Capítulo treinta y cuatro

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Sentí el mundo detenerse a mi alrededor. Mi cerebro tomó tiempo en procesar lo que el doctor me había dicho. ¿Yo? ¿Embarazada? No podía ser, si Harry y yo... No usamos protección. Mierda. No sabía si alegrarme o llorar. Realmente, no podía ni hablar.

¿Qué haría con mi vida ahora? ¿Con éste bebé? ¿Qué le diré a mi familia? Dios mío, a Harry...

Al doctor no ver ninguna reacción de mi parte, continuó.

— Aquí, le escribiré los cuidados que debe tener —dijo el doctor comenzando a escribir en un pedazo de papel— Usted tiene que mantener resposo, comer como se debe, no pasar emociones fuerte ya que el bebé puede percibir todo, sobre todo evite las depresiones y el estrés y por nada del mundo cargue objetos pesados.

Me entregó el papel.

— Gracias —logré decir.

Sara al oír el chillido de la puerta, no dudó el levantar su trasero de la silla y caminar hacia mi. Me tomó de los brazos y busco mi mirada con asiendsf de saber que pasaba. No la podía mirar. No creía lo que estaba pasando. Callada salí del consultorio, seguida por Sara que esperaba una explicación.

— ____, ¿porqué te haz puesto así? —preguntó ella asustada— ¿Qué resultados tuvieron los análisis?

Sara se paró en frente de mi, evitando que siguiera avanzando. Ésta vez la miré a los ojos y después de unos segundos:

— Estoy —tragué saliva— Estoy embarazada.

Sara abrió los ojos, a la vez que se tapaba la boca para no soltar un grito.

— ¡Qué! —chillo— ¡____, estás embarazada! ¡OMG, felicidades! —me abrazó, pero no le correspondí— Cuando Harry sepa...

— No —la empuje levemente— Él no puede saber de esto.

A ella se le borró la sonrisa y enloqueció.

— ¿Qué demonios estás diciendo? —gritó— Él es el padre de esa criatura, claro que se lo tienes que decir.

— ¡No! —le grité de vuelta mientra comenzaba a caminar hacia el auto— Harry es una celebridad, ya está demasiado ocupado como para tener una carga más.

— ¿Te estás escuchando? —preguntó Sara incrédula— No seas tonta, ____.

— Vámonos, Sara.

— Pero...

Me monté al coche dejándola con la palabra en la boca. La vi rodar los ojos y se montó al coche. El camino de vuelta a la casa de Sara estuvo muy silencioso y incómodo. Sara y yo nunca nos habíamos gritando tanto. Era una de mi mejores amigas y no me gustaba discutir con ella. En ningún momento volteó a verme, se mantenía mirando por la ventanilla. Mi móvil comenzó a soñar el rington de Harry. Mi corazón sufrió un mini ataque. Mierda. Por primera vez en ese rato, Sara me miró e hice lo mismo, me dio una mirada torcida y volvió a mirar por la ventanilla.

— Hola —contesté.

— Hola, nena. ¿Cómo está el amor de mi vida? —podía apostar que sonreía.

— Bien —sonreí un poco— ¿Tú, cómo estas?

— Un poco cansado —admitió— La gira ha resultado ser algo agotadora.

— Sí, me imagino —dije.

Hubo un silencio de varios segundos. Sabía que me preguntaría que me pasaba, por lo que fui más rápida que él.

— Debo colgar, adiós.

Punto de vista de Harry

— ¡And let me kiss you!

El Sexy Vecino (Editando)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora