Silencio
Silencio, eso era todo lo que quedó después de la verdad de Brap. No se escuchaban sus respiraciones en aquel despacho cerrado pero respiraban. Callaron, Brap porque ya había dicho todo lo que tenía que decir y Dafne porque no tenía nada que decir. Se miraban en silencios, se miraban a los ojos. "Grita, Dafne, grita" decía Brap en su interior "fue mi culpa Dafne, ódiame" repetía la mente de Brap una y otra vez. Pero las palabras nunca salieron, todo lo que había era silencio.
No se enfadó, Dafne no se enfadó, no le gritó a su padre, no le reprochó nada pues no encontraba nada que reprochar. Arrastro la silla en la que estaba sentada, se puso de pie y desde ahí arriba miró a su padre sentado. Él dejó de mirarla miró el café que nunca bebió. Dafne cogió aire que luego soltó haciendo un leve ruido así rompió el silencio y salió del despacho de su padre. Frente a la puerta, apoyada en la pared, estaba Minerva. Miró a su hija, la cual huyó de ella, fue a su cuarto y se sentó en el suelo frente a la pared cubierta de sus dibujos.
—Harry. — Susurró antes de dejar una lagrima caer por su rostro memorizando cada dibujo que veía.
La mujer severa tragó saliva con fuerza y entró con poderío al despacho de Brap. El seguía allí mirando el café y con las palabras "fue mi culpa Dafne, ódiame" repitiéndose en su cabeza.
— ¿Qué se siente cuando tu hija sabe que eres el jodido asesino de su hermana? —Preguntó Minerva frente al escritorio. Miraba con odio y rencor a su marido.
No contestó, el seguía en silencio, como si ese silencio le protegiera, que gran mentira esa, el silencio no le protegía, le hacía daño. En aquel silencio podía escuchar su mente y esta era cruel, muy cruel, lo fue desde que se fue Valeria.
—Tenías que haberte ido con aquella tipa. —Helena, le hablaba de Helena y entonces la miró. — Tenías que haber desaparecido de nuestras vidas y ni Valeria estaría muerta ni Dafne sería tan como es. — Grito mientras su rostro se enrojecía.
— ¿Tan cómo es? No Minerva, no es tan como es, no la dejas serlo. Te has pasado toda su vida no dejándola ser ella. — Se puso de pie. —Dudo mucho que Dafne hubiera sido más feliz, pero supongo que sí, que tienes razón, debí haber desaparecido de vuestras vidas.
Minerva no había terminado de hablar, aún tenía mucho veneno que soltar pero Brap no quería seguir escuchando. Él quería seguir en silencio, él quería recibir la crueldad de su mente. Así que se fue, salió primero del despacho y después de la casa con minerva gritándole a sus espaldas hasta que cerró la puerta de la entrada, entonces calló. Lloró cuando la puerta se cerró. Lloró porque ella quería a Valeria, quería recuperarla. Todo lo que quería era volver abrazar a su hija.
Brap y Dafne pasaron tres días en aquel silencio que empezó tras la verdad relevada. Dafne buscó y buscó, incluso trató de crear la culpa de su padre. Pero no era su culpa. No fue culpa de Brap ni de Helena. Sabía la verdad y dejó de culparse por la muerte de su hermana. Dejó la búsqueda del culpable cuando se encontró a ella y a su padre como inocentes y en ese momento tenía algo que decir, era el momento de acabar con el silencio. Fue al lugar de trabajo de su padre, nunca antes había estado allí. Entró en la oficina de su padre, él estaba de espalda mirando por la gran ventanal los rascacielos de Los Ángeles.
— ¿Papa?
Se giró, era ella, era su hija y parecía venir en son de paz pero ¿Por qué? Hacía tres días que le contó la verdad, ahora sabía que él era el culpable de que Valeria muriera. Le sonrió, Dafne le sonrió y él se lo tuvo que pedir en voz alta.
—Fue mi culpa Dafne, ódiame.
Dafne no dejó de sonreírle. Arrojó su bolso al suelo y casi corrió hacia su padre. Lo abrazo, se aferró a él como si fuera lo único que le quedaba. "No te odio, papá, ni voy hacerlo" Brap comenzó a llorar, no tenía muy claro por qué. Dafne comenzó acariciarle la espalda, Brap lloraba más. "No es tu culpa, papá" Dafne creía en las palabras que decía, se enamoró eso es todo y hasta donde ella sabía enamorase no era un delito, matar si, asique si alguien tenía que pagar algo ese era el padre de Harry, él si cometió un delito, bueno dos, mató a Helena y mató a Valeria.
—Lo siento. — Dijo calmando su llanto. Dafne se separó un poco de su padre.
—No papá, no tienes que pedir perdón y mucho menos a mí. Te enamoraste ¿y qué? No es algo que se pueda evitar o elegir.
—Yo la maté, las mate a las dos.
—No papá, tú las quisiste a las dos y alguien no fue capaz de vivir con eso. Pero esa no es tu culpa.
Lo volvió a abraza y Brap no lloró, puede que la culpa no le pesara tanto después de saber lo que su hija pensaba de su verdad. Puede que el no perder a la hija que le quedaba lo hiciera no llorar. En el momento en el que besó la frente de su hija se acordó de Harry, su hijo, el hijo de Helena.
— ¿Conoces al padre de Harry? —Dafne negó con la cabeza. — ¿Él sabe, sobre ti? Digo sobre ti y Harry y bueno que eres mi hija. — Le costaba preguntarle eso.
—No lo sé, no sé lo que Harry le habrá dicho.
— ¿No vas a volver a hablar con Harry? — Eso mismo se preguntaba ella.
—Tengo que irme. Tengo que preparar unos papeles para la universidad. — Brap asintió— Me voy a Nueva York y voy a estudiar bellas artes, me da igual lo que mamá opine.
—A mí también me da igual.
Besó la mejilla de su padre y estaba por salir, la puerta ya la tenía abierta, ya se iba pero se giró.
—Papá, déjala. Os estáis haciendo daño. Te está torturando.
Y se fue, sin llevarse la culpa que había estado arrastrando durante tanto tiempo, siendo más ella y menos la marioneta de Minerva. Pero rota, tan rota por dentro como cuando llegó. Había perdido a Harry, no había vuelto hablar con él y seguía rota. "¿Cómo estará? ¿Me echara de menos?" Se preguntaba sin parar, exactamente igual que hacia Harry. Ninguno estaba bien, los dos se echaban de menos.
No estaba bien que siguieran juntos ¿no? Después de todo el padre de Harry mató a la hermana de Dafne. Que injusto era todo aún sabiéndolo algo les obligaba seguir enamorados el uno del otro y nos les pesaba, ese amor no les pesaba.
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Ella {EDITANDO}
FanfictionSu cuerpo se mueve ágil rodeado de la melodía desprendida de un piano, su corazón late en su pecho, sus recuerdos la queman y su dolor no la deja ser ella. Sus pies pisan la arena de la playa, en su pecho un corazón fío y seco, sus recuerdos abando...