Capítulo veintitrés

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— Ahí viene el doctor —avisó Katie. Todos nos levantamos a la vez.

— ¿Cómo sigue ____? —le pregunté.

— No ha habido ningún cambio, pero ya pueden pasar a verla.

Asentí e inmediatamente fui a la habitación de ____. Necesitaba verla. La horas habían sido eternas para mi. Al encontrar su habitación, me preparé para lo peor. Debía ser fuerte, por mi, por ella. Entré, pero el corazón se me rompió en mil pedazos al verla conectada a todas esas horribles máquinas. Tenía la cabeza completamente vendada, su cara estaba cubierta por algunos moretones y sus brazos. Poco a poco me acerqué más. La vista se me nubló al mis ojos aguarse. Le tomé su mano, ahora fría, plantando un beso en ella.

— ____, mi amor —susurré sintiendo el peor de los dolores en mi alma— Perdóname. Perdóname por haber desconfiado de ti, aquella vez con Josh. Nunca debí discutir contigo. Soy un idiota por venir a disculparme contigo ahora, en estas condiciones —absorví la nariz— Te quiero, nena y te necesito aquí conmigo, todos te necesitamos.

— Estoy segura que le hará bien que estés aquí —la madre de ____ entró a la habitación.

— Se-señora —parpadee varias veces seguidas evitando que lágrimas se escaparan— Yo...

— Tranquilo —soltó una risita— Para ti soy Elizabeth.

— Elizabeth, solo estaré un rato y me iré, lo prometo.

— ¿Después de todo el rato que haz estado esperando por una noticia de ____? Oh no, no. Puedes quedar todo el tiempo que quieras.

— Pensé que usted no quería que ____ y yo estuvieramos juntos.

— Es verdad, no quería, pero como toda madre intento proteger a mi hija y a veces se me olvida que ya no es una bebé, créeme que es difícil aceptarlo —sonrió nostálgica— Nunca he visto a ____ tan enamorada. Te quiere.

Sonreí mirando a ____.

— Yo también la quiero... La amo más que a mi propia vida.

— Lo sé —Elizabeth se acercó a ____ y tomó su otra mano. Ella da un saltito y mira a ____ con los ojos grandes— Oh Dios mío, me apretó la mano.

— ¿Qué? ¿Está segura? —pregunté con una pizca de esperanza.

— Sí, sí —chilló feliz.

Mi corazón se aceleró de emoción Eso eran buenas señales. Corrí y abrí la puerta en busca de un doctor. Al final del pasillo lo vi hablando con una enfermera.

— ¡Doctor! —grité. Movió su cabeza encontrándose conmigo— Necesitamos que venga rápido —agité mi mano. El doctor vino corriendo y entró a la habitación.

—  ____ le acaba de apretar la mano a su madre —le expliqué. Con su estetoscopio, revisó su corazón y con la ayuda de una pequeña luz abrió cada uno de sus ojos.

— Definitivamente está respondiendo —se volteó hacia nosotros. Elizabeth y yo nos miramos y sonreímos— Necesito que salga, así le podré hacer otros estudios.

Asentimos. Abrí la puerta, Elizabeth pasó primero para después salir yo. Llegamos a la sala y allí estaban todos, esperando una respuesta de parte de nosotros.

— ¿Qué paso? —preguntó Luis.

— ____ está respndiendo -dijo Elizabeth- Mientras Harry y yo hablabamos me apretó la mano.

Todos se miraron y sonrieron. Elizabeth insistió en que me fuera a casa a descansar un rato, pero ni loco dejaba a ____ y ahora menos que esta respondiendo. Las horas pasaron y los chicos y las chicas decidieron irse, pero volerían más al rato.  Aproveché el momento para ir a ver a Camila a su habitación. Se había lastimado parte de su cara y torcido el pie. Estaba triste, pero refljaba más culpabilidad. Se disculpó conmigo muchas veces. Cree que ella pudo haber salvado a ____si no hubiera cruzado la calle. Yo no le guardaba rencor, digo, no tenía porque. Nadie tuvo la culpa. Lo importante es quelas dos estaban bien.

El Sexy Vecino (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora