Capítulo: 35

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Hablar.

El puño envuelto en un grueso guante golpeó el rostro ya herido, lo hizo escupir sangre, lo hizo tambalearse, pero no lo hizo caer. El hombre permaneció de pie como si aún le quedara alguna posibilidad de aguantar aquel asalto. Sabía que iba a perder, lo supo en el momento en el que conoció el nombre de su contrincante. Perdió la esperanza, y no intentaba ganar, solo salir del ring con vida.

Harry seguía golpeándolo, y no pararía hasta verlo caer, siempre caían, y él quedaba en pie con toda la gloria. Gritaban su nombre, pero apenas eran susurros para él que escuchaba resonar, como ecos de bombas, los golpes que le daba al que lo acompañaba en el ring.

Cayó de rodillas ante Harry, escuchaba de forma distorsionada al público gritar, sentía el dolor esparcido en todo su cuerpo, sentía cada uno de los golpes que Harry le daba. Un puño en su pómulo, y otro en su boca ensangrentada que lo hizo caer.

Aquel hombre vestido a rayas entró en el ring, se acercó al caído, no se levantó, Harry ganó.

Miró a su público con sus brazos levantados, escupió el protector bucal y se fue a su rincón. Allí lo esperaba Louis, con una sonrisa en sus labios y una toalla en sus manos. Con la ayuda de Louis se deshizo de sus guantes, ya liberado de ellos le arrebató la toalla a su amigo para limpiar su sudor antes de enjuagar su boca.

Dafne aquella noche estaba sentada en la butaca del porche, miraba el hielo del té helado que mantenía entre sus manos. Recodó a Emma, ella se lo dijo, ninguna chica de aquel instituto era lo suficientemente buena para estar en la cama de Harry, nunca tocó a ninguna.

Le dijo que la queria pero ¿para qué? Comenzaba a preguntarse, tal vez Louis lo sepa, tal vez Louis le responda lo que a Harry no tuvo el valor de preguntarle.

El coche de Minerva quedó aparcado junto la casa, Dafne no escuchó el motor del coche tampoco lo vio, miraba el hilo, escuchaba sus pensamientos. Impecable, como siempre, Minerva subió los tres escalones del porche y se colocó frente a su hija.

— ¿Todo bien?

Dafne dejó de escuchar sus pensamientos, escuchó a su madre. Dejó de mirar el hilo, miró a su madre. Tardó uno segundos en situarse en donde estaba, en el porche, cuando lo hizo asintió sin apartar la mirada de la de su madre.

Solía apartarla intimidada, mirar su regazo, escuchar y obedecer, pero era su vida, y vivir siguiendo las reglas de su madre nunca estuvo entre sus planes, no hasta que se fue Valeria, con su marcha todo cambió, todos cambiaron.

Con la llegada de Harry, sus sonrisas, sus besos, y puede que Louis, Dafne comenzaba a recordar quien fue y puede que quisiera volver a ser ella, y no un reflejo desenfocado de lo que un día fue.

—No quiero estudiar medicina. — Minerva sonrió ligeramente, ya lo sabía.

—Lo sé. — Acarició el pelo suelto de su hija. — Pero estudiaras medicina.

Dafne no dijo nada y Minerva creyéndose ganadora entró en la casa.

Hacía mucho tiempo, demasiado desde que su madre le acariciaba el pelo, pero no lo recordaba tan frio, tan vacio de sentimiento. Recordaba la calidez de su madre fundiéndose con la suya, pero su calidez ya no estaba.

Dejó el té helado junto a la butaca y corrió a su habitación. Buscó su móvil, y cuando lo encontró bajo su cama lo llamó. Él contestó la llamada, la segunda vez que lo llamó sin mirar quien lo llamaba.

Dejó que la muchacha que tenía en su regazo siguiera besándole el cuello mientras él hablaba. Dafne pudo escuchar la música con claridad, al contrario que su voz.

— ¿Estas muy ocupado?

— ¿Dafne?

No esperaba su voz, no esperaba su llamada. Dejó de acariciar la espalda de la chica enbutida en un vestido dorado, pero a ella no le impidió que siguiera con lo que hacía en su cuello.

—Sí.

—Sí que me pillas un pelín ocupado, pero dime.

—Quería hablar contigo, pero puede ser otro día.

—En una hora pasó a buscarte.

La conversación terminó. Él miró a la chica sobre sus piernas, ella ya lo miraba, tenía el ceño fruncido, el chico con el que pensaba tener sexo aquella noche, pararía a buscar a alguien en una hora.

—Va a tener que ser rápido nena. — le dijo mientras se ponía de pie con ella entre sus brazos.

Mientras que él se encaminaba de la mano de aquella muchacha del vestido dorado hacia el baño de la discoteca, Dafne abrió su armario. Ya se había deshecho de la camiseta blanca que escondía su ropa interior morada, cuando lo hizo.

Cogió unos pantalones vaqueros, estaban desgastado y rotos, muy rotos, parecían viejos, pero no lo eran. Aún con su torso desnudo comenzó a buscar, bajo su cama, sus viejas converse, con ellas en sus pies vistió su torso con la primera camiseta que vio. Con sus llaves y su móvil en la mano volvió a la butaca.

Él una vez que terminó lo que empezó fue a buscar a Dafne. Ella pronto vio el su coche parado frente a su casa y no tardó en correr hasta él para montarse junto al conductor. La miró sin decirle nada.

Llevaba el pelo suelto, y una camiseta de tirantes que dejaba ver su sujetador morado por el lateral, ya que las sisas eran muy grandes.

El escote de la camiseta era grande, el sujetador amenazaba con asomar por allí también. Tal vez si ella no fuera quien era, hubiera mirado sus pechos, pero como era Dafne no lo hizo. Fue su rostro sin maquillaje lo que miró.

—Siento haberte molestado. — Dijo Dafne mirando sus pantalones rotos. — ¿Qué estabas haciendo?— Miró al conductor, quien ponía el vehículo en movimiento.

—Iba a tener sexo con una tipa cuando llamaste. — Le dedicó una mirada rápida a Dafne. — Lo hemos hecho antes de que te viniera a buscar. — sonrió recordándolo.

—Supongo que no hay nada serio entre vosotros.

—No.

Paró el coche a unas calles de la discoteca, en la cual celebraba la gran hazaña de Harry, se quitó el cinturón y miró a Dafne.

No sabía de qué quería hablarle, pero estaba seguro que no era de su vida sexual. Ella lo imitó y mirándolo a los ojos formuló la pregunta que no se preguntó a ella misma, la que le quemaba por dentro.

— ¿Por qué no se acostó conmigo?

Louis la miraba, no sabía que responderle a pesar de saber la respuesta. No sabía si era él quien debía responderle, supuso que sí, porque se lo había preguntado a él. Cuando no se sabe como decir la verdad para que no parezca la verdad que otro debía decir ¿Qué puede decir?

—Porque le importas. —Escuchó sus palabras pero pareció no hacerlo.

— ¿No soy lo suficiente buena para estar en su cama?

—No es eso, Dafne. — Sujetó el rostro de su amiga. — Es que Harry no estar acostumbrado a que le importe alguien tanto.

Dejó de sujetarle el rostro. Apoyó su espalda en el respaldo y miró al frente.

— No entiende por qué tú eres tan diferente a todas las demás tías que han pasado por su vida. Has derrumbado todo su mundo. Para él siempre ha habido dos tipos de chicas, con las que se acuesta, y a las que ignora, tú no estás en ninguno de los dos grupos, y le asusta.

Si no era un trozo de carne con una vagina con la Harry pudiera jugar y tampoco era de aquellas que no existían para él ¿Qué era Dafne para Harry?

Eso mismo se preguntaba ella. Iba a preguntárselo a Louis, pero él, que sabía lo que pasaba en la cabeza de la chica, no la dejó preguntar, ya había dicho suficiente, al menos por aquella noche, asique le dio a elegir a Dafne entre volver a su casa o acompañarlo a la a la discoteca.



Ella {EDITANDO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora