Capítulo 21

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Otra vez el puto sol quemándome la cara, creo que debo comprar urgente unas cortinas gruesas. Me levanté con mucha pesadez. Miré el reloj en mi mesita de noche; tres de la tarde. Un sueño bien merecido. Al parecer mi amigo se había tomado la molestia de dejarme en mi cuarto. Bajé las escaleras encendí la televisión. Me serví algo de cereal con leche y comencé a masticar de manera monótona. Me pregunto que podría hacer sola tres semanas en esta casa, digo, Sergio ya estaba en la universidad así que contaba como sola.

Bueno, mañana comenzaría a trabajar. Alguien tocó a mi puerta. Me acomodé un poco para no parecer taaaan zombie y abrí la puerta para encontrarme con una par de mellizos. Una chica y un chico idénticos. Pelo oscuro y unos ojos marrones que me miraban con extrañeza.

- ¿Buenos días? - dije igual de extrañada que ellos.

- Lo sentimos - comenzó a hablar la muchacha - ¿Ésta no es la casa de la señora Swan, cierto? - su cara tenía cierta culpabilidad. 

- No, lo siento, creo que es la casa de al lado - y dudé un momento - y si no estoy mal, salió a su sesión de masajes de los Domingos - ¿Por qué sabía esto? Simple, éra una de las vecinas más amigables de la calle y nos había invitado a Sofía y a mi como un millón de veces.

- Oh, gracias, disculpa la molestia - y antes de que se marcharan los llamé.

- Esperen, ¿son parientes de ella? - el muchacho sacó su celular y seguía sin desprenderse de su hermana.

- Sus nietos - dijo ella - dime, ¿sería mucha molestia si esperamos aquí mientras llega? - miré mi atuendo-el de la fiesta- y no dije nada - no te preocupes entiendo que no...

- De acuerdo - dije sin importancia y pasaron en cuanto les di permiso - disculpen si los dejo solos un momento.

Subí lo más rápido que pude y me duché en cinco minutos, me puse ropa casual; una camisa ancha de color durazno y un jean recto junto unas converse de color negro. No me molesté en peinarme, solo revolví un poco mi cabello sin forma y bajé. Ambos estaban juntos en un sillón en silencio mirando la TV. 

- ¿Qué edad tienen? 

- Dieciocho - dijeron al unísono. No los aparentaban, creí que tenían unos dieciséis - el próximo mes cumpliremos diecinueve - dijo ella. Ahora que me doy cuenta no me sé ni sus nombres.

- ¿Cuáles son sus nombres? 

- Yo soy Alicia y él es...

- Puedo presentarme solo no te preocupes - pero que arrogante. Despegó sus ojos del aparato y me miró de manera muy extraña - Soy Jake.

- Mi nombre es Cristina, pero acepto sobrenombres si les parece muy largo - Alicia sonrió y Jake centró de nuevo su atención en su celular - Puedo hacer una pregunta tonta - ambos me miraron y Alicia asintió - ¿Quién de los dos es mayor? 

- ÉL. Yo. - dijeron al tiempo - Él se me adelantó por seis minutos, como siempre, los hombres son más acelerados - sonreí, ciertamente lo eran. Alicia me empezaba a caer bien, aunque su hermano era, aparte de arrogante, muy silencioso.

- ¿Vinieron por vacaciones? - y entonces me percate de que no estaban ya en el colegio, bueno no con casi diecinueve años.

- Bueno, vinimos estudiar aquí, pero en la universidad. Nos mudaremos con nuestros padres en mes y medio, y mientras tanto acompañaremos a la abuela - ella no dejaba de sonreír, era una muy amigable.

- Oh, bueno - miré el reloj de la pared - si no me equivoco ella llegará en unas dos horas.

- Sabes, no quiero sonar atrevida pero, ¿podrías enseñarnos la ciudad? - ella sonrió y el chico, por fin guardo ese aparato.

Zapatillas rotas.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora