Subí las escaleras y entré en mi cuarto. Sergio se había hido a no sé donde y me había dejado sola en casa. Mi móvil comenzó a sonar número desconocido. Contesté quizá se habían equivocado.
- Diga.
- Hola - esa voz, familiar y masculina.
- ¿A-Andrés?
- Punto para la cabeza de cebolla - abrí mis ojos los mejor que pude, ¿cómo coño tenía mi número? - sabes, conseguir tú número es muy fácila gracias a tus amiguitos bailarines - dijo leyendo mi mente.
- ¿Qué quieres? - miré mi aspecto en el espejo, cada detalle.
- Quiero hablar con tigo, por favor abre la ventana - miré por la avertura. Y ahí estaba él, con su pose de: "mírame". Abrí la ventana y él comenzó a escalar el arbol del frente hasta quedar frente a miventana. Me corrí y pasó como si nada.
- Hola - dije a lo bajo, él me tomó de la cintura e hizo que nuestros labios quedaran separados por unos pocos milímetros, intentó besarme y lo esquivé. Su ceño se frunció un poco.
- ¿Qué sucede? - me solté de su agarre y me senté en la cama, él hizo igual.
- Dime algo, exactamente, ¿qué se supone que esto? - miré hacia el piso y él tomó mi rostro con sus manos.
- Bueno, eres mi chica - intentó besarme de nuevo y los esquivé otra vez.
- ¿Qué se supone que significa eso? - simplemente no entendía eso de "su chica".
- Que solo eres para mí - fruncí mi seño levemente, esto debe acabar.
- ¿Entonce tú eres mi chico? - soltó una carcajada.
- Los chicos no son de nadie - pero que idiota - nosotros no pertenecemos a a nadie, linda.
- Entonces - alcé mis cejas con burla - seré tu otra puta personal - su sonrisa se desvaneció - serás cabrón - me levanté y abrí la ventana, pero él la cerró.
- Seré solo tú cabrón - lo miré extrañada, no se estaba declarando, ¿o si? - mira, te dije muy claramente que no soy de esos que tienen novias, pero creo que podria hacer una excepcion por ti. Puedo intentar esto de tener una relaion seria y de solo una chica.
Tomó de nuevo mi rostro y me beso con mucha desesperación, le correspondí casi de inmediato, en serio me gustaba este hombre y me gustaba lo que acababa de decirme. Nos separamos un mometo para tomar aire y seguimos como si nada, soltó lo que quedaba de mi peinado y me recosto conta el espaldar de la cama, abracé su espalda y el se aferró a mi cintura.
- Por cierto - dijo jadeante al separarnos - no me gusto mucho el nuevo detalle que le dejaste a Ximena.
- Que mas dá, aun así a Jerry le encanto besarla con o sin moretón - me soltó y miro con ¿rabia? Se acomodó, abrió la ventana.
- Voy a matar a ese gilipollas - dijo antes de salir. Este había sido el punto límite, no le importo, sólo juega. Bueno, quiere jugar, juguemos.
- De cuerdo, pero... - maldición algún día me mataría por esto - no olvides esto, bebé - tomé subarbilla con mis dedos índice y corazón y con mi lengua lamí suave y lentamente sus labios - adiós - cerré la ventana y el no se movió. Tocó a mi ventana y volví a abrir. Se recostó en mi cama y yo puse medio cuerpo sobre él.
- No creo que importe tanto - tan predecible como creí. Cerré la ventana - podría pasar más tiempo con mi nueva chica - y vamos de nuevo - cuando te dije que me encatabas, lo decía en serio, primor. Cuando te digo que haré lo que sea por que estés con migo, lo haré - ¿aquello era una amenaza o una avertencia?
ESTÁS LEYENDO
Zapatillas rotas.
RomanceCristina, una joven que, obligada por su madre al preocuparse por su extremada timidez, decide meterla en una academia de baile, pues ella siempre la escuchaba hablar sobre baile. Cristina trata de no mezclar su vida privada con su vida en el baile...