no hizo el más mínimo intento por encontrar nuevos amigos. Tenía más que suficiente son su soledad y con la rubia pidiéndole que entrara en el equipo de animadoras hasta que llegó Harry, que llegó para hacerla sentir cosas que nunca sintió y además, llegó con Louis ¿era Louis su amigo?

—Dafne, tú sigues viva cariño, deberías seguir con tu vida. — Dafne miró a su abuela y le sonrió con una diminuta sonrisa en sus labios.

Después de la cenar estuvieron un rato hablando hasta que la figura femenina decidió volver a casa. Mientras Dafne conducía por las calles Harry y Natalia habían cambiado de lugar. Estaban en una de los sillones de la discoteca. La pelirroja se dedicaba a besar el cuello de Harry y a acariciar su pecho metiendo su delicada mano bajo su camiseta. Harry ignoraba los besos y las acaricias de Natalia mientras recordaba la risa de Dafne. Fue cuando la muchacha trató de besarlo que la detuvo. La apartó con suavidad, le sacó la mano de debajo su camiseta negra y mirándola a los ojos le habló.

—Louis tenía razón no me voy a acostar contigo.

— ¿Por qué no?

—No me apetece.

La pelirroja le miró una vez más y se fue de allí tras colocarse el vestido. Nada más encontrarse solo en aquel sillón, Harry, trató de beber de su vaso pero no pudo, Louis se sentó con entusiasmo junto a él haciendo que parte del contenido del vaso cayera sobre la camiseta de Harry.

—Estoy orgulloso de ti.

—Tío eres lo más idiota que existe. — Dijo Harry estirando su camiseta.

—Puede ser, venga te invito a una copa que no puedas follar no quiere decir que no te puedas divertir.

Louis comenzó a caminar entre la gente seguido por Harry quien le gritaba que él podía follar si le daba la gana y con quien quisiera. Louis lo ignoró y siguió su camino.

Dafne aparcó su escarabajo azul y miró hacia su casa. La luz del salón estaba encendida al igual que la del despacho de su padre. No tuvo que pensar mucho para saber que Minerva la estaba esperando. Sacó su móvil del bolsillo de su sudadera y miró la hora, no era tan tarde. Indecisa caminó hasta la puerta y entró. Pasó por delante del salón y aunque esperaba oír la voz de su madre llamándola no la oyó. Sabía que tendría que enfrentar a su madre, antes o después aquella noche. Minerva querría saber en dónde estuvo y Dafne prefirió que fuera antes que después. Entró en el salón y mirándose sus viejas zapatillas susurró "hola mamá." Minerva la miró, esta vez llevaba unos pantalones vaqueros estaban enteros y eran de su talla, no como la sudadera gris dos tallas más grande.

—Hola. — Dijo Minerva.

La coleta que llevaba estaba mal hecha y desplazada hacia su lado derecho y aunque deseaba criticar su atuendo y su peinado no lo hizo.

— ¿Dónde has estado?

—En casa de abuela.

— ¿Haciendo qué?

—Cenar.

—Podrías haber cenado aquí, tenemos comidas ¿sabías? — Dafne asintió.

Minerva sin nada más que decirle a su hija le hizo un gesto con la mano para que se fuera y esta, feliz, la obedeció. Fue hacia el despecho de su padre. Aquel hombre seguía mirando planos como si de verdad le importara que la construcción de aquellos potenciales edificios se efectuara. Miró a su hija y tras verla acercándose a él miró el reloj que adornaba su muñeca. "¿Qué tal con abuela?" le preguntó cuando la vio sentarse en el filo del escritorio. "Bien" le respondió ella mientras comenzaba a jugar con una grapadora plateada.

— ¿Papa?— Brap se recostó en su silla mirando a su hija con atención. — ¿Nunca has pensado en divorciarte?— El hombre agitó su cabeza en respuesta. — ¿Por qué no? Podrías enamorarte de alguien y ser feliz.

—No cariño, ya es tarde para mí.

—Pero sigues vivo, no es tarde.

—Sigo vivo porque tú sigues viva y me necesitas. — Se acercó a su hija y junto su frente con la de ella. — Pero ya es tarde para que yo vuelva a ser feliz.

Brap besó con delicadeza la frente de su hija, comprendía que entre esas palabras también iba una petición y sabía que su hija no tendría que pedirle lo que le pidió sin saberlo en aquella conversación.

—Para ti no es tarde vida mía, para ti es un buen momento para enamorarte y ser feliz.

Volvió a besarle la frente y si ninguna prisa salió de su despacho. Dafne se quedó allí, en el mismo sitio donde su padre la dejó. Revisó mentalmente aquella conversación un par de veces para después irse a su habitación y mirar una y otra vez todos los dibujos que colgaban en aquella pared. Y mientras miraba sus dibujos pensó "sigo viva ¿Por qué no vivir?" y se fue a pintar en un lienzo en blanco, no le servía una de las páginas de sus muchos blogs de dibujos, tenía que ser un lienzo y usaría sus pinturas, no sus lápices, para que el verde de sus ojos fuera muy verde

Ella {EDITANDO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora