Capitulo 10

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Krecher no se trataba de un elfo doméstico en el sentido más clásico. Si, era servicial, y por supuesto, leal a la casa Black y su creencias. Pero en su comportamiento siempre había habido cierta rebeldía, aunque había respetado profundamente a todos los Blacks de austera mirada y de firme creencia sobre la nobleza en la sangre pura, Krecher había encontrado un profundo placer haciendo miserables a los traidores.

No muchos elfos eran tan adeptos a su casas como él, muchos temían a sus amos, pero no el viejo Krecher, el adoraba a los Black, incluso aún cuando lo trataban con tan poca delicadeza. Su madre, una elfa que exhalo su último aliento sirviendo a la nombre y ancestral casa de los Black, jamas había hablado más que de recibir las miradas satisfechas de sus amos y un "No eres tan inútil"

Kreacher no era un elfo común, muchos lo calificarían como un pequeño monstruito retorcido por las arcaicas ideas de los Black, y tal vez tales afirmaciones no estuvieran del todo erróneas, siendo que Kreacher nunca se había tentado para atormentar a los traidores incluso siendo que estos se encontraran en su infancia. Lo que nadie sospechaba, era que tal odio era alimentado por algo mucho más grande, y ciertamente contradictorio, su amor por sus amos. Para Krecher había quedado muy claro que ningún Black que amara a los sangre sucias, era un Black del todo, y por lo tanto, no había porque respetarlos.

Los años habían pasado, y repentinamente, se había quedado en una vieja casa, con viejas memorias, y viejas añoranzas... hasta que Adhara había llegado.

Se detuvo un momento, contemplando el trabajo entre sus manos.

Krecher no era estúpido, sabía que Adhara... no era del todo una Black. Pero algo le hacía rehusarse ha desampararla, su devoción hacia ella ciertamente era diferente a la que había tenido hacia sus viejos amos. Negaba saber el porque, pero Krecher en el fondo e indirectamente lo entendía.

No servía Adhara, al menos no como había servido a sus ancestros. Krecher se había pasado una vida entera desempeñando tareas con el fin de facilitar la vida diaria y doméstica, como un simple utensilio más para mantener Inmaculada la vidas de sus amos.

Pero Adhara no necesitaba de sus servicios, Kreacher era más que eso. El viejo elfo era responsable de su cuidado, Adhara dependía de él, ningún amo jamás había dependido del viejo Kreacher... la constante dependencia de otro ser viviente, y no cualquier ser viviente, sino un Black, simplemente se había presentado ante Kreacher como el mayor triunfo de su apática existencia.

Su relación no era amo-elfo, se trataban de Adhara y Kreacher, la niña tonta y el elfo cascarrabia, que muy en el fondo; tal vez bajo capaz de espesos tintes negros, le tenía afecto.

Kreacher jamás lo diría, pero Adhara no se presentaba como su dueña, sino como su responsabilidad, e inconscientemente, como una parte de él, una extensión emocional que nunca afirmaría en voz alta que existía.

—¡KREACHER!

Enrojeció hasta las orejas, con torpes y bruscos movimientos empujó su secreto a la esquina más profunda de su alacena. Siseo al sentir la filosa punta de un gancho.

—¡Niña tonta! —chillo cerrando de un portazo su pequeño rincón — ¡¿Por qué gritas?!

Escucho sus torpes pasos venir desde el corredor, sin prisa alguna se dirigió a ver lo que quería, pero se quedó desconcertado al ver su sonrisa bobalicona.

—¡No necesitas preocuparte, Kreacher! No importa si Walburga no quiere ayudarnos —abrió la bolsa que colgaba de su cadera, y con lágrimas en los ojos se la acerco a Kreacher— vamos a estar bien, nunca más vamos a pasar penurias, te lo prometo.

Adhara BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora