Adhara, asegurándole a Lord Hyssa y a Kreacher que solo quería despejarse un poco, se había alejado del ministerio con paso calmado por las calles de Londres, entre la decena de Muggles que recorrían las mismas aceras ignorantes de toda magia.
Estaba tratando de procesar el cambio que la última hora significaba, pero por más que lo intentaba, no lo lograba. Se sentía la misma... era la misma, el resto del mundo mágico podría conocer esa fachada que ocultaba a Adhara Black, y no tendría nada de malo, mientras se mantuviera auténtica ante las personas que en verdad importaban.
Además, seguramente en pocas semanas todos se olvidarían de Adha Kreach, lo suyo solo era fama momentánea.
Y asi, con la seguridad de que aquel embrollo no se volvería más caótico y solo estaba destinado a morir silenciosamente, Adhara había seguido con su pacífica caminata en pijama, indiferente de las personas que la miraban curiosa.
Pensó en comprar un emparedado, pero se detuvo al darse cuenta que solo contaba con galeones, no llevaba ni un solo céntimo encima. No tener dinero normal era inconveniente ¿Gringgots tendría alguna forma de cambio de galeones a libras? Tenía que checarlo en cuanto tuviera una parada al banco.
Asi que con un estomago ligeramente hambriento, y un poco de frío en los pies por el viento que se metía entre sus pantuflas, siguió deambulando sin rumbo específico no temiendo perderse, el autobús Noctámbulo la encontraría mientras hiciera la parada.
No estaba pensando en detenerse, sin embargo unos acordes lejanos se metieron por su piel y la hicieron estremecerse ante alguna clase de epifania que revelaba ante ella un nuevo mundo en el mismo que había visto toda su vida. Las viejas calles de Londres se transformaban en vibrantes y dramáticas escenografías con cada paso que daba a la fuente de tantas emociones.
Las ventanas zumbaban ante los redobles y acordes, abrió la puerta de la tienda de discos completamente hipnotizada por la música.
—¿Qué tenemos aquí? ¡Una pequeña damita!
Adhara brinco. Con su corazón aleteando acelerado miro al anciano que la había tomado por sorpresa, tenía gafas redondas y unos tranquilo ojos acompañados por una simpática sonrisa.
—Hola —murmuró tímida.
El anciano solo se limitó a ensanchar su sonrisa.
—¿Te gusta? —pregunto señalando a las bocinas— Cream es fantástico, y que mejor canción para conocerlos que Sunshine of your Love.
—Son realmente buenos —contesto sin perder una sola nota.
—¿Buenos? —repitió impresionado por su respuesta— Solían llamar a Eric Clapton dios por cómo tocaba la guitarra, hasta que vino ese Jimi Hendrix y lo hizo papilla en su propio escenario, Hendrix podrá haber muerto joven, pero nadie nunca va a olvidar el día que mató a dios —relato con ávida emoción— lo que escuchas son leyendas, podrán venir mejores y más jóvenes músicos, pero estos hombres ya han forjado legados... así que si, son realmente buenos.
Adhara parpadeo.
—No me lo tome a mal, pero no tengo idea de quienes habla.
El anciano lanzó una corta risa.
—Querida, no te preocupes, tienes años de sobra para aprender, y yo tengo unos cuantos para enseñar —Bromeó con ligereza—. Deja te pongo al buen Hendrix.
Sonrío mientras miraba al anciano buscar entre su pila de Vyniles con entusiasmo, parecía contento de contarle viejas historias, y Adhara no se encontraba renuente a escucharlas, se sentía relajada ante la cálida voz del anciano.
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Adhara Black
FanfictionLa pequeña hija de Sirius Black ha desaparecido durante el ajetreo de la muerte de los Potter, ni el ministerio ni los Aurores han encontrado pista de su paradero. Sucesos inesperados y de lo más fortuitos guiarán Adhara al camino de un guardián inu...