Ximena estaba a mi lado, en mi cama, en mi habitación, en mi casa. Era una situación que nunca me imaginé, pero ya no importa en verdad. Ella miraba mis atuendos y a todos le ponía mala cara tan solo al verlos.
- No entiendo como puedes ponerte esto tan... - dudó varios segundos antes de decir algo - tan...
- ¿Feo? - complete su oración aburrida.
- Si, feo - dijo tirando mi ropa sobre mi cama - esa es la palabra que busco.
- ¿Sólo por que no muestro mis tetas o mi espalda? - dije tirándome sobre la cama.
- Ni tus tetas, ni tu espalda - dijo mirándo un vestido - ni tus brazos, ni nada.
- No me gustan ese tipo de atuendos... - dejé la frase en el aire.
- ¿Bonitos? - dijo rompiendo una de las mangas del vestido.
- ¿Qué haces? - dije levantándome y quitándole mi vestido.
- Lo mejoro - soltó como si nada.
- No, lo dañas - había arrancado una de las mangas, me fijé bien en el y terminé de tirar de ella - pensándolo bien... - y quité la otra - aún falta algo - dije viéndolo de lejos.
Tomé unas tijeras que habían sobre mi peinadora y comencé a cortar la falda, la cual llagaba hasta el piso. Si, era feo, pero mi abuela me lo había regalado y nunca lo había sacado.
El vestido feo de encaje, se había vuelto uno más bonito, al finalizar solo le cogí un poco el dobladillo y listo.
- Esto es decencia - dijo Ximena al ver el vestido ya más bonito.
Rodé los ojos, lo tomé y me lo puse, la verdad era la primera vez que me probaba y no me quedaba tan mal como mi otra ropa insípida.
- Bueno - dijo recorriendo mi anatomía de pies a cabeza - pareces una flor primaveral - me hizó dar vuelta - aunque no te queda mal, pero no te lo pongas para ir a la cueva - añadió.
- Por mí no hay problema.
- Sabes, olvidé decirte algo - se sentó en mi cama mientras yo me cambiaba de nuevo la ropa - en la cueva estamos preparando como una fiesta de disfraces - dijo en voz alta - venderemos todo tipo de cosas para recoger dinero y restaurarla un poco - salí de nuevo con mis jeans desgastados y una camiseta blanca.
- Mmm tengo un plan - ella volteó su mirada y pude ver reproche en ella - ¿No me ayudarás?
- ¿Y perderme la diversión? - su mirada cambió - estás loca.
- Bien.
El trabajo se había puesto bastante interesante a medida que octubre, el mes de las brujas, se iba terminando. Había sido el mejor mes de ventas y Joshua se encontraba... Dichosísimo, tanto así que decidió darnos libre el últimos día del mes, lo cual agradecí mucho.
- Cristina - dijo Angie cuando mi turno se había terminado - ¿tienes planes para halloween?
- Pues... - dudé, ¿tendría problema Ximena si al invitaba? O quizá era mejor no decir nada - si, estaré ocupada.
- Oh, bueno - miró su reloj - es tarde, cerraré en unos minutos, deberías irte a almozar ya.
- Si, adiós.
Tendría que comprar o buscar mi disfraz para dentro de dos días. O sea que no tenía nada de tiempo. Sofía volvería mañana en la noche de su luna de miel -por fin- y me había dicho que me ayudaría a encontrar uno.
Con mis audifonos puestos comencé a caminar por la calle, luego sentí a alguien tocándome repetitivas veces en el hombro. Me giré y me encontré con unos ojos verdes y cabellos castaños claros. Jerry. ¿Qué querría?
ESTÁS LEYENDO
Zapatillas rotas.
RomanceCristina, una joven que, obligada por su madre al preocuparse por su extremada timidez, decide meterla en una academia de baile, pues ella siempre la escuchaba hablar sobre baile. Cristina trata de no mezclar su vida privada con su vida en el baile...