Capítulo:38

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Pues la verdad.

Dafne no supo darle nombre a lo que sentía por aquel dormía junto a ella, tuvo que escuchar lo que él sentía saliendo con seguridad de sus labios rosado para poder hacerlo. Ahora ya tenía nombre aquel sentimiento que tanto le gustaba.

Sus ojos comenzaron abrirse despacio, el techo sobre ella era gris sucio, pero poco le importó el techo y su color. Giró su cuello hacia la derecha, allí estaba él, Harry con sus ojos cerrados, sus labios entre abiertos y su pelo revuelto sobre la almohada.

Aún dormía, estaba bocabajo con su brazo izquierdo sobre el tonificado vientre de Dafne. Las sabanas blancas solo cubrían desde sus caderas hasta sus pies. Su espalda quedaba libre para poder ser vista, y tocada tal vez.

Dafne giró su cuerpo hacia la derecha con cuidado, asegurándose de que el brazo de Harry siguiera sobre su cuerpo. Apoyó el codo en la almohada, y la cabeza sobre su mano. Se quedó en esa posición, mirando como Harry respiraba tranquilo mientras dormía.

Aquella mañana Harry tenía sueño y a Dafne le parecía bien que durmiera, así ella lo miraba sin que nada se lo impidiera, sin pensar en lo que pasaría cuando él despertara. Se atrevió a acariciarle el pelo, y estaba dispuesta a acariciarle la espalda cuando el timbre sonó.

Alejó la mano de Harry y cambió de posición, se sentó en la cama, el brazo de Harry aún sobre ella. Comenzaron a golpear la puerta, Harry gruñó y se aferró al cuerpo de Dafne con más ganas.

El dios griego seguía con los ojos cerrados, no queria despertar, pero los golpes siguieron y Dafne trato de salir de la cama, entonces despertó. Abrió sus ojos y vio la figura de Dafne, en su cama, junto a él, vistiendo una de sus camisetas.

—No te vayas. — dijo volviendo a cerrar los ojos.

No sabía cómo Dafne llegó a su cama, y tampoco tenía mucho interés en averiguarlo, le bastaba con tenerla junto a él, entre sus brazos. Cambió de posición, prefirió estar de lado y poder envolver la cintura de Dafne con sus dos brazos.

—Alguien debería abrir. — dijo ella mientras comenzaba a acariciarle el pelo a Harry.

Acaba de descubrir que le encantaban que le acariciaran el pelo, o puede que fuera solo si era Dafne quien lo hacía.

No le importaba el dolor de su cabeza ni la sequedad de su boca, podría decirse que estaba acostumbrado a despertar así en las mañanas, la resaca no era algo nuevo para él. Dafne en su cama acariciándole el pelo, sí.

—Es Louis. — dijo tratando de hacerle ver a Dafne que era innecesario abrir la puerta.

— ¿Cómo lo sabes?

Dafne comenzó a sonreír, mientras Harry ponía todo su empeño en no soltarla, en no dejarla ir abrir la puerta. Sus ojos seguían cerrados, tenía sueño queria dormir junto a su paraíso.

—Le encanta aporracear mi puerta los sábados y los domingos por las mañanas.

—Va a tirar la puerta abajo.

—Pues que lo haga pero tú quédate conmigo.

Eso era todo lo que él quería, que se quedara con él, puede que también quisiera escaparse, huir de todo llevándosela con él. Le daba igual el lugar, si ella estaba a salvo y era feliz. Le gustaba la idea de conducir por todo el país con ella en el asiento de al lado, al igual que la de cruzar un océano en barco, solo ellos dos.

Pero hasta que pudiera llevársela, se conformaba con su sonrisa, su risa, con tenerla entre sus brazos, con quererla si ocultarlo, porque no lo ocultaría ni un solo segundo más, y si al mundo no le parecía bien a él le daba igual.

Ella {EDITANDO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora