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Tony rió y Vanessa pudo adivinar lo que estaba a punto de pasar. Simplemente, conocía demasiado bien a su mejor amigo y, a juzgar por la sonrisa de maldad que decoraba su rostro, estaba a punto de dedicarle un comentario cargado de burlas —. Él te está mirando otra vez.
Vanessa se ruborizó de inmediato, sabiendo de quién hablaba Tony sin la necesidad de preguntar o alzar la mirada. Bruce Banner y ella habían estado coqueteando desde el momento en que se conocieron y, a juzgar por las miradas que se lanzaban el uno al otro, el millonario apostaba que se besarían en cualquier momento.
Claro que a Vanessa le encantaba el científico. El único problema era que él era demasiado tímido, aún no había logrado llevar una conversación a cabo sin que sus mejillas se tiñeran del color escarlata o balbuceara incoherencias. Tampoco era una queja, ni mucho menos un defecto: ella adoraba lo adorable que lucía balbuceando con sus mejillas ardientes. Pero, de vez en cuando, sería mejor que fuera más confiado en sí mismo.
— ¿Cuándo comenzaran a salir, entonces?—, inquirió Tony, llevándose el vaso sobre la mesa a la boca. Los labios de Vanessa formaron una mueca mientras su mirada se mantenía sobre su plato.
—No lo sé—, se encogió de hombros, imitando la acción anterior de su mejor amigo.
Vanessa miró a su compañero de mesa, cuya mirada se perdía en un punto en específico. Curiosa, ella siguió la dirección de sus ojos y se encontró con Bruce. La chica le sonrió al cruzar miradas con él y alzó su mano para saludarle.
Los labios de Bruce se curvaron en una sonrisa al instante. Él alzó su mano y correspondió el gesto, pero se resbaló y cayó por las escaleras. Tony estalló en carcajadas de inmediato mientras que Vanessa se levantaba y corría hacia el científico, abandonando su almuerzo sobre la mesa —. Creo que salir sería un atentado en contra de su vida—, fueron las últimas palabras que le dirigió a Tony Stark.
—Hola—, sonrió de forma inocente Bruce una vez que ella llegó a su lado. El hombre seguía en el suelo, sus brazos y piernas estiradas mientras que parecía haberse acostado allí a propósito.
— ¿Disfrutando de la vista?—, se burló Vanessa, estirando su mano hacia él.
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