Capítulo 22

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POV Cristina:

Sola, sentada en mi cuarto, no lo había visto en varios días, aunque no era a típica depresiva que se moría por no ver a su novio en este período. Mi mirada estaba fija en el horizonte, había algo que me llamaba mucho la atención del amanecer hoy, no lo sé.

Sola, aburrida y en el primer día de trabajo, esperando clientes junto a Angie, todo era bastante lento, casi no había gente interesada en dulce, lo cual era extraño. Joshua llegaba y se metía en el cuarto durante casi toda la jornada laboral. Miré mis unñas como por enécima vez.

Alguien entró y miré a la morena. Ximena. Ok, esto era una muy tonta coincidencia, pero que más dá. Ella me vió y su rostro se ensombreció, ¿qué tendrá ahora?.

- Buenas tardes, ¿en qué podemos servirle? - dijo Angie de manera monótona. Ximena no respondía - ¿señorita? - y pareció haber salido de un trance o algo así.

-Si, quiero dos bolsitas llenas de gomitas ácidas - sorió y me dirigí a llenar las bolsas, pero sentía su mirada fija en mí. Se las tendí a angie y las cobró - gracias - y antes de salir frenó en la entrada de la tienda - me gustaría hablar con tigo cuando puedas, por favor - SORPRISE. ¿Hablar con migo? ¿Por favor? Sólo asentí y me dejó su número escrito en un papelito antes de salir.

- Espera - dije antes de que saliera - saldré a almorzar en unos minutos, ¿me esperas? - sonrió, pero era una sonrisa apagada, por algún motivo sentí que ella estaba mal y talvez, solo tal vez, necesitaba hablar con alguien ajeno a ella.

- Claro - dicho esto salió y se sentó en una banquita cerca de la tienda por fuera.

Mi jornada termino y salí para sentarme junto a ella. A penas me vió pude ver bastante tristeza en su rostro.

- Creo que no nos hemos conocido del todo bien - me dijo, sentí algo de sinceridad en sus palabras - me llamo Ximena Peña, tengo veinte años, y soy... amiga... La mejor amiga de tu novio.

- Bueno, yo me llamo Cristina - dudé un momento, creo que nos estabamos haciendo amigas. Raro, extraño, escalofiente. Todos estos adjetivos describen bien la situación en este momento - Cristina García tengo dieciocho años y trabajo aquí - ella sonrió ante lo ultimo, era muy bonita la verdad y este nuevo lado que me presentaba me empezaba a agradar.

- Quiero dsiculparme con tigo - dijo en voz baja - no he tenido nunca una buena relación con las chicas. En el colegio me la pasé toda la vida rodeada de hombres. No me siento cómoda siendo amiga de una persona del mismo sexo.

- ¿Por qué te empeñas con migo? - no pude evitar esta pregunta, era algo directa pero necesitaba saberlo.

- Estoy harta de eso - suspiró y comenzó a comerse sus gomitas - quiero tenerle confianza a alguien que me sepa aconsejar, nunca tuve una figura femenina confiable en mi vida, o al menos no tan cercana y nada que durara - mi atención se centró en sus palabras - me das cierta confianza, algo que ninguna chica ha logrado. Quiero recomenzar, con el pie derecho, ¿entiendes?

Asentí y ella sonrió de nuevo. Pero de un minuto a otro unas lágrimas se asomaron en sus ojos, ¿tanta era su emoció, o estaría así por otra cosa?

- ¿Qué ocurre? - ella alzó su vista dejándome ver sus ojos verdes cristalizados.

- Tengo... Estoy pasando por una etapa difícil - secó sus lágrimas con rapidéz pero igual de seria - necesito una amiga.

- ¿Quieres hablar de eso en el almuerzo? - sonreí con la mayor amabilidad que pude, me dí cuenta de que ella no éra la mala de mi historia, sólo quería ser laprotagonista de la suya - yo invito, vamos.

- Yo... Gracias, telo agrdezco de todo corazón - ambas nos levantamos y nos dirigimos a algún restaurante.

Durante horas escuché su vida, sus problemas, aquellas dificultades por las que tuvo que pasar durante su ñinez, su padre se fue de la casa cuando ella tenía como un año, así que no lo recuerda, su madre murió cuando cumplió sus  quince años. Es la mejor amiga de mi novio y algo más que según ella acabo, pero no me convence. Era la hermana del mejor amigo de mi novio, ese David el de la lápida. 

Debía agradecerle por lo que estaba contando, pues me ayudaba a conocer un poco más al chico que sale con migo, en ese momento me sentí agradecida con ella, todo lo demás quedo atrás, por lo menos para mí.

- Nunca había tenido una amiga - dijo medio apagada y a la vez algo agradecida - me gusta. Me gustaría contarte aglo que nadie, absolutamente nadie sabe - tomó mis manos entre las suyas y puso una mirada suplicante - debes prometerme que no le dirás a nadie, por favor.

- Puedo jurarlo, si quieres - bromeé, pero ella bajó su mirada y me preocupé. ¿Qué puede ser tan importante? - anda, no te preocupes. Nadie lo sabrá, lo prometo.

- Yo me he retirado del ballet - sabía que estaba indispuesta y no podía ir, pero, ¿qué tenía esto que ver con lo que oba a decirme? - he estados unos días... Indispuesta. Y yo... - me miró fijamente a los ojos y palideció - estoy embarazada.

Así de simple. Quité mis manos de la suyas, ya me imaginaba quién era el nuevo papá. Ella me miró con confusión y luego pareció entenderme. Iba a levantarme, pero ella me lo impidió halando mi brazo haciendome sentar.

- No, no es de él - estaba seria.

- ¿Cómo puedes saberlo? - ella me miró de nuevo con suplica mientras trataba de serenar mi expresión de horror.

- Solo hay una persona con la cual nunca me protegí - puso su mano suavemente en la mesa - y fué solo una maldita vez - empuñó su mano dándole un golpe a la superficie de la mesa, pero sin tanta fuerza - David no se puede enterar.

Me calmé, ¿debería preguntarle quien era el padre? Si ella quería una amiga que se preocupara por ella, lo estaba logrando. No tanto por ella, si no por la pequeña criatura dentro suyo.

- ¿Quién? - pregunté en voz baja.

- Jerry - Mierda,  mierda y más mierda. Esta no me la esperaba. Se habían acostado, no se habían protegido y ahora estaban a punto de ser padres.

- ¿Y qué piensas hacer? - su rostro se volvio un interrogante ante mi pregunta - una barriga puede ser fácil de esconder antes de los primeros cinco meses - ella palideció más.

- Ayúdame, por favor - Ambas nos encontrabamos entre la es espada y la pared. Ella había mostrado su cambio pidiéndome ayuda a mí, ¿pero cómo se supone que la ayude?

- Lo haré - ella sonrió con verdadera alegría en todo el día.

- Muchas gracias - una lágrima se escapó de sus ojos, pero se la limpió rápidamente.

Llegué a mi casa y me duché, cambié y alisté para ir a mi clase de ballet. Ximena se había ido a su casa en un taxi. Todo esto era nuevo, es decir, no todos los día te vuelves confidente de tu ex-enemiga, la cual esta embarazada de tu ex-amigo. Mierda, todo esto me pone los pelos de punta.

No creo poder disimular al ver a Jerry, o a Andrés. Como necesito a Sofia en estos momentos.

Zapatillas rotas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora