69. Karla

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Karla. 17 años.

Me llamo Karla y en mis diecisiete años de vida, he sufrido bullying dos veces.

La primera vez, fue cuando estaba en primaria, sufrir bullying en el cuarto grado, pero no era bullying por parte de otro compañero, no, la persona que me molestaba era mi profesora. Siempre fui una niña aplicada, con buenas notas y un buen comportamiento, no era ni popular ni nerd, ni ningún tipo de etiqueta con la que se clasifica a las personas, simplemente era una niña estudiosa y un poco sociable.

En cuarto grado apenas tenía nueve años. La profesora era buena en principio, pero con el tiempo, se volvió muy grosera y gritona, me regañaba constantemente y me humillaba frente a todo el grupo, no era la única a la que la profesora molestaba, tenía un grupo designado de niños a los que agarraba de bajada, a muchos nos hizo llorar.

La primaria a la que asistía quedaba bastante retirada de mi casa - la razón por la cual iba a esa escuela, es porque quedaba más cercana al lugar en el que mis padres trabajan -, así que aún que me levantase temprano, no siempre conseguía llegar a tiempo, el tráfico era algo inesperado, a veces lo había a veces no. La profesora comenzó con cosas simples, como no dejarme entrar al salón hasta después de unos diez o veinte minutos. Al principio se me hacia comprensible, llegaba tarde, así que debía de esperar fuera del salón, como un castigo o algo parecido, pero con el tiempo, la profesora me dejaba más y más minutos fuera de la clase. Cuando se lo comenté a mi mamá, ella se molestó y fue a hablar con mi maestra. La profesora fue grosera con mi mamá y se mantuvo firme, pero al final aceptó dejarme pasar al salón de clase en cuanto llegase.

Parecía que las cosas cambiarían, que la maestra ya no me trataría mal, pero no fue así, la verdad es que cada vez parecía estar más y más molesta conmigo. Cuando alzaba la mano para contestar alguna pregunta, rara vez me elegía y si lo hacia, me decía que mi respuesta era incorrecta aún que estuviese bien. Aún recuerdo que una vez nos puso a hacer un ejercicio en el que me levante de mi lugar para verificar con la maestra si mis respuestas estaban bien, yo sabía que estaba bien, mi mejor amiga de ese tiempo y yo, habíamos comparado respuestas, ella y yo éramos las más aplicadas de la clase y nuestros ejercicios estaban exactamente iguales, pero cuando le entregue la hoja a la profesora, lo "revisó" y me dijo que todo estaba mal, regrese a mi asiento triste, mi mejor amiga me preguntó por qué estaba así, le conté que la maestra habia dicho que el trabajo estaba mal hecho, mi amiga se levantó para verificar que estábamos mal, cuando regresó a su asiento, me agarró de la mano y me llevó hasta el escritorio de la profesora, mi amiga alegó por mi, se enfrentó a la profesora y le dijo que cómo era posible que mis respuestas estuviesen mal y las de ella bien, si nuestros trabajos eran exactamente iguales, la profesora no tuvo más remedio que calificarme bien. Pero nunca se detuvieron sus humillaciones.

Molesta mi mamá trato de hablar muchas veces con la profesora, pero ella le negaba el paso, se fue a dirección y no nos resolvieron nada, nos recomendaron visitar la Comisión de los Derechos Humanos (CNDH). Hicimos caso, pero lo único que se hizo, fue hacerme entrevista tras entrevista para ver si yo estaba mintiendo, me obligaron a rememorar cada uno de los insultos que la profesora hizo contra mi persona. Pero al final, se dijo que había falta de pruebas, que tenían que hacer una investigación más a fondo, entrevistar a mis compañeros, padres de familia y profesores, casi un año entero citandome para decirles una y otra vez cada acoso, para que al final, se terminara el ciclo escolar, a la profesora no se le dio ningún tipo de sanción, yo quede con el daño y con el tener que verla durante dos años más por los pasillos de la escuela. A veces a la hora del descanso, ella pasaba por donde yo me encontraba y me miraba mal, ponía una sonrisa prepotente y llena de suficiencia, muchas veces me llegó a saludar y yo por educación y por temor, le saludaba también. Durante el cuatro grado, hubo muchas veces en las que yo ya no me quería levantar para ir a la escuela, cuando un compañero te molesta, puedes decirle a un profesor (o tal vez no lo hagas por miedo), pero cuando el profesor es el agresor, no tienes a quién acudir, la mesa directiva, siempre esta de parte de los profesores.

La segunda vez que sufrí de bullying, fue dos años más tarde, esta vez no fue dentro de la escuela. Desde chica práctico natación, en ese tiempo, estaba en un equipo de alto rendimiento, ya llevaba casi dos años en el, el entrenador era hermano de un ex profesor de natación que había tenido, él me recomendó en el equipo, di la prueba y me aceptaron, cuando mi entrenador fue corrido del deportivo, llevaran a uno nuevo, muy bueno o eso fue lo que nos hizo ver a todos, pero la verdad, era que su forma de ser, no era nada agradable como aparentaba al principio.

Era buena nadadora, mi gran pasión, mi escape a todo (lo era antes de conocer el mundo de la literatura). Siempre hubo presión en mi de parte de el entrenador para que diera todo de mi y un poco más. Con el tiempo, nuestro nuevo entrenador, nos estuvo invitando a acuátlones (es una competencia en la que se da un recorrido tratado, otro tramo nadando y por último, uno más en bicleta - también se le llama triatlon), cosa en la que jamás participé, porque nunca fue algo que me llamaran la atención, lo que yo quería ser, era única y exclusivamente nadadora, no competidora de triatlon. Era la única de mis compañeros, que iba a los triatlones, así que al entrenador no le parecía bien, trato de convencer a mis padres varias veces, pero no tenía que convencerlos a ellos, sino a mi, pero el parecía no entenderlo. Su frustración y enojo conmigo por no ir a los triatlones, era cada ves mayor. El entrenamiento constaba de cuatro horas diarias, seis días a la semana, dos horas de acondicionamiento físico y dos horas de natación. Durante las dos horas de natación, el equipo se distribuía en cuatro carriles, en uno ellos, se encontraban los más chicos; ocho años y menores. En el siguiente carril; nueve y diez años. El siguiente era en el que se encontraban los nadadores de once y doce. Y por último, el cuarto carril lo ocupaban los mayores y los que nadaban más rápido, carril en el que a los doce años había conseguido un lugar, era la más pequeña del carril, pero dada mi buena participación en el selectivo para las nacionales que tuve en esa temporada, el entrenador me dio un puesto en ese carril, lugar que me fue arrebatado un mes después, por no ir a un acuátlon. Me regresaron al tercer carril y me relevaron de mi primer puesto en el, para salir como tercera o segunda en algunas ocasiones. Lo gritos y regaños fueron más y más constantes, mis compañeros comenzaron a burlarse de mi por ser constantemente reprendida sin razón, pero claro, se le llama equipo durante el entrenamiento, pero en las competencias, no existe un equipo, el trabajo es individual, pueden ser tus amigos por fuera, pero por dentro, siempre van a querer ser mejores que tú. Así pues, tanto compañeros como entrenador, me hacían bullying, sólo un amigo me defendía de los demás compañeros, pero con el profesor era distinto, no tenía defensor, de ese modo a mi amigo el que jamás me dio la espalda frente al resto, también sufriría los abusos del entrenador y yo no quería eso. Mis padres hablaron con el entrenador y el director del deportivo, una vez más, no se solucionó ningún problema. No hubo más remedio que salirme del equipo y dejar atrás todos mis sueños y metas en el ámbito deportivo. En mi país, no hay muchos equipos en los que puedas prepararte como nadador y una vez que deje el equipo, todo se esfumó.

Tanto la profesora que me dio clase en cuarto de primaria, como el entrenador de natación, siguen ejerciendo su trabajo en el mismos lugar en el que yo los conocí, maltratando a personas indefensas.

Jamás había escrito lo que me sucedió y muy pocas personas a la que conozco, lo saben. Realmente es experiencia bastante reconfortante, sacar todo. Llevaba más de cuatro años guardando todo para mi y compartirlo sin duda me hace sentir mejor, jamás había derramado tantas lágrimas relacionadas con mi pasado en el que sufrí de bullying a causa de dos profesores.

Ahora y sin más que decir, les quiero agradecer por leer y les dejaré aquí el que siempre ha sido y será mi lema de vida:

"No hagas a nadie, lo que no te gustaría que te hicieran a ti."

BULLYING STOPS HEREDonde viven las historias. Descúbrelo ahora