La figura de Dafne
El sueño hacía que los parpados de Harry pesaran. Intentaba no luchar contra ese peso y dejar los ojos cerrados pero los golpes que alguien daba en la puerta de su casa se lo estaba poniendo difícil. A esos golpes se le unieron los gritos de alguien tras aquella puerta golpeada. Harry pronto supo quién era y trató de ignorarlo. Dejó su cuerpo desnudo descansando entre las sabanas grises de seda. Estas trataban de tapar, sin mucho éxito, desde la cintura hasta los pies su escultural cuerpo. Su pelo se esparcía en la almohada, su pecho destapado subía y bajaba al ritmo que le marcaba su relajada respiración y sus labios rojizos estaban ligeramente entre abiertos. Los golpes no pararon, los gritos aumentaron.
— ¡Vamos tío! ¡Sé que estas ahí!
Se giró sin ganas, abrió sus ojos y allí estaba, la rubia de la noche anterior seguía en su cama. Ya la había utilizado de todos los modos que él deseaba, ya no tenía ningún sentido que aquel cuerpo descansara junto al suyo. Odiaba haber despertado y que ella estuviera allí, dormida plácidamente sin molestarle los más mínimo los gritos y los golpes del que estaba tras la puerta.
— ¿Por qué coño no se irán cuando termino con ellas? — Se quejó mientras tiraba de las sabanas dejando el cuerpo de la rubia destapado. — ¡Eh tú!
Trataba de despertarla, la quería fuera de su cama, fuera de su casa. La rubia se movió, aún con sus ojos cerrados y comenzó a buscar la sabana que le fue arrebatada. Harry la movió con brusquedad mientras le gritaba "¡despiértate de una puta vez!" y esta abrió sus cansados ojos. Le sonrió, la rubia le sonrió mientras frotaba sus ojos en un intento de despejarse, cogió las sabanas con delicadeza y volvió a tapar su cuerpo desnudo. Harry abandonó la cama y acto seguido volvió a destapar con brutalidad y puede que desprecio el cuerpo de la rubia.
—Lárgate.
La muchacha frunció el ceño y se levantó de la cama para comenzar a buscar su ropa perdida en algún lugar del suelo d aquel piso. Harry ya había tapado su parte intima y se dirigía hasta la puerta. Esta seguía siendo golpeada sin remordimiento y con fuerza mientras que aquella voz gritaba pidiendo que la puerta le fuera abierta. Finalmente Harry la abrió. Tras ella estaba aquel que se podía calificar como su amigo, tenía una mano levantada en forma de puño preparado para volver a golpear la puerta. El muchacho de ojos azules y pelo liso sonrió al ver a Harry despeinado y vistiendo únicamente unos calzoncillos. Entró al piso de lujo chocando su hombro con el de aquel dios griego expulsado del Olimpo. Dio cinco pasos y se detuvo al ver que la rubia de la noche anterior se dirigía a la puerta por la que él acababa de pasar. Allí estaba Harry con una de sus manos posada en la madera que formaba la puerta preparado para cerrarla cuando la muchacha saliera.
—Adiós preciosa. — Le dijo el amigo de Harry a la rubia cuando esta pasó por su lado.
Louis, el amigo de Harry, se mordió el labio inferior mientras miraba el culo de la rubia. Cuando esta llegó a la puerta Harry seguía allí esperando impaciente por que saliera de vez. le sonrió antes de salir y Harry golpeó su culo embutido en el apretado vestido que la noche anterior había quitado del cuerpo de la rubia. Salió y Harry cerró la puerta dando un portazo. Se giró, su mirada chocó con el de ojos azules y pelo liso, este tenía una sonrisa dibujada en los labios, le había gustado la rubia y más aún le hubiera gustado si hubiera salido de su cama y no de la de Harry.
—Tío, esta buenísima. — Louis siguió a Harry quien caminaba dirección a la cocina.
—Si no lo estuviera no se la hubiera metido. — Dio media vuelta para mirar al que lo seguía. — ¿Y tú qué coño haces aquí?
—Tenía la nevera vacía y hambre.
Ambos entraron en la cocina. Allí Harry preparó café para poder beberse una taza de esa bebida. Mientras tanto Louis se comía todo aquello que se encontraba en el lugar. Había dicho que tenía hambre y no había mentido. Entre bocado y bocado el de ojos azules trataba de mantener una conversación con el ser de cuerpo envidiable pero este no estaba muy labor. Una vez que el café estuvo listo Harry se llenó una taza y se dedicó a beberlo mientras miraba un punto fijo en aquella cocina. Ignoraba todo lo que le rodeaba, estaba metido en su mundo, pensando sin parar en algo que él consideraba que no debía pensar, en algo que había decidido que no le importaba. Pero a veces las personas se equivocan, toman decisiones que no son aceptadas por esa pequeña parte de su celebro que el corazón dirige. Y ahí se encontraba Harry. Su mente había comenzado una guerra entre su decisión y la que el corazón dice que era la buena.
—Harry ¿Qué coño te pasa?— Abandonó aquello que tanto le interesaba en aquel punto de su cocina al escuchar a Louis. —Desde que empezaste las clases no estás muy normal.
—Es esa maldita chica. — Susurró.
— ¿Qué chica? ¿La rubia?— Dijo mostrando claramente su sorpresa.
—No, nadie, me voy a correr. — Dejó la taza vacía en la encimera. — Si te vas cierra la puerta.
Abandonó la cocina sin escuchar lo que Louis iba a decirle, ni siquiera le dio tiempo a decirlo. Harry parecía tener prisa por salir de allí. Huyó, prácticamente huyó de allí cuando se colocó un pantalón deportivo que no llegaba a tapar sus muslos por completo y las zapatillas que usaba para correr.
La arena se colaba en sus zapatillas mientras sus piernas se movían con fuerza, corría sin ninguna intención de parar. El aire entrando y saliendo con prisa de sus pulmones, la sangre corriendo en sus piernas y su corazón dando con fuerzas en sus costillas. Le gustaba, todo eso le gustaba. Pensaba que eran esas cosas lo que lo hacían no poder parar, pero no era exactamente así, más bien era el dejar a su mente descansar de aquello que le oprimía el pecho, dejar de pensar en aquello en lo que la vida lo había convertido y el recordar que en su pecho aún había un corazón latiendo. Un corazón duro, frio y seco pero que aún latía, al menos cuando corría su corazón latía.
Sus piernas pararon, sin previo aviso y sin que él supiera porque. En el momento en el cual sus ojos dieron con la figura femenina sus piernas pararon. La muchacha estaba de espaldas a él nuevamente, pero esta vez estaba sentada en la arena. Su pelo estaba despeinado y su vista iba del paisaje frente a ella hasta el cuaderno apoyado en sus piernas cruzadas. Quería saber que hacia Dafne allí y ver lo que con tanto entusiasmo pintaba en su cuaderno. Pero él no iría hasta ella, él prefería mantenerse alejado. Quiso seguir corriendo pero la figura de Dafne lo tenía hipnotizado, no le permitía dejar de mirarla, no le permitía alejarse tanto como a él le gustaría. Le frustraba, eso le frustraba.
Con el sonido del mar de fondo y el sol en lo alto de un cielo celeste se dio cuenta que la parte de sus celebro que su corazón dirigía tenía razón. Dafne le importaba, puede que lo suficiente como para alejarse de ella para no meterla en su mundo donde todo se rompe, donde todo se derriba, cae y queda destruido. Pero Dafne, como Harry, ya estaba destruida, tal vez se necesitaran el uno al otro para encontrar lo que perdieron y tanto buscaban, puede que quedarse a su lado fuera le decisión correcta. Aunque si lo era no la tomó aquel día. Sus piernas comenzaron a moverse, Dafne le importaba lo suficiente como para alejarse de ella incluso antes de acercarse.
Corría alejándose de la figura de Dafne, sentada en la arena. Se alejaba aquel día se alejaba de ella. Pero el ser humano es un animal y los animales se mueven por instintos ¿Durante cuánto tiempo podría luchar Harry contra sus instintos? ¿Durante cuánto tiempo podría ser racional Harry?
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Ella {EDITANDO}
FanfictionSu cuerpo se mueve ágil rodeado de la melodía desprendida de un piano, su corazón late en su pecho, sus recuerdos la queman y su dolor no la deja ser ella. Sus pies pisan la arena de la playa, en su pecho un corazón fío y seco, sus recuerdos abando...