Capitulo 1

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Si le preguntaras a Adhara cuál era su primer recuerdo te respondería explicando una borrosa imagen del viejo Mike, un hombre sin techo que le había enseñado a beber agua hervida para apaciguar el hambre, que le había dicho que una limosna no era señal de simpatía o afecto simplemente era lastima, si algo le gustaba repetir era que nunca esperara nada de nadie, el mundo era frío, punto.

Pero el viejo Mike contradecía sus consejos con sus acciones, Adhara no creía que compartiera su comida por lastima realmente sentía que le simpatizaba al anciano, ciertamente lo había atrapado una docena de veces sonriéndole... realmente quería al viejo Mike, no sólo la había enseñado a sobrevivir en las duras calles de Londres, también le había enseñado a tejer pulseras como regalo por su cumpleaños, durante una fecha que él mismo había establecido fuera en Mayo,exactamente en el día en la que la había encontrado.

En cambio si le preguntaran si alguna vez había tenido un hogar contestaría firmemente diciendo que siempre había vivido en las calles. Adhara no podía siquiera adivinar que había vivido en una hermosa casa o que alguna vez hubo un hombre que fingía beber té con ella mientras vestía una tonta tiara, y que ese mismo individuo repetía diariamente cuanto la amaba. Adhara tampoco podría adivinar que era el más grande tesoro de aquel hombre, y que sostenerla en su brazo le traía confort al recordar a su fallecida esposa.

Había muchas cosas que la pequeña ignoraba, pero con el tiempo las descubriría, sin embargo habría otras que simplemente se desvanecerían en el tiempo.

Ni ella ni el ministerio jamás sabrían que mientras su padre corría en auxilio de los Potter un mortifago llegaría a la casa de Sirius Black, con el puro propósito de arrebatar a la pequeña Adhara del cuerpo sin vida de la elfa doméstica que había perecido protegiéndola. Nunca recordaría que mientras ese hombre huía con ella en brazos otro hombre en busca de venganza emboscaría a su captor, y este, en su intento de hacer más rápida su huida, dejaría a la pequeña de dos años en las calles de Londres.

Tampoco podía saber que dentro de dos semanas el viejo Mike dormiría para jamás volver abrir los ojos, ni sus gritos o su llanto harían que su único protector volviera. Adhara se quedaría con él llorando su pérdida hasta que la llegada de la policia la alertara, sin perder tiempo la pequeña se escondería y miraría como el cuerpo sin vida de Mike era llevado en una ambulancia.

Las primeras semanas sin Mike no serían fáciles, sin el viejo anciano Adhara seria más susceptible a los robos de pandilleros locales, y aunque tratara de conseguir algo de comer algunas noches dormiría apretando su estómago para que no doliera tanto el vacío. Adhara solo podía aceptar un hecho, estaba sola, por primera vez no contaba con nadie... y era horrible. Odiaba no tener dinero para comprar un bollo caliente de la panadería de la esquina, odiaba no tener un manta caliente con la que cubrirse o un techo que no saliera volando como su manchado cartón, odiaba la manera en que la gente la miraba por su sucia apariencia, odiaba el cansancio que venía con él hambre, y odiaba estar de mal humor, pero sobre todas las cosas odiaba que el viejo Mike la hubiera dejado sin despedirse.

No quería robar, el viejo Mike nunca había tenido nada, y a pesar de ser un vagabundo había honrado su persona al nunca tomar las cosas de nadie. Adhara iba a honrar su memoria haciendo lo mismo, incluso si la gente la miraba desconfiada cuando trataba de venderle pulseras.

—Quiero comida —se encontró susurrando entre lágrimas una noche— quiero comida —apretó los ojos mientras masajeaba su adolorido estomago— por favor.

Mientras tanto, en el número 12 de Grimmauld Place, un viejo y gruñón elfo domestico iba a estar a punto de sentir un llamado mágico,algo que no era inusual para su especie, pero sí para el viejo Kreacher. Los Black a los que era fiel o habían fallecido hacía muchos años o se encontraban en Azkaban, aunque había otros casos como Narcissa Malfoy que simplemente se habían olvidado del viejo elfo.

El fiel sirviente de los Black se encontraba sentado sobre un escalón, recordando cuando el amo Regulus, su madre y su padre habitaban la ahora derruida casa. Sintió un cosquilleo molesto, sus decrépitas orejas comenzaron a moverse momentáneamente, repentinamente tenía deseos de aparecerse en otro lado.

Bufo, el extraño cosquilleo no se iba, y su urgencia por aparecerse en otro lado tampoco. Entonces recordó que hubo un tiempo en el que aquel tipo de cosas le eran usual, gruño por no haberlo notado, lo estaban llamando... ¡Lo estaban llamando! El viejo Kreacher se levanto con un ímpetu que jamás nadie presenciaría, incluso si en su rostro la felicidad parecía locura demencial comenzó arreglar su vestimenta ¿Quien podría haber recordado al viejo y leal Kreacher? Se encontró pensando para sí mismo.

Sin más preámbulos respondió al llamado, y para su profundo desconcierto apareció en un callejón lleno de basura con un par de alimañas escarbando entre ella. Giró sobre su cuerpo, estaba en un lugar Muggle, podía escuchar esas monstruosas bestias de metal con las que se transportaban, gruño ¿se habría equivocado de lugar? Era posible, tenía años sin aparecer.

Pero su magia le decía que estaba en el sitio correcto. Dio unos pasos dudosos por el callejón, fue entonces cuando la escucho, una chiquilla llorando escondida bajo un cartón recostada como si fuera a dormir ahí ¿que clase de persona, incluso si era un sucio Muggle, pensaba que era buena idea dormir en la calle? Bufo, no encontraba sorprendente la falta de sentido común de los no magos. Gruño, parecía que había juzgado mal el cosquilleo, no había nadie llamándolo. O eso pensó hasta que volvió a sentirlo, pero esta vez su magia le urgía acercarse a la mocosa del cartón. Con pasos dudosos se acercó, le estaba dando la espalda, pero podía ver que no se había dado un baño en días, deshizo su rostro en un gesto de asco ¿que tan difícil era conseguir jabón? ¡esta niña era una inútil!

Su cercanía alertó de su presencia a la mocosa. Esta giró, lo miro, frunció el ceño y lo vio con absoluta confusión mientras seguía llorando. Pero Kreacher sostuvo su aliento, conocía esos ojos, y aunque enmarañado, también conocía ese cabello. El elfo se acercó y arremangó su túnica, escupió sobre el trapo y sin pedir permiso comenzó a tallarle el rostro con urgencia, cuando se dio satisfecho con su trabajo retrocedió un paso para observar mejor sus facciones... una Black ¡Era una Black!

—¿Que haces aquí? —pregunto bruscamente— ¿Quien es tu padre? ¿Cual es tu nombre?

Comenzó a gruñir cuando no le contesto.

—¿Que eres? —le preguntó la niña con incredulidad.

—¡Un elfo doméstico! —espetó por la ridícula pregunta— ¿Acaso no sabes nada mocosa?

Lo miro ofendida ¿Quien se creía? El no estaba más presentable que ella, ambos llevaban trapos por ropa, él un poco más literal que ella.

—Soy Adhara, no mocosa —le bramó frustrada— ¿Y por qué haces preguntas tan tontas? ¿Acaso no ves que vivo aquí? Estoy tratando de dormir, y no me preguntes quién es mi padre, no tengo ni idea —se dio media vuelta y se hecho a dormir sobre su hombro— mejor vete.

Kreacher arrugo la frente, ¿Adhara?... Adhara... Adhara Black... ¡Sirius Black! Dio un jadeo sorprendido, era la hija de la vergüenza de la familia, el ingrato que había roto el corazón de la ama. ¿y había dicho que vivía ahí? ¿en ese basurero? Aquello lo enojo, ningún Black iba a vivir en esa pocilga, aún si era hija del traidor de sangre ¿que diría el mundo mágico si supieran que un Black había estado viviendo ahí? Si su vieja ama viviera moriría de la vergüenza.

—¡No puedes vivir aquí! —exclamó mientras la tomaba de la muñeca— ¡Nos vamos!

—¡Ey! ¡Sueltame! —le gritó enojada— ¡Tu horri...!

Las palabras murieron en su boca, sintió vértigo, pero ante sus ojos el callejón se contorsión y desapareció, en unos segundos se encontró en otra pocilga, más refinada y definitivamente más grande que su cartón, mucho más grande.

Kreacher bajo las orejas avergonzado por él deplorable estado de la casa, bufo por su tonto pensamiento, era mil veces mejor que el agujero donde la había encontrado... ya arreglaría después, primero, debía darle un baño.

Adhara BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora