Capítulo: 19

2.9K 221 80
                                    

Tarde

Dafne escondía la cabeza en su taquilla buscando energéticamente el libro que no encontraba. Le tocaba literatura, pero el libro de dicha asignatura parecía haber desaparecido. Terminó encontrándolo en medio del caos que había allí dentro. Sacó la cabeza alegre con una gran sonrisa en sus labios y el libro encontrado en su mano derecha. Lo miró orgullosa y cerró la taquilla. Fue entonces cuando la vio. La rubia estaba apoyada en la taquilla junto a la suya. Llevaba una camisa blanca y una minifalda burdeos. Se dedicaba a mirarse las puntas de su melena dorada. Emma le sonrío y Dafne rodó los ojos mientras se apoyaba en su taquilla recién cerrada.

—Únete al equipo.

Fue clara, la rubia fue directa a donde quería sabia cual sería la respuesta de Dafne, siempre era la misma, pero ella lo seguía intentando por si cambiaba. Pero no cambió, la respuesta siguió siendo la misma. No. Cuando Dafne comenzó a andar la rubia le siguió. Le iba dando razones por las que debía unirse a las animadoras. Le comentó que podría llegar a ser popular y que entonces podría acceder a los chicos del equipo de football. Pero Dafne ni quería ser popular, ni quería acceder a los chicos del equipo de football. Quería seguir siendo la chica solitaria y al único chico al que quería acceder era a Harry. Quería tocar los marcados abdominales que algún dios debió de colocarle minuciosamente. Deseaba acariciar su melena rebelde, enredar los pelos que tapaban su nuca entre sus manos y, sobre todo, quería volver a tener los labios de él pegados en los suyos.

Harry, caminaba por el pasillo siendo el centro de atención debido a las zonas moradas de su rostro. Emma se cayó de golpe al verlo y Dafne paró de andar. Pasó junto a ella sin mirarlas, a ninguna de las dos. Emma se quedó dónde estaba , solo se guió un poco. Dafne lo siguió corrió tras él llamándolo.

— ¿Qué?— Le gritó dándose la vuelta.

Dafne dio un paso atrás con sus ojos bien abiertos. Harry la miraba hecho una furia por haberle dado a probar de sus labios, por haberle dejado tenerla entre sus brazos. Ahora no quería otros labios, ahora siempre la quería entre sus brazos.

— ¿Qué- qué te ha pasado?— Susurró.

Supo que lo mejor hubiera sido alejarse pero había decidido no hacerlo así que asustada preguntó. Harry apretaba con fuerza la mandíbula, trataba de no controlarse. Dafne no debía ser diferente, pero lo era, aunque él no lo quisiera lo era. Tenía su figura, tan frágil como majestuosa a un metro de él, estaba a su alcance y luchaba por no alcanzarla. Sus labios, aquellos labios rojizos que la figura femenina poseía estaban entreabiertos y él quería besarlos.

—No tengo por qué darte explicaciones.

Tenía razón y Dafne lo sabía, por ello lo dejó ir y ella volvió a retomar su camino. Literatura, le tocaba literatura. La rubia volvió a caminar junto a ella manteniendo las distancias, claro, esperó a que todos volvieran a prestar atención a sus asuntos y no a los de Dafne para hablarle nuevamente.

—Trata así a todos. —No, a todos no, ella solía ser la excepción. — No sé si esperas que caiga rendido a tus pies. Si es así no te esfuerces, no lo hará y mucho menos te querrá. Harry no quiere a nadie. — Aceleró el paso, dejando a Dafne detrás.

Dejó de andar, Dafne dejó de andar y fijó la vista en la rubia que se alejaba. Hasta que Emma no lo dijo no se había planteado si quería que Harry la quisiera. Ni si quiera había descifrado el misterio sobre su posible enamoramiento. Estaba confundida solo sabía que se sentía bien cuando le sujetaba la cintura, cuando ella jugaba con el pelo de él, cuando ellos se besaban. Empezaba a aceptar que quizás le quería pero sin descartar la posibilidad de que no fuera más que un capricho. A pesar de que había dejado de tener caprichos cuando ella se fue, mantenía esa posibilidad por no saber porque todo su interior parecía empezar una fiesta cuando él la tocaba. Porque no conseguía saber porque sus besos la acercaban tanto al paraíso.

La semana fue pasando sin palabras dichas entre Harry y Dafne. Cuando llegaba la hora del almuerzo se sentaba uno frente al otro en la mesa que compartían. Los dos se pasaban el día deseosos de que esta hora llegara para mirar al otro cuando no supiera que lo miraba. Todos los días tras salir del taller Harry iba a correr por la playa y Dafne después de clase y tras pasar por su casa iba a bailar. Harry recordaba la risa de Dafne mientras sus piernas lo hacían avanzar veloz y sin destino. Dafne recordaba la sonrisa de Harry mientras giraba rodeada de música.

Aquella tarde de sábado el sudor en la tersa piel de Harry al contacto con el sol hacía que su cuerpo brillara. No llevaba camiseta cubriendo su torso y los pantalones cortos en sus piernas se movían en un intento de ir a la par que sus fuertes pierna. La fina y blanca arena se metía en sus zapatillas. Se le hizo un poco tarde. Cuando llegó a casa Louis lo esperaba golpeando la puerta mientras gritaba, aparentemente, insultándole a él.

— ¿Qué coño haces tío?— Dijo Harry mientras buscaba las llaves.

—Creía que estabas dentro. — Le contestó Louis rascándose la nuca y Harry abrió la puerta.

Ambos entraron. Louis caminó hasta la cocina, Harry lo siguió. El de pelo liso abrió la nevera y sacó una cerveza, Harry prefirió un vaso de agua. Fue él el primero en salir de allí, Louis lo siguió de cerca mientras abría la cerveza que había cogido.

—Te he estado llamando. — Se tumbó en el sofá y cogió en mando de la televisión. — No vamos a ir de discoteca iremos a un bar. — Harry estaba tras el sillón con una camiseta hecha bola en sus manos y su torso desnudo. — ¿A cuántas te tiraras hoy?—Harry no dijo nada. No le respondió porque no sabía la respuesta. — ¿Cuándo vas a asumir que te gusta Dafne?

Harry bufó y dejó a Louis solo. Se deshizo de su ropa con tranquilidad y dejó que el agua callera. Completamente desnudo se metió en la ducha. Sus músculos se debían de haber relajado cuando su cuerpo se mojó, pero no lo hicieron. Salió únicamente vistiendo unos calzoncillos negros de Calvin Klein, Louis ya había abandonado el sofá y tampoco en el piso de lujos. Cogió la lata de cerveza que estaba sobre la mesa de cristal y la agitó. Estaba vacía. Su móvil comenzó a sonar, era Louis, contestó.

A Dafne se le había hecho muy tarde pero no fue su culpa, no, la culpa la tuvo la música que la manipulaba y la hacía seguir bailando en contra de su voluntad. Asique con sus mayas negras ajustadas en sus definidas piernas y una camiseta blanca que dejaba unos de sus hombros al aire se marchó a casa. La luna había salido hacia bastante ya "tal vez ya se haya acostado" se engañaba a sí misma. La mujer severa la estaba esperando en el salón, impecable y enfadada, muy enfadada.


Ella {EDITANDO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora