Capítulo 34

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- Dos, tres y cuatro - dijo Madeline, mi ahora terapeuta personal - ahora estira y suelta. Sube, manténlo. Uno, dos tres, cuatro y baja.

Estaba sudando frío, me encontraba en mi habitación, dificilmente se me permitía caminar. Me encontraba feliz por la visita sorpresa de Ximena hacía un par de días. Madeline se sentó a mi lado, presionando suavemente mi muslo. Llevabamos haciendo estos ejercicios desde hace dos días exactamente y puedo decir con certeza que me han ayudado mucho.

- Sabes, si mueves tu trasero hasta la cocina sin ayuda, podría dejarte salir un rato - dijo levantándose y me ayudó a levantarme - ¿quieres? - asentí, me sentía liviana, metaforicamente claro.

Bajé las escaleras con lentitúd, aunque mi compañera me vigilaba desde arriba, bajando a mi ritmo. Dieciocho escalones, los había bajado todos sola. Luego, caminar fue mucho más fácil. Lo hice con más rapidéz de lo que esperaba y eso pudo subirme el ánimo.

- ¡Bien hecho! - exclamó, casi rompiendo mis tímpanos. 

Una chica de cabello rubio largo y cenizo, de ojos verdes intesos y bastante alta, pasó por mi lado, pero uno de sus hombros chocó casi con odio contra uno de los de Madeline, haciéndola retroceder, la rubia sonrió con Malicia y detrás de ellas siguieron un par de pelirrojas pecosas de ojos café, bastante bajitas.

- ¿Eso que fué? - Madeline rodó sus ojos. 

- Ignoralas - bufó - es solo una prepotente.

- ¿Porqué lo dices? - le pregunté a lo bajo, pues ellas se habían sentado delante de nosotras, las tres se sirvieron un plato de cereal, esos de dieta que yo nunca consumía.

Ella suspiró con resignación y me miró directo con sus ojos azul hielo. - Es una, hmmm, ¿cómo se dice? Rival, si - ella tomó una jarra con yougurth y lo vertió en su vaso con cuidado, delicadeza que yo obviamente no poseía. - En realidad solíamos ser amigas, pero ambas competíamos demasiado por el primer lugar, siempre invertíamos papeles entre primer y segundo lugar, tú sabes.

- Y fué por eso - afirmé, pero ella negó con su caeza bebiendo del yougurth. Luego de digerirlo volvió a hablar.

- No en realidad ese era el detonante de una bomba que no sabía, había encendido - susurró y sus hélidos ojos se fijaron en la espalda recta de la rubia - Magareth, la rubia - obvió, señalándola - No le gusta que la llamen así, lo sé por nuestra rival amistad - suspiró y continuó - ambas nos queríamos mucho y éramos muy emotivas, bla, bla, bla, pero creo que no lo ví venir.

>> Una noche de viernes estabamos comiendo pizza. Ésta tía y yo comenzamos a hablar de que sería mejor un mundo sin hombres, en esta época su tercer novio la había dejado, siempre por su falta de tiempo hacia ellos - bebió de nuevo y continuó - el caso es que esa noche bebimos más de lo normal y empezamos a reírnos y bromear como un par de locas. En un momento nos pusimos muy emotivas la una con la otra. Recuerdo que hasta lloramos.

- No entiendo lo que me quieres decir - ella bajó su mirada, parecía avergonzada.

- Ella me besó - dijo muy bajo, las tres ya se habían ido de su lugar - no me lo esperé, y no supé en ese momento si había sido por el alcohol, o su despecho o... No sé. El caso es que al día siguiente nos hablamos de manera normal e igual de rivales sin comentar lo sucedido la noche anterior, pero al momento de salir de clase ella lo intentó de nuevo, no la dejé y me... Me explicó que ella y yo deberíamos estar juntas que ese era nuestro destino, bla, bla, bla.

- No lo puedo creer - ella era lesbiana.

- Si bueno, nuestra rival amistad terminó siendo un enfermiza rivalidad unilateral, por que yo solo quería aparterme de ella - se ruborizó y luego me miró - fué el rimer y único beso que me ha dado a una mujer. Fué demasiado extraño y juro que no quiero repetirlo.

Zapatillas rotas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora