127. Parker

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Tenías que dar una presentación de Física delante de toda la clase y, aunque te sabías todo el tema de memoria gracias a Peter, aún así estabas nerviosa.

-Tienes que tranquilizarte-, repitió Peter.

-No puedo. ¡No estoy echa para interactuar con la humanidad, Peter!-, chillaste y lo tomaste por los hombros. Él se limito a rodar los ojos.

-No seas melodramática. Haz como si estuviéramos en mi cuarto y me lo volvieras a contar. 

-Pero-, ibas a alegar cuando Peter te beso -. Buena forma de decirme que me callé-, rodaste los ojos y Peter río. 

-Mírame a mi y piensa que estas en mi habitación. Te haré muecas, como siempre lo hago. 

Te tranquilizaste. Pero ese sentimiento te duró hasta que el timbre sonó y dejaste escapar un gritito, causando la risa de Peter.

-Vamos de una vez-, dijo y tomó tu mano.

-No, Pete. No, no, por favor. No me hagas hacer esto-, murmurabas rápido a su oído pero él seguía guiándote al salón. Cuando estaban por entrar, viste que la mayoría había asistido, por lo que volviste a quejarte -. Pete-, rogaste, haciendo puchero -. Por favor, diles que tengo fiebre o algo. Por favor.

-Tienes que enfrentar tus miedos-, dijo con una sonrisa burlona y lo miraste mal.

-El hombre araña me ayudaría, él siempre ayuda a las personas.

-El hombre araña te diría que dejes de llorar y que des de una vez la estúpida lección oral-, masculló y lo observaste con la ceja alzada -. El hombre araña no es tan dulce como yo-, se encogió de hombros y tú reíste.

-No eres dulce, Parker-, soltaste y él fingió ofenderse -. Esta bien, si lo eres. Pero no ahora. 

-Deje de ser dulce cuando me aprendí de memoria tu lección-, murmuró.

-Lo siento, no todos somos genios-, fingiste estar enojada y él te acercó a él, tomándote de la cintura.

-Era broma, bebé. No te enojes.

Te reíste y te felicitaste mentalmente por ser tan buena actriz. 

-Te disculpo si me dejas irme.

-Claro que no.

Frunciste el ceño y, finalmente, entraron al salón. 

-Ah, si asistio-, exclamó el profesor cuando te vio -. Pensé que te dolería el estomago como el año pasado, y el anterior, y el anterior a ese-. Peter te miró desaprobatoriamente y tú le dedicaste una sonrisa avergonzada -. Supongo que su novio la esta obligando. ¿No es así?

-Sí, creo que lo voy a cambiar-, bromeaste, ya que el profesor de Física en realidad era muy bueno -. Es solo que no me gusta presentarme frente a todos.

-De eso me di cuenta, sus lecciones siempre fueron perfectas. Pero como nunca se presentaba delante de todos, no podía ponerle la nota que se merecía.

-Lo sé y lo entiendo...

-Pero-, te interrumpió Peter -. Ahora lo hará y dará una de las mejores presentaciones que jamás haya visto.

-Seguro voy a quedarme en blanco-, murmuraste con una mueca, pero el profesor llegó a escucharte.

-Hagamos una cosa, T/N. Inténtalo ahora, si no puedes, te la tomaré luego, a solas.

Le diste una sonrisa de agradecimiento al profesor y ambos fueron a sentarse. Mientras el profesor repasaba un tema, tú leías otra vez tus notas. No fue hasta que Peter te tocó el hombro y te señalo al profesor que volviste a prestar atención.

T/N, ¿Serías tan amable de dar tu presentación?

Tragaste saliva y asentiste. Tomaste tus papeles y te paraste de puntitas frente al pizarrón para intentar pegar la cartulina que te había tomado tiempo hacerla. Cuando se iba a caer, unas manos pegaron la punta y tú te diste la vuelta.

-Gracias-, le agradeciste a tu novio y él asintió divertido.

-Había olvidado que eras una enana.

-Solo para ti-, comentaste rodando los ojos -. Y cállate o le diré a Wade que me estas molestando-, Peter se alejo y levanto las manos, fingiendo inocencia.

-Lo siento-, rió y volvió a su lugar. 

Al final, no había sido tan malo. Al principio si, pero sólo porque tú mirabas a todos, en vez de mirar a un punto fijo. Fue entonces cuando miraste a Peter, el cual tenía el ceño fruncido, preocupado porque no podías hablar. Cuando se dio cuenta que lo miraste, te sonrió y comenzó a hacer muecas divertidas, como lo hacía cuando estaban en su cuarto. Eso te sacó una sonrisa y comenzaste a decir todo, como lo hiciste en su cuarto, sin tapujos ni dudas. Al terminar, todos aplaudieron y tú volviste a sentarte.

-Fue perfecto, linda-, murmuró Peter a tu oído y posó sus labios en tu mejilla.

-Aunque su novia lo hiso muy bien, no creo que sea el ambiente apropiado para esas muestras de afecto, señor Parker-, dijo el profesor, divertido y Peter rió. Mientras que tú, roja de la vergüenza, bajaste la vista y no dijiste nada más.

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