194. Coco

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Coco. Edad desconocida.

¡Hola! Mi apodo es Coco y quiero contar mi historia de bullying y como he llegado hasta donde estoy ahora.

Esto empezó cuando tenia al rededor de once años o doce, en ese entonces yo me juntaba con un gran grupo de chicas que todas eran rectas, estiradas y perfectas, o esa apariencia querían dar a los demás. Yo no estaba a gusto con ellas en el colegio, por lo que una de ellas, a la que yo pensaba que le caía mal, me empezó a llamar lapa (es algo así como un insecto que esta siempre pegado).

A esos años es la edad a la que te empiezan a interesar los chicos, o chicas, pues a mi me preguntaron quien me gustaba. Y en ese momento un chico de mi clase pasó por delante mio y dije que ese era quien me gustaba. Fue uno de los errores de mi infancia.

Semanas más tarde la chica que me llamaba lapa y me ponía caras de asco, comenzó a salir con él. Por lo tanto yo iba en boca de todos los de mi clase y de la contigua, siempre me estaban preguntando si todavía me gustaba.

Del gran grupo que eramos "amigas" solo me llevaba bien con dos o tres, las demás me daban igual, porque la cara de falsa no se la quitaban ni con jabón, parecía que cuando me veían se habían bebido una botella de lejía. Yo era una chica feliz, la que solía pasar por alto todo. No me importaba nada mientras tuviese amigas con las que salir, supongo que es algo que se hace cuando todavía no tienes la mentalidad para poder relacionarte con amigos de verdad.

Pero ese verano cambio bastante todo.

Yo me fui con tres de mis amigas, de las que creía que serían de verdad y para siempre, a una casa en un pequeño pueblo de montaña. Todo iba bastante bien hasta que una amiga de una de mis amigas, que vivía allí vino a la casa. Ella había llamado al teléfono de mi amiga para decirle que se iba a apuntar a la pijamada, yo no estaba muy contenta con la idea. Me daba miedo conocer a gente nueva, no quería caer mal, así que pensé que lo mejor era no relacionarme más. Decidí hacérselo saber en el patio de su casa, cuando nosotras cuatro estábamos metidas en una tienda de campaña, y fue justo en el momento que la chica llegó a la casa.

Ella debió de haberlo escuchado, porque se encargo de hacérmelo pasar mal durante toda la semana que nos hospedamos en la casa del pueblo de mi amiga.

Esa chica me hizo llorar, pero todavía lloré más al rededor de un mes más tarde cuando un día me metí en messenger -era una red social que se utilizaba en esos años- y recibí mensajes de las amigas de la chica esta -quienes eran las de mi grupo de antes- que se encargo de hacérmelo pasar fatal. Todos y cada uno de esos mensajes contenían insultos, yo trate de explicar que no quería hacerle pensar que me caía mal, sino que tenia miedo. Ellas no me escuchaban y seguían mandando insultos, incluso me mandaron mensajes amigas suyas de otros pueblos, quien antes habían sido mis amigas y habíamos pasado tardes juntas.

Yo por mi cuenta decidí no juntarme más con esas chicas, pero aun tenia contacto con mis tres amigas. Una de ellas me explico al año siguiente que no se hablaba más con la chica del pueblo, o sea con la que puso a la mayoría de chicas de mi curso contra mí. Me dijo que ella le caía mal y que la había traicionado. Ahora ella se quedó sola. Yo pensé que no lo tenía mal merecido, pero eso no evitó que el verano fuese un horror. Incluso llamaron a mi teléfono móvil para insultarme, por lo que tuve que recurrir a mi madre a que me ayudase.

Llevaba varios años asistiendo al psicólogo, pero esta no hizo de mucha ayuda ya que ella misma también se encargaba de hundirme. Tuve que tomar represalias y ponerla en su sitio, le dije que no me servia de ayuda y que iba a mandar un volante a otro centro de salud en el que ella no fuese la psicóloga.

Al cambiar de psicólogo, que empece yendo por deficit de atención, acabe acudiendo por bullying. O eso es lo que dijo mi madre que me hacían cuando un día yendo por la calle a casa de una de mis tres amigas, los chicos de mi edad decidieron que era el momento perfecto para gritarme en medio de la calle barbaridades. Volví a llamar a mi madre y habló seriamente con los chicos diciendo que eso era bullying y que se encargaría de hablar con sus padres como me volviesen a decir algo, yo quieta al lado de mi madre y de mis tres amigas, miraba de reojo hacia ellas, viendo que estaban avergonzadas por el numerito que estábamos montando en la calle, al lado de sus amigos y de las chicas de su cuadrilla, de la que yo me excluí.

BULLYING STOPS HEREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora