Capitulo 3

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Kreacher ya era un acertijo por sí mismo. Adhara no se había cuestionado demasiado el extraño cambio suscitado en las últimas veinticuatro horas, en algún punto pensó que todo era un sueño de lo más elaborado. De ser así, no sería la primera vez.

—¿soy una bruja? —repitió lentamente sin creerle demasiado— ¿como es que nunca he podido hacer magia? Si tuviera magia hubiera hecho aparecer docenas de emparedados

Le golpeó la cabeza con una cuchara de madera, no demasiado fuerte, pero de todos modos termino haciendo que Adhara se sobara con expresión enojada.

—enfócate —regaño— la magia no funciona de esa manera, niña — que injusto pensó Adhara— ahora solo puedes tener accidentes mágicos, como el de la noche pasada, tú magia de alguna forma me llamo —levanto la cabeza intrigada por la información— así que no intentes usarla, no puedes lograr gran cosa sin tu varita.

—¿y cuando puedo tener una varita? —pregunto interesada, tan solo podía imaginar lo que podría hacer si era capaz de controlar su magia— ¿puede ser ahora?

—¡No! —le rehusó demasiado pronto— sin varita hasta que recibas tu carta de Hogwarts.

—¿Hogwarts? —Adhara hizo un descontento gesto de confusión— ¿quien es Hogwarts?

Kreacher gruño, había mucho por enseñarle. La tarde pasó en una extensa explicación sobre las cosas mágicas que Adhara debería ya saber, la mocosa lo interrumpía constantemente, pero al menos sus preguntas no eran del todo ineptas.

—¿entonces dices que mi nombre es Adhara Black? —repitió solo para estar segura— ¿sabes quienes son mis padres?

Había estado tanto tiempo sola, sin más compañía que la del viejo Mike, que en algún punto la añoranza por una familia simplemente se había esfumado. Nunca le había servido para nada pedir tener padres, ese tipo de cosas no te ayudaban en la calle. Preguntar por ellos ahora no le traía ni ansiedad ni odio, solo estaba curiosa por saber si había algún motivo por el que la hubieran dejado a su suerte.

—no sé mucho de tu madre, falleció tal vez pocas semanas después de que nacieras —soltó sin pizca de tacto— y tu padre —bufo con descontento— fue la vergüenza de la familia, rompió el corazón de la pobre ama con sus absurdas creencias —como si pudiera ver al susodicho sacudió la cabeza con desprecio— pero él solo se encargó de recibir lo que se merecía.

Le sirvió un seco pedazo de tarta que había preparado mientras le explicaba el mundo mágico, añadió un poco de nuez moscada (prestada de la casa de alado) solo para darle más sabor.

—¿que hizo? —se atrevió a preguntar Adhara mientras peleaba por balancear el tenedor correctamente —¿algo muy malo?

—¡oh si! —soltó con cierto placer Kreacher— hizo cosas horrendas el muy hipócrita —tanto despreciar el legado de pureza para que terminara matando Muggles— le llaman asesino en masas, y por lo que hizo fue sentenciado a Azkaban, una prision de máxima seguridad rodeado de dementores —se adelantó a la pregunta de Adhara incluso antes de que pudiera hacerla— son viles criaturas que consumen toda la felicidad, pueden llevarte a la locura, y quitarte tu alma con un beso... el beso del dementor —la pincho en la frente— nunca le hagas frente a uno al menos que sepas como confrontarlo.

—un criminal —susurro con incredulidad Adhara— soy hija de un criminal.

El mero hecho la repugno, no quería ser hija de alguien con las manos manchadas de sangre ¿que pensaría el viejo Mike si lo supiera?

—deja de preocuparte, mocosa —le dijo con fastidio— un padre no es lo mismo que un progenitor.

Decidió decirle apiadándose de su profundo descontento ante la verdad, no tenía por qué sufrir por las decisiones de otros.

—¿qué?

—nunca ha estado en tu vida, si no quieres ser su hija no lo seas —le gruño— ¿acaso lo ves como tu padre? Nunca lo has visto.

—no —musitó finalmente Adhara— tienes razón, no tengo padres.

Finalizó dando una mordida a su rebanada de tarta.

—bien —aprobó Kreacher sin mirarla— eso no significa que no puedas conocer a...

Un jadeo lo interrumpió, un segundo después un maratón de tos se unió a los agitados ruidos. Casi sobresaltado se giró, Adhara se agarraba el cuello mientras hacía esos extraños sonidos, si la miraba bien se estaba poniendo un poco... Muy roja.

—¿mocosa? —pregunto casi con temor.

Un gemido de dolor fue la corta respuesta. Kreacher no entendía que le estaba pasando, pero que el labio se le hinchara no era normal. No, no lo era. La agarro rápidamente en brazos y los apareció ambos en medio de San Mungo.

Él fue la suficiente atraccion que necesito para acaparar las miradas, no todos los días aparecía un elfo doméstico en el hospital mágico.

—¡haga algo! —le grito a la primera persona que le pareció que trabajaba ahí.

—qu... Oh si, claro —el joven medico se sacudió la cabeza— tiene signos de una severa alergia —comentó examinándola con su varita— ok, sígueme —tomó a la niña de brazos del elfo y los llevo a su consultorio— voy a darle una pócima, va aliviarla en unos segundos.

La sustancia amarillenta bajo por la garganta de Adhara como pequeños remolinos de nubes, la sensación era ligera aún contra su hinchada garganta. Unos segundos después pudo volver a respirar con normalidad. Nunca antes había sentido tanto escozor y dolor a la vez, se masajeo la garganta a pesar de que ya no sentía nada en absoluto.

—muy bien, lo más recomendable es que haga una sencilla prueba para ver a que es alérgica —comentó sacando un pergamino plateado— pon esto sobre tu lengua.

—¿que es eso? — pregunto (gruño) por ambos Kreacher.

—revelare allosergon —dijo el médico con un movimiento de su varita— va a darme una lista de las cosas que tiene que evitar —le explico con una sonrisa gentil— ya debe estar listo —tomó el pergamino de la lengua de Adhara y comenzó a leerlo— nuez, camarón, algas marinas, vello de Acromántula —leyó con incredulidad la última parte— y Bundimuns

Kreacher le arrebató el pergamino y se lo guardo en la túnica.

—¿Eso es todo?

—¿eh? Bueno... No, necesito abrí un expediente para futuras emergencias —le informó mientras volteaba a buscar un sobre— además tienen que ir a pagar a la recepción. muy bien —tomó su pluma y lo mojo en tinta— ¿cual es tu... Nombre?

La niña y el elfo ya no estaban, se había esfumado (más bien desaparecido)

—oh Merlin —murmuró el médico— ahora sí metí la pata.

Por supuesto San Mungo era antipariciones, pero ahora claro estaba que eso no aplicaba en elfos domésticos, y esa pócima seguramente iba a salir de sus bolsillos. Siseo, la próxima vez iba a pedir el pago por adelantado.

Me decidí actualizar como regalo de cumpleaños, las aventuras Kreacher Adhara ciertamente lo valen.

Adhara BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora