34. ¡JÚRAMELO!

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Kelsey.

 -Eres hermosa

Lo mire sorprendida por el comentario. -No seas mentiroso, no soy nada linda.

Su melodiosa risa retumbo en mis oídos contagiándome ligeramente. -Yo nunca dije que fueras "linda" yo dije que eras hermosa, eres hermosa.

Lo mire confusa, totalmente confusa. -¿Y cual es la diferencia?

Me miró de arriba a abajo y se mordió el labio. -Que cuando te digo que eres hermosa no me refiero solo a tu físico o tu cara, si no que hablo de todo tú, tu cuerpo, tu alma, tu mente, todo.   

Me sonrojé como una tonta. -Oh, cállate.

Me guiñó un ojo y continuó con sus intentos de flirteo. -Y  dime... ¿Como puedo conquistar a una chica como tu?

Eleve mis cejas y lo mire confundida. -¿Una chica como yo?

-Ya sabes... Hermosa.

Fingí pensar. -Solo sé tu mismo. 

Sonrió sarcástico. -Oye sí, no lo había pensado, yo que pensaba ser no sé, una plancha.

Solté una risa y  me acomodé el cabello detrás de la oreja. Tomé de mi vaso con leche y lo miré con una sonrisa. -Recuerdame darte clases de Flirteo. Lo haces terriblemente mal. Sinceramente apestas.

Soltó una risa un poco fuerte. -¿Y tu eres una experta? 

-La número uno en Flirteo. -Mentí. Era fatal.

Levantó una ceja. -Entonces te lo haré recordar. 

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Traté de ser lo más silenciosa que pude cuando gire la llave para entrar a la casa, de seguro mi padre estaría en un sueño profundo y con lo ligero que era su sueño cualquier ruido lo despertaría, lo peor era cuando intentaba quedarse dormido en las noches porque era una misión imposible y amanecía con kilómetros de ojeras. 

Fui lo más silenciosa que pude al abrir la puerta, pero al parecer no lo suficiente porque la puerta comenzó a chirriar muy agudo. Maldije para mis adentros porque aún no cabía en el espacio que había abierto yo misma, suspire e intenté de nuevo sin mucho éxito. 

Cuando puse un pie en la casa algo llamó mi atención, agudice mi oído para captar mejor el sonido que estaba dentro de la casa y es que parecían sollozos los que escuchaba. Un terror me invadió el cuerpo y un escalofrío recorrieron mis brazos. 

 ¿Y si eran fantasmas? Santa mierda... 

Ya no tenía ganas de entrar en la casa si no fuera por mi padre... espera un momento... 

Entre lo más rápido que pude a la casa y cerré sin importarme hacer el más mínimo ruido. Sin quitarme la chaqueta mojada di grandes zancadas hasta estar frente a la puerta de mi padre, donde se escuchaban los sollozos... ¿Y si estaba mal? Sin siquiera llamar a la puerta entré.  

La imagen dentro de la habitación era definitivamente la peor que podría haber presenciado a lo largo de mi vida. Dentro había un hombre completamente destrozado con una fotografía entre sus manos. La única vez que vi llorar a mi padre con dolor como ahora fue cuando mi "madre" nos dejó a solos sin pensar en las consecuencias que esto traía consigo. La imagen me destrozaba el corazón con miles de cuchillas clavándose cada vez más con cada sollozo que escuchaba salir de él. Me dolía el pecho, tanto que no podía siquiera moverme. La habitación se encontraba a oscuras iluminada solo por la luna brillante plasmada en el cielo. La lámpara que normalmente iluminaba la habitación yacía destrozada en el suelo junto a su débil cuerpo.

No me olvides (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora