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Hacía rato que no veías a Wade, por lo que decidiste ir a su casa y sorprenderlo. Mientras subías las escaleras hasta su departamento, te fijaste tener todo lo que necesitabas.
-Chimichangas, cerveza, helado, películas-, sonreíste al observar que no te habías olvidado nada y abriste su puerta -. ¡Sorpresa, perra!-, gritaste.
-Oh, hola bebé. ¿Estás bien? Estás toda roja-, preguntó mientras se acercaba a ti, mientras que tú permanecías de pie, sin saber que hacer -. Hey, T/N. ¿Estás ahí?-, preguntó, pasando una mano por delante de tus ojos -. ¿Estás muda o algo?-, dijo y comenzó a chasquear sus dedos en frente de tu cara. Tú parpadeasté, volviendo a reaccionar, miraste a todos lados y volviste a centrar tu mirada en Wade, causando que te pusieras aún más roja.
-Dios, puedes usarlo para moler carne-, murmuraste sin pensar.
-¿Qué?-, preguntó Wade, sin llegar a entenderte. Tú desviaste la mirada, apenada.
-¡Ponte algo de ropa!-, gritasté.
-¿Eh?-, murmuró él y miró hacia abajo -. Oh, claro. Lo siento-, rió y fue a buscar unos pantalones.
Te quedaste mirando al piso cuando escuchaste unas pisadas acercándose a ti.
-Puedes mirar ahora-, lentamente, levantaste la vista -. ¿Mejor?-, preguntó y tú, lentamente, asentiste -. Entonces... ¿Qué piensas?
-Yo... eh...
-Probablemente, que soy el hombre más sexy del mundo-, dijo él.
-En realidad, no había visto antes a alguien desnudo-, mascullaste, avergonzada -. No puedo creer que así haya sido la primera vez que te haya visto desnudo.
Wade te abrazó por detrás.
-Bueno, no será la última-, murmuró en tu oreja.
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