Capítulo 16

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POV Cristina:

Miré mi cuello en el espejo. Toque con delicadeza cada moretón que hebía en él. Tomé el maquillaje que Sofia me había prestado y comencé a esparcirlo por toda la zona. Ambos costados estaban pintados de ese color morado-rojizo. ¿Cómo fuí tan tonta de dejarme hacer esto?

- Oye, quieres que te... - Sergio abrió sus ojos al ver las manchas en mi cuello - no me digas.

- No le puedo mostrar esto a nadie - el rió y se acercó para ver más de cerca - por favor ayúdame.

- A ver - tomó algunas cosas y comenzó a aplicarlas - espero que no se note tanto con esto.

Sergio solo colocaba cosas frías y húmedas, lo cuál hacía que mis bellos se erizaran. Cuando al fín terminó sonrió satisfecho. Miré el espejo y sonreí también, no quedaba rastro de algún moretón innecesario. Me pregunto cómo habrá quedado su cuello.

- Gracias, ¿cómo deshiciste esto?

- Bueno, cuando todos esos chicos me golpeaban, tuve que aprender a como no preocupar a mi mamá, como mi prima es maquilladora le pedí algún consejo.

- Ah - y la imagen de mi mejor amigo aprendiendo a maquillar me vino a la mente - ¿me llevas?

- Claro, pero rápido - miró su reloj con desespero - tengo una cita de estudio.

- Claro, voy por mis cosas y salimos.

Subí y recogí mi mochila con todo para la clase. Bajé y salí para montarme en el asiento de copiloto. En la radio sonaba la canción titanio de David Guetta junto con Sia. Pasamos todo el camino cantado esa canción a todo pulmón, de milagro no reventamos las ventanas del auto.

Salí del auto y caminé hacia la puerta. Di media vuelta y sin querer choqué con Kate.

- ¡Que tus pies no sepan moverse, no significa que no debas ver por donde vas! - expetó ella, se levantó y me empujó con su hombro.

Seguí caminando y entré, vi a Ximena junto a Jerry. Este sería un laaargo día.

El día se pasó más rápido de lo que esperaba. Entré al baño y me puse una ropa más relajada, pantalones oscuros holgados y una camiseta lila. Salí y me dirigí hacia la "cueva", no sin antes, despeinar mi cabello como un loca.

Entré y sentí las animadas vibraciones del lugar. Colocaron una canción de reggaetón; no me gustaba, eran muy machistas esas canciones, pero el ritmo era genial, eso no había duda. Sonaba una canción; si no estoy mal, de Arcángel.

Bajé con paso rápido y unas manos se posaron en mis hombros para plantarme y plantarme un beso en la mejilla. Un chico pelinegro de ojos cafés claros aún posaba sus manos en mí. 

- No babosees tanto a mi chica - me giré y encontré una mirada azul seria - hola - y éste tomó mi rostro y lo volteó hacia un lado con delicadeza para darme un beso suave en la mejilla - ¿Yo hice eso? - su mirada se posaba en mi cuello. Quité sus manos de mí y lo miré fijamente. Al parecer el maquillaje se había corrido totalmente.

- Así es, querido - miré su cuello y pude ver un enorme moretón el cuál, parece, no se molestó en tapar - y creo que yo hice esto - pasé mis uñas con sumo cuidado por su cuello haciendo erizar sus bellos - espero que no te halla molestado.

- Para nada - buscó mis labios con su mirada y relamio los suyos - algunos prefieren fotos de sus chicas, otros prefieren dijes, pero a mí me gusta  dejar y que me dejen su huella.

Iintenté no pensar en doble sentido, pero aún así una risita se escapó de mi boca. Aunque dijera todo esto; el juego continuaba, y yo estaba dispuesta a ganar a toda costa. 

Zapatillas rotas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora