Capítulo 4

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Desperté de mi profundo sueño por el sonido de mi celular. Abrí los ojos, me estaba acostumbrando a despertarme en mi nueva habitación. Miré mi celular, un número desconocido y como buena mujer, me ganó la curiosidad y contesté.

- Hola - dijo una voz masculina y familiar, era Jerry, me helé por un segundo - ¿Me recuerdas? - colgué sin pensarlo dos veces, ¿miedo? Quizá, pero... Dios en serio era patética, ¿miedo a aqué? ¿A un estúpido bailarín de quinta? No me acobardaré, era muy tonto esconderme por algo sin sentido.

Mi teléfono comenzó a sonar de nuevo, ahora que me doy cuenta, ¿como demonios consiguió mi número? Lo sabría después, primero le enfrentaría.

- No te atrevas a  colgarme - su tono de voz era fuerte, estaba molesto en serio - mira - dijo soltando un enorme suspiro - creo que comenzamos con el pié izquierdo, y lo de esa chica, sólo para que no te sientas mal, no me importaba era sólo un ligue de momento, así que no arruinaste nada importante.

- ¿Cómo conseguíste mí número? - dije sin rodeos, todo aquello no me importaba, él no dijo nada - ¿Y bién? No tengo tiempo - dije igual de arrogante.

- Revisé los de datos de la lista de la maestra, después de perseguirte - murmuro un poco avergonzado - y pues te marqué y ya.

- Me tengo que ir - seguí con mi tono arrogante - adiós - Colgué, la verdad tenía cosas más interesantes que hacer, que ver como un hombre sin vida me acosaba. 

Me pregunto si pasé la prueba de baile. En serio espero que sí. Recrodé lo que pasó en aquel salón desconocido subterráneo, era algo... genial, liberador, y por alguna razón inquietante. ¿Cómo es posible que nadie del instituto se diera cuenta de ese club subterráneo? Admito que estaba bien escondido, pero aún así.

Seguro mañana sería un gran día, esperaba volver a aquellos lugares que la hacían feliz, me encanta bailar, no sólo ballet, como me pude dar cuenta. Pero ella amaba los bailes de maneras diferentes, el ballet era algo conservador y la hacía sentir ligera y feliz, el hip-hop la hacía sentir más bien de una manera libre y enérgica.

Recibí un mensaje de mi mejor amigo en Medellín, Sergio, un chico igual o peor de tímido que yo, es bastante corriente, ojos marrones, cabello castaño claro, pero tiene simpatía y una muy linda actitúd.

**Hola, ¿qué tal te va? Aquí todo bien, aburrido, pero bien al fin y al cabo. Te extraño un motón, besos**

Casi en seguida le respondí, lo extrañaba yo también, éra el único amigo que había dejado en ésa ciudad.


**¡Hola! También te extraño, te lo contaré todo cuando llames. La verdad me aburro sin tí, espero tu llamada, besos :) **

Casi en seguida sonó mi celular, obviamente era Sergio, hablamos por horas y horas, consiguió una linda novia, la conocía pero no tanto, al menos no como él. Me contó lo normal de su vida, sus padre divorciados, sus hermana casada, su nueva sobrina y yo le conté sobre todas las cosas que ocurrieron y mi repentina bipolaridad, si se le puede llamar así, de verdad extrañaba a mi confidente, era un chico demasiado gentil y bueno. 

Cuando al fin terminamos de hablar, llegó mi querida cuñada y mejor amiga, pero tenía la cara bastante pálida, parecía enferma. Le ayudé con las compras mientras se acomodaba en sofá.

Le conté que mis clases iban bien y lo que me ocurrió  mi primer bendito día de clases.

-  ¿En serio le hiciste eso a ese pobre chico? . preguntó Sofia un poco más animada - no lo puedo creer, ¿quién eres y que haz hecho con mi amiga? - se veía mejor que cuando entró, aunque su risa sonaba un poco apagada.

Zapatillas rotas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora