¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
No importa cuánto tiempo pasara, cada vez que Aymara intentaba cocinar, Pietro estaba allí para distraerla. El velocista no tardaba en aparecer a su lado y comenzar a besarla y acariciarla.
—Pietro, ¿otra vez?—, suspiró la chica.
—Vamos—, murmuró en respuesta y mordió su cuello.
La chica saltó en su lugar, sorprendida. Se dio la vuelta y lo miró, fingiendo estar enfadada. Pietro le devolvía la mirada, acompañada con una sonrisa pícara. Él amaba molestarla.
—Estoy cocinando. ¿Acaso no quieres comer?
—Sí, quiero comer. Pero no eso, a ti.
La chica no pudo evitar reír antes de acercarse a él y besarle apasionadamente. Pietro tiró todo de la mesa antes de sentar a la chica sobre la mesada y sacarle la blusa.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
