Capítulo tres

34.5K 948 151
                                    

Punto de vista de Harry

— Joven —alguien me llamaba a la vez que tocaba mi hombro para que me despertara.

Abrí los ojos, sobresaltado, tomándome con una enfermera peliroha delante de mi.

— Puede pasar a ver a la señorita Smith —dijo ella. No dije nada, sólo asentí.

Cansado, me levanté del mueble con pesadez. Me dolía el cuerpo. ¿Cuánto tiempo habrá pasado? Frote mis ojos y suspire pesadamente. Caminé por los pasillos en dirección a la habitación de ____. Estaba nervioso. ¿El doctor ya le habrá dicho sobre el bebé? No estaba preparado para verla destrozada porque me destruiría.

En el mismo hospital, había una farmacia pequeña. La vi al final en uno de los pasillos. Pensé que un detalle para ____ la haría sentir al menos un poco mejor. Entré en ella y me dirigí hasta el área de flores. Sabía que ____ amaba los girasoles, así que tomé los que me parecieran más nuevos. Fui a la caja y pagué por ello.

Frente a la puerta de la habitacion cuarenta y tres, suspire. La abrí despacio, sin hacer mucho ruido, por si estaba durmiendo. Vi a una enfermera tomar algunos apuntes, ella medio sonrió cuando me vio y salió de la habitación dejándonos solos a ____ y a mi. Entonces, vi a ____, pero no estaba dormida. Estaba semi acostada, mirando hacia una pequeña ventanilla donde podías ver una parte de la ciudad. Sus ojos brillaban, como si quisiera llorar, perdida en la luz. Su cabello lucía alborotado y su piel era más pálida de lo normal. Mi corazón se encogió. Me dolía en lo más profundo verla de esa manera. Con timidez, me acerqué a ella.

— Hola, amor —intenté sonreír— Mira lo que te traje —saqué el ramo de girasoles que escondía en mi espalda.

Suspire dejando el ramo encima de la mesa del lado al no recibir ni si quiera un movimiento de parte de ella. Ahí me di cuenta de que ya sabía todo. Vi que en sus ojos se volvían a llenar de lágrimas.

— No lo quiero perder —susurró. Su voz casi era inaudible, débil. Removí un mecho rebelde que caía en su frente.

— Lo sé. Yo tampoco —frunci los labios. Cerró los ojos ante mi tacto e hizo que un par de lágrimas bajaran corriendo por sus rozadas mejillas las cuales elimine con mi pulgar— Pero, estoy seguro que todo estará bien si seguimos las órdenes del doctor. No hay que perder la fe, ____.

— Perdóname —volvió a susurrar. Negué con la cabeza y di un corto beso en su frente.

— Necesitas descansar —le dije— Para que este campeón nazca sano y sexy como el padre.

— Eres un idota —sonrió un poco. Al menos me alegre de haberla hecho sonreír.

— Este idiota —me señalé a mi mismo— Los ama.

Ella volteó si cabeza para mirarme. Aproveché y le di un beso corto.

— Anda, descansa. Estaré justo aquí.

Ella asintió para luego cerrar sus ojos. Estuve un rato allí junto a ella, son despegarme, vigilando sus sueños. Lucía hermosa y despreocupada ciando dormía. Odiaba que estuviera atravesando por eso, es decir, ella y ninguna mujer en este mundo se merece esto. Decidí ir a la cafetería por algo caliente, así que salí de la habitación y me dirigí a esta. Compré un café y un pedazo de bizcocho de zanahoria. Tomé asiento en una de las mesas más apartadas del gentío. Tomé un pequeño sorbo de mi café cuando sentí mi celular vibrar. Metí la mano en mi bolsillo y lo saqué. Miré la pantalla, decía Louis.

— Hey, Lou —contesté sin ningún ánimo.

— ¿Harry? —sonó confundido— ¿Estás bien?

El Sexy Vecino (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora