Capítulo: 42

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El nada de Dafne.

Eran las diez de la mañana de un lunes soleado. Harry desayunaba sentado en el mismo lugar en el que lo hizo con Dafne cuando Louis entró en su piso. Fue directo a la cocina, no esperaba encontrarse con Harry allí, pero lo encontró.

El que el dueño de la casa estuviera allí no le impidió seguir con su cometido, desayunar. Cogió un bol que llenó de cereales y leche y se sentó junto a Harry. El semejante a un dios griego siguió comiendo, como si Louis no se hubiera colado en su casa y se comiera su comida sentado junto a él.

—Voy a cambiar la cerradura. —le dijo sin mirarlo.

—Volveré a hacerme una copia de la llave ¿Te tiraste a Dafne?

Ya lo había bombardeado con aquella pregunta que Harry no quiso responder, y por ello seguía haciéndolo, porque no le respondía, sabía que seguramente fuera porque la respuesta era positiva, pero quería estar seguro.

Harry no quiso contarle como disfrutó de la suavidad de la piel tersa de Dafne, como besó cada rincón de su cuerpo, como tubo sexo con ella, dos veces, cediéndole el control una de las veces. Quería guárdaselo para él.

—Deberías centrarte más en tu vida y menos en la mía Louis.

Harry aún no tenía muy claro como Louis consiguió acercase tanto a él como para llegar a considerarlo su amigo. Tal vez porque los dos necesitaban un amigo y estaban él uno al lado del otro, y a pesar de los intentos desesperados por deshacerse de ese pegajoso y sonriente ser, Harry nunca lo consiguió.

— ¿Qué tal es en la cama?— seguía insistiendo.

—No es asunto tuyo. —Harry comenzaba a enfadarse.

También estaban todas las veces que Louis lo ayudó, para cuando fue él quien necesitó la ayuda de Harry, ya había conseguido tocar su destrozado y duro corazón. Entonces Harry creó una valla de alambre electrificado alrededor de ese endurecido corazón para que nadie más llegara a el.

Dafne la cruzó sin problema, ni siquiera lo había intentado cuando ya tenía el corazón de Harry entre sus manos. Pero ella no tuvo suficiente con eso, quiso que ese corazón fuera más blando, y Harry lo ablandó solo para ella, para el resto para el resto seguía siendo la misma piedra palpitante de siempre.

— ¡Habéis follado!— exclamó alegre. — Ya era hora. —Harry bufó y se levantó de su asiento.

—Recoge todo cuando termines y cierra la puerta cuando te vayas.

Salió de la cocina y caminó hacia la puerta. Aquella mañana ya había tenido suficiente de Louis, asique lo dejaría allí vaciándole la nevera como casi todo los días hacia a la hora del desayuno.

— ¿Tu a dónde vas?

—A clase.

— ¿No vas un poco tarde?—Harry no le respondió, salió del piso cerrando la puerta tras de sí.

Claro que iba tarde, muy tarde, pero él no iba por las clases, él iba por Dafne. Llegó a tiempo para entrar en clase de filosofía pero prefirió quedarse en el vacio campo de football americano, hasta que llegó la hora del almuerzo, que le entró hambre y muchas ganas de ver a Dafne.

Dafne estaba sentada en su típico sitio dándole vueltas al contenido de su plato. Harry la saludó antes de sentarse frente a ella, pero la muchacha estaba demasiado ocupada en darle vueltas en lo que tenía en su cabeza.

Trató de llamar la atención de Dafne una vez más y como no lo consiguió sujetó su mano, haciendo que parara sus movimientos. Lo miró y le sonrió "hola" le dijo. Harry sonrió mientras agitaban su cabeza.

—Llevo un rato diciéndote exactamente eso.

—Lo siento.

— ¿Qué te pasa?

Dafne se encogió de hombros al mismo tiempo que un nada salía de su boca. Harry supo que ese nada era algo grande, lo que no supo fue si dejarlo ahí o intentar averiguar el verdadero significado del nada de Dafne. Lo dejó ahí, por si Dafne no estaba preparada para decirlo en alto o por si no lo estaba para decírselo a él.

Después de Clase Dafne fue a bailar para aclarar sus ideas y Harry al taller. Cuando su jornada terminó, llamó a Dafne, le apetecía escuchar su voz, pero no la escuchó, ella no respondió ninguna de sus llamadas.

Decidió ir a echar un vistazo, uno rápido, al lugar en el que Dafne bailaba, por si estaba allí, queria asegurarse de que estaba bien. Y si estaba allí, girando sobre la puntas de sus pies, moviendo su flexible cuerpo sin cansarse.

Cuando Dafne dejó su entretenido baile, Harry dejó de mirar tras la puerta entre abierta y entró. Dafne vio su perfecto reflejo en una de las paredes de espejo de aquella habitación, estaba con los brazos cruzados detrás de ella.

Se giró y miró el rostro sereno de aquel ser. "¿Qué haces aquí?" preguntó, y Harry le contó que tras innumerables llamada que ella no respondió se le ocurrió pasase por allí.

—Y por cierto eso que hace esta chulísimo.

—Ya. — dijo sentándose en el suelo con las piernas cruzadas, Harry la imitó.

— ¿Qué pasa Dafne?

—Nada importante.

—Pues si parece ser importante ¿No crees que sería mucho más fácil y rápido si me lo cuentas sin que yo te interrogue?

Dafne se lo pensó unos minutos mirando sus piernas envueltas en aquellas ajustadas mallas negras. Harry esperó paciente su decisión. Se dedicó a guardar silencio mientras miraba su reflejo junto al de Dafne.

Dafne comenzó a contándole a Harry lo imperfecta que ella siempre fue para su madre y lo perfecta que fue su hermana.

Le comentó que ella no llegó a conocer a la mujer de la que Brap se enamoró, a la mujer que un día fue su madre antes de ser quien era ahora. Que cuando ella nació ya era una mujer de conducta intachable y obsesa de las buenas apariencias y el qué dirán.

Fue su abuela la quien le contó que su madre no siempre fue así, que hubo un tiempo en el que las cenas con gente millonaria y el dinero no le importaron, fue en aquel entonces cuando su padre la conoció y cuando a ella le gustaba. Lo que Dafne nunca supo era porqué cambió, nunca nadie se lo digo.

Le confesó que cuando su hermana estaba viva, ni su madre ponía tantas fuerzas en el empeño de cambiarla ni ella obedecía sus órdenes. Pero perdió a su hija perfecta, y se centró en la imperfecta.

—Tu madre es una hija de puta. — Dijo Harry cuando Dafne le detalló la desaprobación de la mujer severa hacia toda ella.

—Quiere que estudie medicina, pero yo odio la medicina.

—Pues pasa de ella, que diga lo que quiera es tu vida no la suya ¿Qué es lo peor que te puede hacer si no estudias medicina?

Lo pensó unos minutos y no encontró una respuesta clara y concreta para aquella pregunta que Harry le hizo. Al no obtener respuesta volvió a preguntar, esta vez sobre Valeria. Dafne le contó que hacía casi dos años que murió en un accidente de tráfico cuando iba a recogerla.

—Sabes que no fue tu culpa ¿verdad?

La muchacha se encogió de hombros, no, no lo sabía, y aunque se lo habían dicho repetidas veces nunca lo creyó.


Ella {EDITANDO}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora