Capítulo 35

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Había puesto el pestillo, para asegurarme de que solamente Madie pudiera entrar. Le encantaba su nuevo apodo y pues el mío era algo particular. La myoría me diría Chris o Christy, pero ella me había puesto Cheesie. No tenía ni la más remota idea de  porqué, pero me daba risa y era muy original. Quiza tuviese algo que ver con mi secreta obsesión con el queso.

Después de compartir saliva con Steph inconscientemente, me separé una vez me dí cuenta de lo mal que estaba. No venía para conseguir otro estúpido romance, menos de alguien tiernemente menor que yo. Agh, todo esto apestaba.  

Prácticamente lo había hechado de la habitación.

Flashback

- ¿Huh? - dije al separame de él. Esto no estaba pasando. 

- ¿Ocurre algo? - dijo centrando su tierna mirada en mis muy petrificados ojos. 

- T-tengo que... - balbuceé, pero dejé la oración en el aire. Aclaré mi garganta.

- ¿Estás bien? - pero mi temperatura empezó a bajar frenéticamente. ¿Porqué?

- Debes irte - susurré, pero el escuchó lo bastante fuerte como para levantarse.

Me levanté y lo acompañe hasta la puerta. Una vez ahí, cerré la puerte sin dejarlo decirme algo, si es que lo fuese a hacer.

Fin Flashback

Agarré mi cabello con una fuerte intención de tirarlo, pero no lo hice, aunque alcancé a enterrar agunas de mis uñas en mi cuero cabelludo. Meterse con un compañero de baile estaba... No era una muy buena idea que digamos.

- Soy yo - Madie abría la puerta, se lo había contado todo por teléfono ya que no pude esparar a que llegara. Si, a veces puedo llegan a ser algo intensa, solo a veces.

- Hola - estaba algo ida. ¿Qué pasa si en realidad comienza ahustarme de verdad? Mi última experiencia no fué nada bonita, mucho menos retroaliemntativa. Me sentía frustrada, no debí haber aceptado su propuesta en primer lugar, es decir, ¿qué clase de amigos hacen eso? Nosotros, supongo.

- Tierra a Cheesie - dijo Madie, giré mi cuello hasta ver su trostro - ¿estás bien?

- Uh-huh - afrime, pero ella hizo una mueca de "no te creo nada".

- Bien - se sentó a mi lado. Estaba de cabeza en mi cama - ¿Él te gusta? - Asentí.

- Pero no de ese modo - expeté. algo alarmada - por el momento.

- ¿Quién es? - ¿Era necesario decirle?, quizá algo como: "Oh, solo aquel chico con el que te ruborizaste la otra vez que vino, y por cierto, soy unos dos o tres años mayor que él." Joder, esto no estaba bien.

- Steph - sus emjillas se ruborizaron, desvió su mirada y me sentí realmente mal.

- Oh - dijo aclarando su garganta - ya veo, es mono, después de todo. ¿Pero que no es un chaval?

- Si - sonó como entre gemido y chillido - va a cumplir dieciséis.

- Es un chaval, definitivamente - su tono pasó de bajo a burlón, vaya amiga - mas o menos esa edad tiene mi primito.

- ¡Lo sé! - gemí de nuevo tapándo mi boca con una almohada mullida. 

- No negaré que es muy tierno - asentí sin destapar mi rostro - y que... Es todo, solo eso se de él.

- ¡Gracias! - grité en la almohada - me alegra saber su opinión sincera.

- De nada - casi podía sentir una sonrisa burlona de su parte. 

 - ¿Qué tiene de malo, igual? - me dijo ya más seria - es lindo, joven y se gustan, ¿no?

- Eso es lo que no sé. 

- ¿Que tú no le gustes? - dijo incrédula - Te ha ofrecido su primer, segundo y tercer beso.

- No lo digo por él, aunque ahora me es más creible - suspiré - el problema soy yo, aquello me pareció más un impulso, es que no soy capaz de besarlo otra vez, o algo así.

- Ya veo - comenzó a jugar con su cabello y luego su mirada se iluminó - ¿y si lo usas para olvidarte del ojiazul?

- ¿Usarlo? - fruncí miceño - eso suena mal. Terriblemente mal.

- No, yo creo que al final acabarán gustándose - podría ser posible, pero, ¿y si yo no quería?

- No creo - musité.

- ¡Inténtalo, mujer! - demandó exasperada - no perderás nada. ¡Ve a por él!

- Estoy segura de que yo no perderé nada - me dí vuelta - además no hemos tocado el tema todavía. Quiero decir, estamos hablando aquí como si algo fuese a suceder. No es como si me fuerse a proponer nada, o como si de verdad le gustase.

- Me gustas - mierda.

- Hmmm, eso es... ¿Bueno? - solté al no saber que respoder, él estaba total y completamente sonrosado.

- L-lo digo en serio - asquerosas hormonas adolescentes - aunque no espero que me respondas lo mismo.

- ¡Hola Chee..! - entró Madie, interrumpiendo nuestro monólogo cliché - ¡Adiós! - ella se giró, pero yo corrí hacia ella.

- ¡Madie! Que gusto encontarte - ella puso una cara de confusión - quiero que mes tu punto de vista sobre los movimientos que hemos estado ensayando.

- ¿Ok? - dijo igual de extrañada.

Iniciamos con la primera posisción, pero mi pierna comenzaba a quejarse. Al saltar para ser tomada por Steph solté un chillido y ambos fueron por mí al verme caer.

- Cheese - dijo Madie con un expresión de angustia - te ayudaré.

-Yo puedo hacerlo sola, gracias - dije levantádonme muy lentamente - no es como si estuviera inválida o algo así.

- No deberías presionarte tanto - dijo Steph - aún hay tiempo.

- No es cierto - mi mirada comenzaba a nublarse, no podía faltar, no después de hacerme tanta ilusión.

- Claro que sí - dijo Madie. Respiré profundo haciendo que las lágrimas se disolvieran, no me dejé llorar. No era el momento, menos el lugar.

- Bien - me dirigí fuera del salón. Steph fué detrás mío.

- ¿Estás bien? - dijo con su suave voz masculina - mira sé que es frustrante, pero lo lograrás. No hace mucho te era casi imposible caminar y mírate ahora - sonreí, cierto - bueno, creo que mejor me voy.

¿Había sido realmente cruel con él? Quiza el silencio es peor que una respuesta fija, pero el intentarlo me dejaría mal de nuevo. Pero, ¿y si de verdad me ayudada? ¿Y si lo intentaba? No perdería nada. Por lo menos no yo. Estaba cansada de perder siempre.

- Steph - el se giró, pero no me miró - disculpame, no quería dejarte en ridículo o algo así. ¿Estamos bien?

- No importa - me dirigió una sonriente mirada, como se me remordía el alma, no era yo tan mala, ¿cierto? - te veo luego.

- No te vayas - el no se movió de su lugar, pero sin esa sonrisa.

- ¿Porqué debería quedarme? - auch.

- Para que yo pueda hacer esto.

Lo tiré de su mano y lo besé, de nuevo. Esta vez por que quería, no por impulso, sonreí al sentir su repuesta casi inmediata. ¿Qué era esto de por sí? No sabía, pero trataría de disfrutarlo, por cuanto durara mi estúpido e indeciso caracter.

Vaya que no me había dado cuenta del desastre que soy. ¿Qué mas dá? 

Zapatillas rotas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora