Me acerqué al avión junto a Sofia y Dylan quienes me abrazaban, Sofía entraría en labor de parto en menos de un mes, volaría una semana antes de la fecha dictada por su doctor. Sergio se había despedido de mí antes de llegar, ese día tenía clase en la Universiada en jornada continua.
Ximena me contactó con migo un día después dehaber ingresado al concurso. Al parecer Jerry le había dicho, él no pudo ingresar a la competencia. No pudo llegar al aeropuerto ya que tenía una cita con su médico.
Stephan fué el segundo en ser avisado -ya que la primera fuí yo- de que él lo había logrado junto conmigo.
Subí al avión con mi corazón en una mano y con mi equipaje en la otra. Me senté junto a Stephan, nos habían dejado juntos, por parejas. Emití una exhalación y me senté. El viaje sería largo. Cerré mis ojos y dejé descansar mi mente.
Cuando desperte me dí cuente de lo silencioso que estaba el lugar. Ami lado Stephan escuchaba música. A juzgar por el movimiento de su cabeza y el agudo sonido, estaba escuchando electro. Tenía los ojos cerrados, movia con ligeresa sus manos y pies.
Miré por la ventana, las nubes parecíanun montón de pedazos de algodón, los cuales eran cortados por el avión. El atardecer estaba presente y sus colres naranja, amarillo y rojo teñidos me daba una sensación melancólica que no quería desaparecer por más que intentara distraerme.
- ¿Estás bien? - dijo Stephan a mi lado, mientras se quitaba sus auriculares, asentí con lentitúd - te ves pálida.
- Es que me mareo fácil - respondí con voz baja.
Emotió un Uhmm y volvió a ponerse sus auriculares. Una chica se acercó con comida y solo tomé un platillo de puré, igula que mi acompañante. Comí en silencio. Me dí cuenta de que Stephan me observaba y lo miré. Volvió a dejar sus auriculares y bajó la vista.
- Haz estado algo distante ultimemente - noté un ligero sonrojo en sus mejillas. Él era el más timido de la academia, a veces me daba la impresión de que trataba de evitar a la gente, en especial a las chicas.
- No es nada - terminé mi puré y lo miré fijamente - te agradezco que hallas bailado con migo esa vez.
- No es nada - su sonrojo se volvia menos notorio - yo también quería participar.
Sonreí con amabilidad y volvía recostarme. Faltaba poco para que llegaramos, me recosté y decidí colocar algo de música. Don't go away de oasis comenzó a acompañar mis pensamientos dejándome con una sonrisa sarcástica en los labio. Que cruel era con migo misma a veces.
Salí del avión un poco mareada. El aire en España se sentía fresco, o quizá solo era mi impresión. Stephan saliò del avión junto a mí mientras hablabamos de lo emocionados que estabamos. ¿Cómo diablos llamaría a Sofía desda tan lejos para avisarle que ya había llegado? Buscaría luego una manera.
Recogimos nuestro equipaje y nos dirigimos hacia una para de transportes donde nos estarìan esperando. Todos los que estabamos allí éramos de devarias y distintas compañías. Algunos de más avanzadas categorias y otros de menos. El total era como de unos veinte bailarines apriximadamente, lo cuàl me ponìa muy nerviosa, puesto que èramos los ùnicos dos de nuestra sección.
Stephan y yo esperamos que llegara nuestro transporte mientras entabamos en silencio cada uno en sus cosas -en mi caso ninguna-.
Mi habitación era bastante grande, digo, lo normal como para compartirla con alguien. En la puerta del dormitorio estaban escrito mi nombre y el de una chica llamada Madeline con un apellido difícil de pronunciar. Al entrar dejé mis cosas sobre la cama y ví unas maletas de color rosa sobre la cama restante y supuse que eran de Madeline.
El lugar era parecido a un edificio, pero con muchas habitaciones. Cada una separada por una diminuta pared de la otra. Mi cuarto que daba en el tercer piso de cuatro. Al salir de mi habitaciónn noté a muchas chicas charlando con otras, cada una con una amiga y yo ni siquiera conocía a mi compañera de cuarto.
Tomè uno de los tantos platos guardados en las repisas y lo lavé para luego servirme algo de cereal que habìa dejado las chicas en el refrigerador. Comí un poco y volví a mi habitación. Me dejè caer en la cama y miré el techo. Habían rastros de pegante, como si hubieran quitado algún poster o algo así.
Exhalé con fuerza y sentí como la habitación era bierta y miré a la chica que entraba y supuse que se trataba de Madeline. Era una chica alta y bastante esbelta. Traía su castaño cabello recogido en una cebolla, su color de cabello combinaba con su perfectamente blanca piel, sus mejillas estaban un poco teñidas de rosa y al mirarme noté el azul de sus ojos. Me intimidé ante su mirada y su perfectísima belleza. Yo era nada junto a ella.
- ¿También vais a participar? - me preguntó con su acento español marcado. Bajé la mirada de la vergüenza. Tal vez se dió cuenta de que la observaba.
- Si, soy parte del concurso - dije en voz baja.
- ¿De dónde eres? - preguntó mientras acomodaba su ropa en uno de los armarios en el cuarto.
- De suramérica - ella se dirigió de nuevo hacia la puerta y me observó con detenimiento.
- Bienvenia, soy Madeline - dije con sus ojos clavados en mí - no vas a darte cuenta de que estoy aquí - salió de la habitación desprendiendo un suave olor a rosas.
Me tumbé de nuevo en mi cama y suspiré con mucha pesadez. Me sentía inservible, como si no encaraja, de nuevo, odiaba esa sensación. Ida y vuelta al infierno.
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Zapatillas rotas.
RomanceCristina, una joven que, obligada por su madre al preocuparse por su extremada timidez, decide meterla en una academia de baile, pues ella siempre la escuchaba hablar sobre baile. Cristina trata de no mezclar su vida privada con su vida en el baile...