No era ella.
Había estado horas llamando, cada vez con más frecuencia, al mismo teléfono al que nunca contestaron. Pasada la primera hora el pánico comenzó a situarse, tímido, junto a él. Según iba pasando el tiempo sin ser contestadas sus llamadas, el pánico se iba acercando más y más, hasta que lo envolvió por completo.
La desesperación también se unió a la fiesta, y ahí, Harry ya no pudo más y literalmente corrió hacia su coche y lo condujo a toda velocidad por la ciudad, sin tomarse el tiempo debido en los semáforos. No paró el vehículo hasta que llego a la casa en la cual había dejado, tantas veces antes, a Dafne.
Dudó, durante unos segundos dudo en salir del coche. No sabía que diría, ni siquiera se había parado a pensar que tendrá a que decir algo, que no sería suficiente con tenerla delante , con verla, aunque fuera eso todo lo que Harry quería en ese momento, verla.
Golpeó la puerta tratando de ser suave, esperó unos segundos, pero nadie abrió y volvió a golpear la puerta. Siguió golpeándola cada vez más fuerte, Brap escuchó los golpes, pero no hizo nada. Prefirió quedarse sentado sobre la cama de su hija, frente a la pintura de un chico que no conocía, sosteniendo una taza de café aún caliente en sus manos.
Sus ojos, eran sus ojos, no era su pelo, no era su risa, no era ella, pero tenía sus ojos. Como a Valeria a ella también la echaba de menos, fue su culpa, también fue su culpa, era la misma culpa. Escuchó como entre los golpes gritaron alto y claro el nombre de su hija, la que aún seguía viva.
Con la taza entre sus manos fue hacia la ventana, no lo vio muy bien pero parecía él, parecía ser el que tenía los ojos de ella. Iba a bajar, queria ver sus ojos y comprobar si de verdad eran los de ella, pero vio el escarabajo de su hija acercase a la casa y volvió a sentarse en el lugar que antes dejó.
Escuchó el motor del cacharro que la chica de la que estaba irremediablemente enamorado, tenía por coche. Una mezcla de sensaciones difíciles de separar se agolparon en su estomago. Giró su rostro, con la emoción de verla y el miedo de que se fuera.
La muchacha salió del vehículo, colgándose del hombro su enorme bolso negro. Se acercó a Harry, podría haber sido únicamente porque Harry estaba parado frente a la puerta por la que ella debía entra, pero no fue por ello.
— ¿Qué haces aquí?— preguntó Dafne con suavidad cuando estuvo frente a él.
Él no supo que contestar, o puede que simplemente no quisiera hacerlo. Rodeó el tonificado cuerpo de Dafne, algo más pequeño que el suyo, con sus fuertes brazos y se aseguró de pegarla bien a su cuerpo. Dafne tardó, pero terminó por doblar sus brazos y empuñar los extremos de la camiseta blanca que Harry vestía.
—Harry...— susurró alejándose de él.
—Lo siento ¿es eso lo quieres que diga?
Dafne cogió aire mientras que entreabría la boca, tal vez con la intención de decir algo que no dijo, y dejó salir el aire que cogió, atrapó con delicadeza su labio inferior y lo fue dejando escapar lentamente, mientras trataba de averiguar qué le estaba pasando a Harry.
¿A dónde había ido su fuerza, su poderío, su seguridad? ¿Cómo alguien como él podría estar frente a otra persona, mostrando una debilidad que nunca antes demostró tener? ¿Era miedo lo que tenía dibujado en sus ojos verdes?
Dafne cogió la mano de Harry y lo condujo hasta los escasos escalones del porche, allí se sentaron.
—No se trata de que digas lo que yo quiero que digas, solo, di lo que tú quieras decirme.
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Ella {EDITANDO}
FanfictionSu cuerpo se mueve ágil rodeado de la melodía desprendida de un piano, su corazón late en su pecho, sus recuerdos la queman y su dolor no la deja ser ella. Sus pies pisan la arena de la playa, en su pecho un corazón fío y seco, sus recuerdos abando...