Capítulo 39

826 49 2
                                    

Me había hartado de todos y de todo. Madie ya no estaba cuando la necesitaba. Me iría de viaje mañana, conocería al bebé o la bebé,  me sentía asquerosamente sola además de cansada de jugar. No era justo para nadie y decidí que lo mejor era cortar con aquel maldito tablero de mesa que había creado con las personas a mi alrededor. Hasta ahora me daba cuenta de lo insensible que podía llegar a ser. Y peor aún, no me sentía con remordimiento.

Me senté en smi mesita de noche. Había practicado como una loca los nuevos pasos de baile con Stephan. Otro problema a la bolsa. No lo quería en lo más mínimo,  mentiría si dijera que al menos un poco de respeto le guardaba,  pero ya se habrán dado cuenta que no es así. Soy una bastarda.

Nueva llamada pérdida. Esta vez decidí contestar. No me largaría sin zanjar todo este estúpido embrollo en el que me había metido por puro y llano aburrimiento. Era despreciable.

- ¿Quién es? - La voz que esperaba oír resonó sin molestia alguna.

- ¿Cómo está mi virgen favorita? - A la mierda la moralidad.

- ¿Quieres Joder a alguien?  Bien, conozco la puta perfecta para eso, y no soy yo, carbón.

- Guau, bajale a los humos, chica. Sólo quería saludarte y...

-Bien, hola y adiós.

Colgué de inmediato,  ya no más. Si se sentía con la capacidad de dárselas de chico malo,  bien. Ese ya no es mi problema.

Mi teléfono sonó una vez más. Ya con la ira al tope contesté rápidamente.

- Escuchame bien hijo de puta, te dejaré bien...

- ¿Cris? - era Stephan - Lo lamento, ¿llamé en mal momento?

Uy.

- No. Stephan - dije antes de que alcanzara a cortar. Me restregué la mano por la frente con frustación. - Lo siente, es que... pensé que eras...

- ¿Un hijo de puta? - me reí, si supiera.

- Sí, exacto.

- ¿Lo soy? - noté su ligero noto bromista.

- No... no, creo que no. - entonces recordé la conversación que había tenido con Madie. - Necesito hablar con tigo.

- Eso no suena bien - y tenía razón. No iba a ser bonito.

- Es algo importante - rasqué uno de mis ojos con lentitud esperando su respuesta. Por unos segundos no añadió nada, luego habló:

- Seguro, si lo dices. - Hubo una pausa, ¿sería todo? - Nos vemos mañana entonces. Te veré ahí.

- De acuerdo, pero temprano, madruga si puedes.- colgué y me metí en mis pantuflas de estrellas. infantiles y cómodas-.

Necesitaba caminar, hacer algo, distraerme. Salí de la habitación y me topé con esa rubia, ¿cómo se llamaba? Margareth. Ella se giró en cuanto una de las pelirrojas le dijo algo al oído. En cuanto me vió sonrió. Se fue hacercando a mí.

- Hola - dijo con amabilidad - Me llamo Margareth - su voz era sumamente suave y bonita. No respondí.

Las pelirrojas -que parecían familiares por su parecido - comenzaron a susurra cosas detrás de Margareth a lo que ella frunció el ceño y se giró hacia ellas.

- ¿Podeís callaros un momento? Intento hablar con Cristine. - las riñó y yo me helé. ¿Cómo casi sabe mi nombre? - Que vergüenza, no quice alzar a voz - un ligero rubor se extendió por su perfecto cutis de porcelana.

- Soy Cristina - blabuceé y ella abrió las ojos - Solo Cristina.

- ¡Menuda tonta, soy! Lo lamento - dijo alzando la voz - he querido conocerte desde hace tiempo. Me contaron que tuviste un accidente en una de tus piernas, pero te veo maravillosamente.

- Sí, me recuperé pronto - quería salir de este incómodo momento.

- ¿Sois amigas Madeline y tú? - preguntó de nuevo y asentí, una sonrisa enorme se formó en su rostro - Estupendo. Ah, ellas son Ágata y Fátima. - ambas salieronde detrás de su espalda y me sonrieron.

- Hola - Ágata parecía un poco más esbelta y frágil que Fátima. Pero se parecían bastantísimo.

- Ellas son primas - dijo Margareth. ¿qué no sabían hablar por ellas mismas? 

- Me tengo que ir. Gusto en conocerlas.

- Ya nos estaremos viendo, Cris.

Seguí adelante depidiéndome con la mano de ellas. Aparte de muy incómodo, fe sumamente extrño. ¿Porqué querrían ellas conocerme? Tendría que ver seguro con Madie.

Ahí estaba como una estúpida de nuevo en mi habitación - la cual me empezaba a sentir enclaustrda toalmente - esperando a que mi "novio/pareja/distracción/lo-que-fuera apareciera por esa puerta y yo le fuera lo más asquerosa y dolorosamente sincera posible.

Toc. Toc. Toc.

Me levanté para frenar mi malestar y le abrí. Ahí estaba, tan adorable como siempre, con ese nuevo aire de seguridad que le sentaba bien.

- Hola - intentó besarme pero lo esquivé de manera olímpica. Carraspeé y miré los pasillos vacíos - Entra.

- ¿Porqué tengo la impresión de que algo anda mal? - la miré fijamente y él entreabrió su boca - Oh, algo anda mal. - asentí.

- No sé como decirlo - suspiré mientras el se sentaba en la cama vacía de Madeline - pero... No estamos funcionando. - su ceño se frunció.

- ¿Funcionando? - carraspeé - ¿Hablas de mí? - abrí los ojos en seguida.

- No, no, no. No eres tú... - ¿en serio terminaba tan típico?

- ¿Estás ropiendo con esto? - ¿Esto? Eso significaba que él tampoco lo clasificaba de ninguna manera.

- No estamos yendo a ningún lado, ni siquiera sabemos que es esto. - dije pausadamente sin atreverme a mirarlo.

- Es cierto - me sorprendí al verlo de acuerdo. Bueno quizá esto era lo mejor. - No quiero que esto sea difícil, pero siempre supe que no... es que siento que no está bien. Es decir, soy primerizo en esto. Un maldito noob. pero entiendo que no se supone que sea así.

- Tienes completamente la razón, holmes - el sonrió con sarcasmo a la indebida broma - lo siento, solo intento disipar la tensión.

- Lo entiendo, es lo mejor - tomó mi mano entre la suya - ¿amigos?

- Increiblemente amigos cliché - el sonrió, pero algo andaba mal - ¿estás de acuerdo con esto? 

 - Sí, es sólo... - me sorprendí al verlo acercarse y luego sentirlo pegado a mi boca intentando colarseme, le seguí el juego. Compartimos un beso baboso por unos momentos y nos separamos.

- Nada - dijo siendo sincero. No había dado cuenta de lo insípidos que éramos juntos.

- Cero química - corroboré. - En fín. Fue agrdable intentarlo.

- Sí, fué retroalimentativo - sonreímos y le acompañe a la puerta -como mucho seis pasos-.

- Lamento que fuera tan...

- Malo - completó y yo sonreí - Nos vemos. Siempre tendremos el baile - solté un pequeña risa.

- Siempre - nos despedimos con un gesto de manos y se marchó. Fue rápido e indoloro. Mejor así, odio el maldito drama.Y ahora el bebé. 

Zapatillas rotas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora