¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Siempre que Tony y tú quieren cocinar, terminan peleando por que poner y que no poner.
-Hay que ponerle más sal-, sugeriste y estiraste tu mano para tomar el salero cuando Tony golpeó tu mano. Lo miraste mal y le devolviste el golpe cuando el tomó tu brazo.
-No necesita más sal, esta bien así.
-Tony, acabo de probarlo. Necesita más sal.
-Que no.
-Que si.
-Que no.
-¡Esta bien! ¡Cocina tú solo!-, mascullaste y te fuiste de allí -. Le agregaré la sal en mi propio plato.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
-Vamos, amor. No te enojes-, murmuró él mientras servía la comida en ambos platos.
No contestaste y pusiste sal en tu plato para comenzar a comer en silencio. Observaste como Tony dio el primer bocado y sus ojos fueron a parar a la sal para luego mirarte. Lo miraste con una sonrisa arrogante, aguantando tu risa. Tony bajó la mirada y dio otro bocado.
-Vamos, Tony. ¡Le falta sal!
Él no dijo nada y tomo otro bocado, esta vez más grande pero, cuando trago, tomó un largo trago de vino. Tomo el salero y puso sal a su comida.
-Entonces, ¿Vas a dejar que condimente yo la próxima?
-Si-, contestó, aunque tú sabías que era mentira. Siempre peleaban por lo mismo y tenías que admitir que había veces que acertaba él, y otras tú.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
