13. ¿Y si arriesgo y pierdo?

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Alex.

  ㅡEs horrible, ¿sabes?. Horrible ㅡsoltó Kelseyㅡ. Tenias una vida llena de cosas que jamas esperarías tener, bajas la guardia un segundo y ¡Zas!, ocurre. Puede que no sea el peor caso de perdida de memoria que hayas escuchado, Alex, pero tu no tienes idea que oír como tus cercanos te cuentan momentos que ni siquiera recuerdas haber vivido o haber experimentado te destruye completamente.

Ella sabia ver. Era como un don, un super poder, un sortilegio que ni siquiera ella misma comprendía. Y ese talento la hacía reconocer la magia que vivía en otra persona, con la claridad con que un ciego ve la oscuridad con sus manos.

La primera vez que la vi tomar asiento donde en aquel entonces era mi sitio en el Instituto, en sólo un instante supe que la vida que conocía hasta ese momento, ya no sería la misma. Me di cuenta que el destino había puesto a esta mujer en mi camino, como una barricada, como un desvío, pero más que nada, como un puente.

Es que bien comprendía que ese camino era sólo de ida, que no había vuelta atrás, porque aunque regresara algún día, jamás encontraría al mismo que se fue.

Tenía miedo. No a lo que estaba por hacer, sino a no hacerlo.

Mientras la miraba, mi visión se interrumpía por recuerdos que abrumaban mi cabeza. Antes que ella se diera cuenta, busque sus ojos intensamente, como invocándolos a que me miraran por un segundo para perderme en ellos como siempre lo hacia cuando estaba a su lado. Un segundo después, Kelsey levantó la mirada respondiendo al grito de mi llamado, y sus ojos simplemente me encontraron ahí, contemplándola.

Sin titubeo alguno, dibuje su sonrisa de ojo a ojo; como si en medio de la nada, ella también me hubiera encontrado.

Mi sonrisa causó la de Kelsey, casi sin querer. Podría haberla besado ahogándonos en nuestros propios demonios, podría haberle dicho tantas cosas, esas cosas que dicen algo sin decir nada, o que dicen nada por decir algo. Pero sabía que teníamos tiempo, de ése que dura una vida entera.

Nos contemplamos, y de alguna manera sus ojos me preguntaban -¿Y ahora? ¿Y ahora qué?

Mire sus manos, imaginando todo lo que habían anidado en su tacto. Caricias, lágrimas, y alguna que otra desesperación por tacto. Cuánta magia vivía en ella, pensé. Y ahí mismo tome sus manos con las mías, y en el intercambio de tactos, de temperaturas, los dedos de Kelsey respondieron entrelazándose con los míos, dejando que las yemas de mis dedos murmuraran como si se reencontraran jugando entre sus manos tibias.

Que infinito es un segundo, pensé mientras me aferraba suavemente a ella como quien acaricia a una flor de un solo pétalo.

Sintiendo sus ojos llamarme, subí la mirada y la encontré mirándome a través del brillo de unos ojos dulces, y aguados.

¿Qué podría decir ante esos ojos? ¿Que podría murmurar que ya no se haya dicho entre miradas?

Su voz se quebró un poco, como el silencio del momento.

-¿Y si arriesgo y pierdo?

Por un segundo parecí confundido ante la simpleza de su pregunta. ¿Y si arriesga y pierde? Me pregunte. 

Ante la duda que pintaba su rostro, no deje que sus ojos se escaparan de los míos, me aferre a sus manos un poco más fuerte, y me acerque a ella unos milímetros susurrándole al oído.

-¿Y si arriesgas y ganas?

No me olvides (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora