Capitulo 18

12.7K 1.3K 420
                                        

Lastimosamente el interés mediático alrededor de ella había hecho todo menos morir.

Había tenido que conseguir su varita de infraganti, y casi le había dado un ataque de nervios después de la vigésima sexta varita que la había rechazado. No porque no encontrara varita alguna, sino porque más tiempo en la tienda del Señor Ollivander solo significaba más posibilidades de ser encontrada por la estampida de periodistas deseosos por una buena nota.

Pero la había encontrado, su varita había actuado ante su mero toque, Adhara podría sonar loca, pero juraba que había podido sentir la felicidad que desprendía su varita, como si le estuviera sonriendo. El señor Ollivander había tomado el reto con ímpetu, más feliz con cada varita que la rechazaba, pero finalmente encontrando la correcta en el desván, aplastada entre decena más de cajas, envuelta en mohoso satín que incluso tenía una esquina mordisqueada por alguna alimaña.

El señor Ollivander y ella se habían quedado boquiabiertos al ver que el contenido para nada era tan maltrecho como su empaque.

Varita de 32 centímetros, flexible, de madera de cerezo... con un núcleo doble. Una se trataba de una pluma de Fénix, tan poderosa que hacía incierto el origen del segundo núcleo. Y como si el núcleo no fuera lo extremadamente raro, la punta del mango estaba adornada por lapislázuli fundido que recorría hasta medio mango la varita como si viajara entre las grietas de un volcán.

El señor Ollivander no tenía idea de que la varita existía, no era creación suya, pero no le cabía duda que la explicación de tal pieza podría estar entre los diarios familiares. Calculando el valor, había dejado la varita a 32 galeones, y aún así parecía que estaba malbaratando el precio.

Con varita en mano, una inexplicable fuerza recorriendo sus venas, y una carta de Lord Hyssa en mano. Adhara se dirigió a Gringotts.

Con la emancipación del ministerio, solo quedaba solicitar la completa tutela de fortuna Black. No pensaba usar la fortuna para enriquecerse, ella ya contaba con la suya propia, pero no le sonaba descabellado hacer algo por el bien común, no sólo porque pondría a Walburga fria de rabia al oír que la herencia de los Black estaba siendo usada para altruismo, sino porque los Black se lo debían al resto del mundo, habían herido a demasiadas familias.

No le apetecía ni siquiera reconocer que era una Black, pero no podía negar que al oír historias de los crímenes cometidos por su ascendencia le hacía temer terminar en el mismo camino. Tal vez por ello Adhara sentía la urgencia de demostrar que no era igual, de no usar el dinero de los Black egoístamente.

Había leído y estudiado tanto de su línea de sangre, estaba al tanto de Andromeda Black, su tía, tal vez la única Black que merecía la pena conocer. Pero Adhara no podía llegar a su casa y presentarse sin más, sería tentar la suerte, el ministerio ya la observaba, solo bastaría un poco de perspicacia de un tercero para descubrir la red de mentiras que ahora era su vida.

Además, dudaba mucho que Andromeda guardara algún cariño por los Black, por lo que entendía su relación no había sido mas que desastrosa antes de que le borraran del muro familiar. Pero admiraba su perseverancia de seguir el amor incluso si se oponía a todo lo que le habían enseñado, era más que valeroso de su parte.

Tal vez el único impedimento que se podía presentar era Narcissa Malfoy, también portaba sangre Black, pero sin duda si en aquellos diez años no había logrado obtener el poder de las bóvedas eran porque no se trataban de su derecho. Sirius había sido el heredero directo con la muerte de sus padres y Regulus, Adhara como su hija portaba el título de su heredera, sin importar que nunca hubiera firmado documento alguno, sencillamente se trataba de cuestiones de sangre.

Adhara BlackDonde viven las historias. Descúbrelo ahora