26. Maldición

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 "Se atragantaron de amor para consumirlo entero, pero mientras más intentaban agotarlo, más imprudente era el deseo, y quien diga que todo fuego se apaga solo tarde o temprano, se equivoca: hay pasiones que son incendios hasta que las ahoga el destino de un zarpazo y aún así quedan brasas calientes listas para arder apenas se les da oxígeno".

Kelsey.

Sentí algo vibrar fuertemente entre mis piernas, pegue un salto y quede sentada intentando reaccionar. Pestañee unas cuantas veces, me refregué la cara con ambas manos mientras maldecía en voz baja al responsable de haber tirado a la basura el que podría haber sido el mejor sueño que pudiese haber tenido en toda mi vida, ver la pantalla de mi celular hizo que mil mariposas revolotearan dentro de mi estómago, envié la llamada al buzón de voz y me levanté para ir a lavarme la cara para poder despabilar un poco. Según la hora de mi celular no faltaba mucho para aterrizar y eso me llenaba de felicidad el solo hecho de pensar que pasaría tiempo con mi padre.

Al momento en que iba a tomar la manilla de la puerta que tenía la palabra "BAÑO" impresa en grandes y blancas letras todo comenzó a dar vueltas, comenzaba a sentir como me pesaban los parpados al tiempo que una ráfaga de aire frío me invadió, un aire muy helado. Comencé a tiritar del frío aún sin soltar la que ahora eran cuatro manillas. Estaba comenzando a morir del dolor de cabeza, algo andaba mal, muy mal en todos estos síntomas.  

-maldición...- Solo me apoyé contra la puerta, no pensaba alejarme demasiado de este soporte, solo... quería que todo esto acabara de una vez por todas.- ¿Por qué?- Me pregunté en un susurró casi inaudible. 

 Y entonces empecé a recordar cada momento feliz a su lado, la sensación de nostalgia me invadió cuando recordé su aliento en mi nuca cada vez que se acercaba a abrazarme por atrás tomándome desprevenidamente. Su aliento chocando con mi oído era lo que más me gustaba sentir cada mañana entre clases, junto con su voz. Recordé lo bien que me sentía estar en sus brazos y  esa vez cuando me quedé dormida sintiendo su aroma, oyendo su respiración en la oscuridad, sintiendo el calor de su cuerpo entre las sábanas enredado con el mio, mientras acariciaba su piel, besando sus labios antes de hablar, completamente en paz, completamente feliz. Recuerdo cada vez que se me quedaba viendo después de besarme, estábamos tan cerca y el me veía a los ojos y jugaba con mi cabello, acariciaba mi sonrisa, mis cejas, mi nariz y no me dejaba de ver y yo no dejaba de sonreír , me decía no me moviera y solo rozaba sus labios con los míos y me paralizaba, lo veía y sentía que le encantaba besarme; a eso me refiero el no le veía fin a nuestros besos y cada vez que me separaba, él solo seguía con los ojos cerrados y me decía "me atontas". Recuerdo como su sonrisa me alegraba el día porque me hacía sentir tranquila y nerviosa a la vez. 

Ya lo había recordado todo y dolía, dolía cada parte vivida de nuevo... Pero ahora, solo son recuerdos y sensaciones que no volveré a experimentar nunca más, cosa que duele. Mi corazón se apretó. Dolió, en realidad dolió mucho. Las lagrimas brotaron en mis ojos sin ningún control. Llore hasta marearme, caer y mirar la luz. La fuerte luz en mis ojos. No entraba aire en mi nariz. Mi boca abierta, esperando que entre algo de aire, forzándome a respirar. No pude. Mire la luz, y todo se nublo, y vi como mis parpados se iban cerrando. Y ahí ocurrió. Una mano en mi espalda. La sentí, sentí como me daba palmadas. Y tosí, y volví a respirar. Agitadamente, llorando, desesperada de lo que acababa de pasar. Casi pierdo la vida por llorar por el. Basta me dije. No quiero mas ser así. Quiero cambiar. Basta.

-¿Te encuentras... bien? -Preguntó aquel chico que minutos antes estaba sentado a mi lado, con cautela, como si al decirme cualquier palabra inadecuada me fuera a romper. Pero ya estaba rota por dentro...

-No se que fue lo que me paso. -Dije tocándome el pecho por instinto.

-Estas pálida y tus manos están fría...

-Me zumban los oídos. -Le interrumpí.

Mis manos comenzaron a temblar, y no podía calmar mi respiración. Escuché la voz del muchacho como si estuviera a kilómetros, pero, cuando alcé el rostro, el estaba a su lado. Negué con la cabeza repetidas veces. 

-¿Qué me está pasando?

-Necesito que respires de forma tranquila... y que me creas, no te está pasando nada. 

Cada vez escuchaba su voz más lejana y su cara se hacía más borrosa hasta estar irreconocible, pestañee un par de veces intentando calmarme pero no lograba hacerlo, no sentía mis piernas, eran un par de hilos sueltos, mis manos estaban comenzando a dormirse y mi cabeza daba vueltas.

Antes de escuchar la voz lejana del chico caí en un agujero completamente negro.

No me olvides (#2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora