Capitulo 5

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Albus Dumbledore no encontraba particularmente alarmante cuando alguno de los retratos de los antiguos directores desaparecía, un cambio de ambiente no le sentaba mal a nadie.

Sin embargo encontraba curioso las constantes desapariciones de Phineas. Se iba tres veces por semana, casi en los mismos horarios . Había tratado de preguntarle a donde iba, pero el ex Slytherin había encontrado gran ofensa en que se le cuestionará lo que hacia, así que lo había dejado ser.

Si debo saberlo, lo sabré concluyo para sí mismo el actual director de Hogwarts



—¿Entonces la piel de los dragones es inmune a los hechizos?

—La mayoría no les afecta, atacando sus puntos débiles es la única forma de salir librado de una confrontación directa—le informó Phineas.

—¿Los ojos? —inquirió y el anciano asintió aprobatoriamente— señor, hipotéticamente si tuviera una capa de piel de dragón... ¿Podría repeler los hechizos?

—¿Quieres matar a un dragón? —pregunto incrédulo— primero aprende a defenderte.

—No dije nada de matar —refutó— pero en algún punto mueren ¿No? Y leía el listado de las propiedades mágicas que hay en los artículos de origen de dragón, y solo había guantes en el uso de piel ¿Por qué? —pregunto extrañada— ¿Acaso no se puede hacer una vestimenta para protegerte de hechizos? Sería muy útil.

Parpadeo, sinceramente no sabia como responder a su pregunta.

—Supongo que ciertas propiedades desaparecen en el deceso —explicó lentamente—dime, jovencita ¿Que tal va tu ortografía? Walburga casi vuelve a tener un ataque al ver que escribías el apellido Black con una erré en vez de ele.

Contuvo una risa, tal vez lo había hecho apropósito... de hecho Kreacher la había corregido antes de mandarla con la malvada bruja del cuadro. Con toda sinceridad Adhara no había desaprovechado la oportunidad de desquiciarla con algo que fingía tener fuera de su control (no era perfecta, pero ya no escribía tan mal como había fingido).

A pesar de que le gritó durante toda la lección, Adhara hizo gran énfasis en cambiar las pes por nueves, erres por eles y viceversa, además de comerse letras y escribir con aquel particular estilo que la hacía rechinar los dientes. Oh, y no debía olvidar el desastre que sus manos hacían sobre el pergamino, o los salpicones de tinta que no solamente hizo sobre el papel, sino a los "bellos" muebles de su abuela.

La mujer no solo había reducido el tiempo de sus lecciones, las había disminuido a una vez a la semana. Walburga Black no soportaba la vulgar manera con la que se comportaba Adhara, y Adhara estaba hastiada de sus contantes sermones sobre los Sangre Pura. Por lo que a ella confería, su abuela podía meterse su majadera altanería por la nariz, que le dijera mil veces que los Muggles eran como alimañas, Adhara iba a creérselo el día que el infierno se congelara y los dragones escupieran flores.

Walburga Black tenía un problema. Creía a los Muggles pestes, y a los "Sangre sucias" aberraciones, ya ni hablar de las criaturas mágicas. Adhara jamás pensaría del viejo Mike como una peste o indigno por su carencia de magia, él era y siempre sería el más bondadoso y honesto hombre que tendría el gusto de conocer.

Además, su abuela se jactaba de ser refinada, pulcra, sangre pura, de buen gusto... una mujer de cierta categoría que era muy selecta con sus "amistades".

Adhara se preguntaba cuánto tardaría en correrla si le dijera que había centenas de Muggles cortadas del mismo patrón de donde provenía ella, podría creerse única, pero su mentalidad, aunque fuera triste decirlo, no era una en un millón. Ella lo sabía perfectamente, a diario había recibido las miradas de desprecio de las Walburgas Blacks del mundo ¿Y acaso alguna vez había soñado con llegar a ser así? ¡Nunca! Esas mujeres eran despreciables, llenas de comentarios mezquinos y mal intencionados,pero sobre todo carentes de la belleza más esencial en el ser humano. Felicidad.

—Ama, por favor.

Escucho la voz de Kreacher suplicar una tarde

—¡Basta, Elfo! —y aquella era la característica voz de su abuela— ¡He dicho que no!

Se asomó ligeramente. Kreacher se agazapaba con más ahínco que todas las otras veces que lo había visto bajar la mirada sumisamente. Con nerviosismo apretujaba la tela de su túnica, su mirada estaba llena de consternación, y sus arrugas no hacían más que exaltar su profunda preocupación.

—Ama, el viejo Kreacher solo vive para complacer a la noble y ancestral casa Black —dijo servicial— por favor permita a Kreacher vender un par de cosas para conseguir dinero. Los dos sabemos que solo... el traidor —siseo con desprecio— cuenta con acceso a la cámara de la familia, Kreacher no puede disponer de ese dinero para alimentar a Adhara, ó para vestirla y comprar las cosas que le hacen falta.

Walburga no estaba nada contenta, había apretujado sus labios y su nariz se movía como la de un toro. Adhara aplaudió la valentía de Kreacher, pero se sintió culpable porque la estaba enfrentando por ella. Su corazón se oprimió a la vez que algo cálido se posó sobre el. Lo volvía a repetir, Kreacher no era un elfo gentil, y sin embargo su preocupación por ella lo hacía quererlo.

Si su abuela supiera el pensamiento que corría por su cabeza... ¡Vaya! Adhara le valía un comino si los corría, porque si alguien podía llamar familia de entre todos los "residentes" (nótese retratos de los Black) de la ancestral casa Black, era sin duda alguna a Kreacher, el amargado elfo domestico.

—¡No voy a ceder ni una baratija para esa mocosa! —grito colérica Walburga— ¡Le doy techo y educación! ¡Qué le baste! No vuelvas a decirme que necesitas dinero —siseo— ¿Comida? Por favor, la encontraste en un basurero —bufo y Adhara abrió la boca indignada— no creo que encuentres problema encontrando basura que darle —Adhara se limpió las lágrimas, Kreacher le había dado comida deliciosa diariamente, ahora notaba el inconveniente que era para él alimentarla— ¿Y vestirla? Vaya que no puedes ser más estúpido, elfo ¿Quien va a verla? Que siga con esos harapos, a mí no me concierne vestirla, era problema de su traidor padre ¿En donde está ahora? ¡En Azkaban, nada menos!

¡Estúpida Walburga! Pensó retrocediendo en su pasos. No necesitaba de ella, tenía a Krecher... y al señor Phineas, que no era tan malo, ni de cerca, como su abuela.

¡Que se olvidara de Slytherin! ¡Iba a hacer lo imposible por estar en la casa de su mortal enemiga! ¡Gryffindor!

Una pequeña sonrisa victoriosa se posó en sus labios, no se lo daría a conocer ahora, pero cuando el momento llegara... disfrutaría cada segundo de su rabia enardecida.

—Jovencita ¿Que haces?

Dio un corto grito mientras saltaba del susto. Era Phineas, había vuelto a su retrato y, parecía, Adhara había olvidado que les tocaba lecciones en ese preciso momento. Por un instante pensó en los inconvenientes de Kreacher, lo más justo sería que ella lo ayudara ¿No era cierto?

—Señor Phineas —este se giró a verla con una ceja enarcada— ¿Como se consigue dinero mágico?

—Vaya —resopló— ¿Como es que nadie te lo ha explicado? No lo llames dinero mágico —la reprendió— si alguien te oye pensaría que eres nacida Muggle —soltó desdeñosamente— bien, primero deja te explico que hay tres tipos de moneda. Galeones, que son de oro, sickles de plata, ya te imaginarás de qué color son, y los knuts, que son de cobre. Veintinueve knuts equivalen a un sickle y dieciséis sickles de plata hacen un galeón.

—¿Y los consigues...?

—¡Oh, no! Primero debes aprender cómo interactúa Gringgots, después te explicaré cómo funciona el mercado de valores del mundo mágico, y llegando a eso te explico la manera de obtener dinero.

Adhara parpadeo un poco perdida, parecía que el dinero era uno de los temas favoritos del antiguo director de Hogwarts, jamás le había visto tan hablador.

—De acuerdo —asintió despacio— lo escucho.




Encontré una conexión estable de internet, suerte la mía, ya no tuve que esperar hasta la próxima semana para actualizar.

Ojalá les gustara, déjenme sus comentarios para disuadir mi ansiedad, por favor XD

Adhara BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora