Capítulo veinticinco

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Dos meses después

Los días y las semanas pasaban demasiado lentas y nada cambiaba. Mi mente seguía siendo la misma. Harry intentaba cuidarme y estar conmigo la mayoría del tiempo, pero cuando no podía mi madre o Roberta lo hacían. Los chicos y las chicas venían visitarme de vez en cuando y charlábamos, aunque continuaban pareciéndome desconocidos.

Esta situación comenzaba a desesperarme. Todos lo negaban, pero sufrían por mi culpa. Ellos extrañaban a la ____ de antes y me sentía culpable de no poder hacer algo por volver a ser la misma que era. Los dolores de cabeza seguían, era una tortura y peor sin recordar ni siquiera un pedazo de algo. Ayer había ido con mi madre al doctor para que me quitaran la venda.

Estaba en mi habitación, terminando de vestirme. Harry me había invitado a comer un helado. Me miré al espejo cuando me sentí lista y quedé satisfecha de mi imagen. Tomé el mango de la puerta, dispuesta a salir, pero ese maldito dolor reapareció de nuevo. Cerré los ojos, sin embargo, fue como si no lo hubiera hecho. Vi una luz demasiado brillante, pensé que me quedaría ciega. Pequeñas escenas empezaron a aparecer delante de mí. Vi el momento en el que Harry y yo nos conocimos y me tendió la mano para levantarme del suelo. Luego, apareció el momento en el que Harry se me declaró. El momento cuando estuvimos en la playa. Y por último el momento del accidente cuando salvé a Camila.

Todo ocurría sin piedad. Pasa tan rápido como un rayo, haciéndome más daño. La cabeza me explotaría en millones de pedazos. Solté un grito de dolor con intención de recibir ayuda. Otros recuerdos aparecieron de igual forma. Caí de rodillas al suelo sin poder aguantar más. Escuché unos pasos aproximarse. La puerta de abrió de golpe dando a revelar a Harry.

— ¡____! —gritó, pero lo escuché lejos. Mi vista se nubló y lo último que vi fue a Harry correr, a cámara lenta, hacia mí.

Punto de vista de Harry

Eran las una de la tarde, le prometí a ____ que iríamos a comer helado. En lo que ella se preparaba, buscaba sus medicinas ya que era hora de que se las tomara. De pronto escuché un grito provenir de su habitación, mi corazón se aceleró alarmado. Dejé las medicinas y no dudé en subir en seguida. Abrí la puerta, encontrándome a ____ de rodillas sosteniendo su cabeza. Tenía la cara roja y venas se le veían por la frente. El miedo y el pánico se apoderó de mí.

— ¡____! —grité y corrí hacia ella, pero se desvaneció— Mierda.

La tomé en mis brazos para acostarla en su cama. En su baño, el en botiquín, busqué alcohol y un par de algodones. Abrí el pote de alcohol con desesperación y mojé el algodón en él. Estire mi brazo, pasándolo por debajo de su nariz. Ella hizo un movimiento y fruncio el ceño. Suspiró con pesadez, sin abrir los ojos, se masajeó las sienes.

— ¿Qué me paso? —preguntó.

— Al parecer otro dolor de cabeza —contesté, calmándome.

Al ella escuchar mi voz, abre los ojos y me mira, por un largo rato. Sus ojos oscuros se comienzan a aguar. Poco a poco se incorpora y me abraza. Hice lo mismo, pero con duda.

— ¿Por qué estás llorando? —pregunté, acaricie su espalda repetidas veces.

— Juro no volver a olvidarme de ti —solloza— Nunca más.

Ella se separó de mi, dejando sus manos en mis hombros. Yo la miraba aturdido, no sabía si había escuchado bien.

— Los recuerdos, Harry —dijo con emoción— ¡Estoy recordando! —volvió abrazarme— Gracias, mi amor. No sabes cuanto te lo agradezco.

Una pizca de alegría nació dentro de mi. Y sonreí como nunca había sonreído y la abracé fuerte, sintiendo el olor de su cuello.

— Sabía que te acordarías —le dije con felicidad. Sentía una inmensa alegría en el pecho, inexplicable.

Se separó de mi para luego capturar mis labios en un beso deseoso. No tardé en seguirle el ritmo. Se inclinó hacia atrás, aún besándome, su espalda tocó el colchón y yo quedé encima de ella, con cuidado de no aplastarla. Con su ayuda, me quite la camisa, tirándola algún sitio de la habitación. Volvimos a unir nuestros labios. ____ enredó sus dedos en mi cabello y suavemente tiró de él, haciéndome gemir. Ella sonrió. Dejé de besarla para bajar mi besos por su mejilla, mentón y cuello. Lo lamí y mordisqueé, probablemente dejaría una marca ahí. Le ayudé a ____ a quitarse su camisa. Ella me empujó quedando a arriba de mi y me sonrió juguetonamente. El deseo estaba aumentando, estaba perdiendo el control. ____ aprovechó que estaba sentada encima de mi para quitarse el sostén, pero reaccione y la detuve.

— ____, no podemos hacer esto —la tomé de los brazos, haciendo que saliera de encima de mi.

— ¿Qué? —preguntó confundida— ¿Por qué?

— Acabas de recuperarte de un accidente y a penas lo has recordado todo —le dije— No quiero hacerte daño.

— Hey —tomó mi cara en sus manos— Mirame, estoy bien. Estoy feliz de haberme acordado de ti y de los demás —explicó— Quiero, quiero estar contigo.

Asentí y ella unió nuestro labios de nuevo. Entonces, procedió con lo que iba hacer antes y se quitó el sostén liberando sus senos. Me tumbó en la cama y me besó. Mi miembro comenzaba a doler, pidiendo que lo sacaran de ahí. ____, beso cada tatuaje de mi pecho y abdomen, cerré los ojos de la excitación. Con desesperación, desabotonó mi pantalón. Para que fuera más fácil, me levanté para poder quitármelo. Ella imitó mi acción. Me arrodille delante de ella y besé su abdomen provocando gemidos de parte de ____. Metí mis dedos en el borde de sus bragas para quitarlas con lentitud, dejando su vagina a mi vista. Subí mis besos por todo su cuerpo hasta sus labios. Sin dejar de besarla, me saqué el boxer. Me mordí el labio para no gemir alto, cuando sentí a ____ acariciar mi miembro. Ambos nos devolvimos a la cama, justo como el principio, yo encima de ella. Disfrute un poco más de ella y me coloqué entre medio de sus piernas. La miré y ella asintió, entendiendo mi mensaje. Tomé mi miembro y entré lentamente en ella. Ella abrió la boca y cerró los ojos, enterrando sus uñas en mis brazos. Joder, que bien se sentía. Comencé a moverme, cada vez más rápido. Una capa de sudor nos cubría, pero no parecía importarnos a ninguno. Luego de unos momento lo sentía venir, por lo que acelere mis embestidas.

— Oh Dios, Harry —jadeo ____.

Sus paredes vaginales se comenzaron a contraer. Con eso bastó para que yo también llegara al orgasmo. Me tumbe al lado de ella, agotado. Permanecimos agitados por unos minutos. Después, ____ se recostó de mi pecho y yo sonreí, removiendo el cabello que obstruía en su rostro.

Sabía que para ninguno de los dos había sido sexo, sino que algo más. Habíamos hecho el amor. Estaba muy feliz y satisfecho de haber dado este paso con ella. Ahora era solo mía y yo de ella.

El Sexy Vecino (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora